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Estados Unidos Estados Unidos · Chicago
Críticas de Donald Rumsfeld
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
4
1 de octubre de 2013
12 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
1- El paso de los años ha sido, en este caso, revelador, y tres décadas después ha quedado de manifiesto, Walt Disney mediante, cual ha sido una de las motivaciones más importantes, sino la que más, a la hora de prolongar la saga tras su primer y brillante capítulo (siempre en orden cronológico).
Aquel primer capítulo, partiendo de una concepción de la acción heredera de un western boqueante, tuvo su gracia. La historia, lineal, nos mostraba las peripecias de un contrabandista espacial que sin pretenderlo se veía envuelto en poco menos que una conspiración galáctica. La sencillez del argumento, su perfecto envoltorio pop y la verosímil cotinuidad entre escenas salpicadas de abundante acción, todas ellas excepcionalmente planificadas, hicieron de ella una película notable que sin pretender ir más allá del entretenimiento y sin renunciar a cierto toque infantil que casaba muy bien con su historia y personajes, fue un bombazo que a la postre no sólo se ha prolongado hasta la nausea, sino que incluso, con la inestimable colaboración de Spielberg, cambió la manera de concebir el cine de acción, emancipándolo de sus orígenes sin perder por ello su esencia made in usa pero también, o quizá justo por ello, vaciándolo de sustancia para rellenarlo con burda ideología.
2- Fue en ese giro de la segunda parte, de la aparente sencillez del western a la aparatosa complejidad del cien de acción y aventuras, donde se perdió el encanto y, de paso, se evidenciaron las incurables limitaciones de Lucas como director y/o guionista.
Lo que en Una Nueva Esperanza era parte de una puesta en escena pop en la se mezclaban sin pudor pero sin exceso la ciencia ficción de andar por casa, el western, el plástico y el neón, bigfoots y hombres de hojalata, comedia y una pizca de drama, todo ello siempre desde una óptica concreta, es decir: sin salirse del devenir de los personajes en la pantalla para remitirnos a otro nivel en el que se justifiquen sus acciones, remite desde la segunda parte en adelante a un contexto más general y operístico en el que las acciones determinantes se revisten de carga moral. Así, si en la primera parte el personaje principal era Han Solo, un simpático y bobo sinvergüenza que se saltaba la ley poco menos que en nombre de cierta libertad (e individualismo), en la segunda el centro de gravedad ya se desplaza hacia la Princesa y su hermano, y aunque Han Solo sigue siendo igual de bobo su lado gamberro desaparece: en su lugar tenemos historia de amor.
Es justo en el salto del puro entretenimiento a una película con mensaje donde Lucas fracasa. Ni Thx ni American Graffiti ni Una nueva esperanza articulan un mensaje. Sea por incapacidad o desinterés las virtudes de Lucas han sido otras y el problema comienza justo en el instante que parece intentar trascenderlas. En El imperio contraataca la película se recarga de personajes, historias, escenas, efectos y, sobre todo, de significados. Como consecuencia: la continuidad entre las escenas se pierde y el montaje se hace confuso y fragmentario, es difícil recordar de memoria la sucesión de escenas en la película, pero más aún es tener presente el por qué.
Cuando Lucas hace hablar a Yoda para intentar explicar ese por qué, el mensaje de Yoda no remite a la película, por el contrario: remite a una especie de preceptos más o menos hippies, a una fuerza oscura y malvada y su némesis, a una lucha maniquea, a poderes parapsicológicos, a una saga dinástica de connotaciones wagnerianas. Para pasar tanto significado por la pantalla, Lucas lo tritura hasta pulverizarlo, hasta, precisamente, quitarle cualquier significado ¿Y entonces qué queda? La estética recargada, la acumulación de escenas (todas ellas perfectamente diseñadas), un discurso, el de Yoda, respecto al cual sólo señalaré que hablar haciendo pseudo-haikkus no necesariamente significa decir algo con sentido y puede que incluso sea al contrario.
Continua sin spoiler...
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Donald Rumsfeld
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2
27 de mayo de 2022
2 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juzgar una serie que quizá tenga cuatro temporadas tras haber visto un par de capítulos, viene a ser lo mismo que analizar de un libro tras haberse leído el prólogo o criticar una canción tras escuchar su primer compás: da igual el oído que uno tenga, seguramente se equivoque. Es un acto que conjuga la ignorancia de hablar con desconocimiento de causa junto con la arrogancia de ser consciente de estar haciéndolo. Por eso, yo mismo he decidido seguir aquí tan admirable principio. Pues si bien es cierto que lo bueno suele tardar en calar, y que cuanto mejor sea ese algo más largo será ese impasse, también lo es aquello de que lo que mal empieza, mal acaba. Y cuando algo empieza tan mal, cuatro capítulos pueden ser más que suficientes. Cuatro capítulos tan apabullantemente mediocres que si la serie lograse salir del cenagal en que se ha sumergido con una losa de hormigón atada al tobillo, el asunto debería ser considerado como algo a estudiar por el Vaticano.

Observo que Killing Eve ha estado nominada a un montón de premios y Sandra Oh los ha ganado todos. Supongo que sabéis que la copia de una copia, que a su vez ya era la copia de una copia cuyo original tampoco es que fuera algo memorable, quedó tercera en Eurovisión. Fue una de las noticias del día, muy por delante de otras… Desconozco si fruncir permanentemente el entrecejo es lo mismo que interpretar, si es del método o de la vieja escuela, si los espasmos que ocasionalmente atraviesan su rostro han sido meticulosamente calculados o totalmente improvisados, de lo único que estoy seguro es de que, al igual que los concursantes de Eurovisión, está mejor callada. El caso es que ganó Ucrania. Eurovisión. Claro. Ganó por solidaridad. Porque nosotros, los europeos, somos así de… solidarios. En mi opinión, esto podría explicar el voto popular (un 7), lo de las Tanxugueiras, lo de Eurovisión y, más en general, toda la posmodernidad. Y quizá justo por eso Sandra Oh y su archienemiga/me-haces-sentir-cosquillas-ji-ji-ji se llevaron unos cuantos puntos. Quiero decir, premios.

La serie combina on rough una puesta en escena indie-camp junto con diálogos de thriller en plan conspiración mundial, para crear la firme impresión de ser un cocktail muy agitado y poco mezclado. La inclusión, eso sí, está completa. El paquete de seis y el plus adicional para que nadie se sienta excluido: diversidad étnica y sexual, hombres lamentables, mujeres superbadass y mutilaciones genitales masculinas (ji-ji-ji). Y una cosa os digo, si cualquiera de esas escenas se hubiera grabado invirtiendo los géneros, nadie hubiera ganado ni un solo premio, ya que si alguien se le hubiera ocurrido sugerir semejante atrocidad, posiblemente la serie no hubiera existido. Los creadores te hacen desde la primera escena lo modernos y políticamente correctos que son, evitando así cualquier perniciosa confusión sobre quienes son las buenas y quienes los feos y los malos. En cualquier caso, tan solo tenéis que aplicar la ley de lo políticamente correcto para ir prediciendo sin margen de error el destino de cada personaje. Así es como funcionan las cosas: rusos malos, nosotros solidarios a tope, Ucrania campeona. De Eurovisión. Los ingleses, por cierto, quedaron segundos y Sandra Oh no subió a recoger ningún premio. En fin, no sé si profundizar aún más en el guion porque estoy a un paso de destripárosla por completo.

Mejor centrémonos en el argumento: una batiburrillo conspiranoico con psicópatas graciosas que lo mismo te hacen un hitman que te revientan a puñaladas en medio de la pista central de una discoteca atestada sin que nadie vea nada, con una investigadora muy astuta, carismática y expresiva, y con un departamento de investigación que definitivamente ha pillado todas las subvenciones. En la práctica, más que el MI5, parece una TIA reclutada en cualquier discoteca de las afueras. Su puesta en escena, perfectamente procedimental y más mecanizada que una carga de infantería alemana, podría decirse que roza lo cutre con el añadido de ser completamente impersonal. Realizar una serie de espías como si estuvieras realizando Los Serrano, he ahí el dilema. En este caso, es difícil saber si las prisas estaban en el guion o en la realización, pero de lo que no hay dudas es de que apenas hay planificación y las escenas de tensión acaban teniendo el mismo tiempo que los diálogos, cuyo ritmo es constantemente roto por chistecitos supuestamente ingeniosos que vayan ustedes a saber.
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Donald Rumsfeld
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Cortar por la línea de puntos (Miniserie de TV)
MiniserieAnimación
Italia2021
8.1
8,123
5
9 de febrero de 2022
27 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de sacar la motosierra, me gustaría aclarar que en esta serie hay gags bastante divertidos, que sus monólogos tienen ritmo y que cuenta con una animación cuyo feísmo encaja con la historia que se narra y el personaje que por ella transita. Además, me parece que el hecho de haya una solo voz para todos los personajes no es algo gratuito y sí bastante original, ya que sirve para explicitar que toda la narración ha sido elaborada desde el más riguroso egocentrismo. Pues justo de eso es lo que va este supuesto retrato generacional. O, al menos, eso es lo que hace su personaje central: mirarse el ombligo durante aproximadamente 6 capítulos.



Un momentito, que no arranca.

Ya.

Estructuralmente, la serie funciona mediante el proceso más elemental: la acumulación. Consiste en una sucesión de momentos cómicos tenuemente unidos por la narración central que sirve, a modo de mcguffin, de hilo conductor. Que además venga troceada en minúsculos paquetes de entre 15 y 20 minutos contribuye aún más a realzar la dispersión. Y, por si no fuera suficiente, muchos segmentos están completamente al margen de la trama central y no son más gags depositados sobre ella al estilo del pegote.

Pues sí que funciona.

Ahora bien, quizá esa obsesión por la brevedad, la dispersión y la acumulación pueda funcionar en el terreno de lo comedia. Pero cuando la serie eventualmente pretende desarrollar una idea o lanzar una reflexión, estas parecen quedar mutiladas por esas mismas características. En otras palabras: que el protagonista se ponga a darnos lecciones sobre la vida dentro de un marco tan estrecho, raya la ingenuidad. Y a veces incluso el ridículo: por supuesto, no falta la cita nietzscheana de quien no se ha enterado de nada.

Sin embargo, pese a esos breves deslices, la serie es ligera, liviana, e intrascendente. Todo es chiste. Especialmente su personaje central. Cuya conciencia ha sido representada, me atrevería a decir que muy acertadamente, por un armadillo.

Sí.

Y basta compararla con otras recientes para notar lo convencional que resulta en su mensaje. Que es el mismo de siempre: detrás de su pose gamberra e inconformista, es tan extremadamente correcta, comedida y aséptica como la empollona de la clase. Nunca habla sin levantar la mano. Formando una blanca sucesión de gags que a nadie pueda incomodar (hasta Los Simpson iban mucho más allá).

Lo mismo pasa con su envoltorio. Correcto, sí, pero no especialmente memorable.

Por ejemplo, sin irnos muy lejos, en Big Mouth hay un uso del color, del movimiento y del trazado del dibujo que ya contienen la obscenidad, la impudicia y la lujuria desde la misma secuencia de créditos. Y aparte de unas “conciencias” que realmente son parte de la trama, también tiene una puesta en escena por momentos apabullante. Atención a los números musicales. Amén de las mejores voces e interpretaciones que he escuchado en una serie de animación. Si hubiera justicia, debería crearse una categoría especial de Oscar solo para el trabajo que hizo Maya Rudolph en esta serie. Una barbaridad. Por lo demás, que una serie supuestamente para adolescentes sea más madura, atrevida, profunda y plásticamente (muy) superior a una para supuestamente adultos, es curioso cuando menos.

Volviendo a Italia. Las propias transiciones entre los gags se sienten forzadas. Realzando más, si cabe, el cauce acumulativo por el que discurre la historia. Suelen ser microescenas cuya labor es puramente funcional. Básicamente: permitir que el presentador, narrador y personaje principal de paso a la siguiente sección. Así, más que una película de de dos horas fragmentada en capítulos, parece una sucesión de capítulos de cinco minutos reunidos a martillazos en packs de tres. Y, evidentemente, como todo producto moderno que se precie, no se libra de introducir a patadas insidiosas dosis de compromiso social. Que si se quitan a los 18 minutos y se descuenta las intros de cada gag, pues ya va quedando menos y como que un poco roto.
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Donald Rumsfeld
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Undone (Serie de TV)
SerieAnimación
Estados Unidos2019
7.5
5,397
3
11 de mayo de 2020
30 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la última década ha habido un notable incremento de malevolencia en las pantallas. Series como Juego de Tronos, Breaking Bad, Black Mirror, Big Little Lies u Ozark han dedicado muchas horas a exhibir la proteica maldad del ser humano en cuantas dimensiones han ido abarcando. Son series llenas de personajes sádicos y malévolos que se recrean en catalogar cuanto hay de despreciable en la naturaleza humana. Series nihilistas que alardean de compartir esa visión, simplista y sesgada, según la cual el hombre es un lobo para el hombre. Series que disfrutan con la exhibición lúdica de todo cuanto pueda parecer despreciable, rastrero e infame. Undone, tras su cortina de humo de integración y diversidad, no es ajena en absoluto a esta circunstancia: la obsesión de su personaje principal es abolir la linealidad del tiempo, es decir, la causalidad, para así poder cambiar el pasado y amoldarlo a sus deseos, aunque con ello haya de destruir el pasado desde el instante del cambio hasta el presente. Obsérvese aquí el nihilismo de la premisa, el soberano desprecio por el presente mediante el cual el personaje principal anhela incluso su autodestrucción con tal de poder empotrar sus fantasías en la realidad. El desprecio y egoísmo que se esconde bajo ese anhelo: rehacer el pasado a su voluntad.

Por otra parte, el truco de Undone es más técnico que narrativo. Usando determinadas Técnicas de animación, la serie describe el descubrimiento de esa dimensión (en la que todo el tiempo está incluido y en la que por lo tanto no hay pasado o futuro, sino un presente eterno) por parte de la protagonista. La gracia está en que esas técnicas de animación preservan hasta cierto punto la expresividad de los rostros y simultáneamente permiten que las traslaciones de la protagonista se sucedan de una manera ágil y natural. Este es su truco. Empaquetado en pequeñas dosis de veinte minutos y diluidas en streaming para que a nadie se le agote la atención y no se note demasiado que a falta de evolución narrativa la serie ha de recurrir constantemente a la portentosa incapacidad de comprensión de su protagonista para alargar así la trama hasta su adecuada dimensión comercial. 6 capítulos. En efecto, lo que a Neo le llevó unos 15 minutos le cuesta a la susodicha más de cinco capítulos. No es de extrañar: lo único asombroso en Undone es la torpeza con la que explica una idea tan simple.

La primera vez que el conejo sale de la chistera, tiene su magia. Pero cuando el mago se limita a sacar un conejo tras otro, el circo comienza a transformarse en corral. De ahí la importancia de los payasos.

Ciertamente la providencia no fue generosa con su personaje principal y a su escaso entendimiento también le arrebató todo el sentido del humor. Además, como toda mujer que se precie de moderna, se siente muy incomprendida, hasta el punto de que ya solo puede hablar con su difunto padre. Su hermana, un catálogo de estereotipos concebidos para resaltar el carisma de la protagonista, está demasiado ocupada follándose al camarero. Su madre, el sueño de todo charcutero, tuvo la mala suerte de casarse con un físico, y ahora, claro, le tiene que ocultar a su hija lo que ella no sabe explicar. Y su pareja es uno de esos… no lo llamaría hombre, pero tampoco animal… que tanto parecen gustar en la actualidad y que tan rápido aburren: visiblemente emasculado y con tanta personalidad como una tabla de planchar, la única manera que encuentra de seguir rondado las faldas de su dueña (la cual disfruta apretando el collar un poco más de lo necesario) es la mentira por la espalda y el gemido lastimero.

Sí, a primera vista puede parecer otra colección de imbéciles, pero que nadie se equivoque: no hay un solo “blanco”. Hay “negros”, hay “indios” y unos cuantos colores entre medias, pero no hay imbéciles. Según se dice unas cuantas veces, la protagonista es judía por una parte y descendiente del Anáhuac por la otra. Y hay que admitir que aquí los creadores se apuntaron astutamente un tanto, pues la serie, incluso entre tanto salto astral, disquisición pseudofilosófica y drama bergmaniano nivel 1.1, es capaz de encontrar tiempo para rendir su tributo a los ritos nativos. Aunque ciertamente parece olvidar la parte más importante de aquellos, como las festivas extracciones en caliente, para quedarse con unas inocentes danzas nativas de cuatro planos y veinte segundos. Qué breve y bonito era todo hasta que llegó Cortés.

Así, en un alarde de originalidad sin precedentes, van pasando por la trituradora los retales de obras apenas conocidas: viajes en el tiempo (Regreso al Futuro, Los Vengadores, Perdidos…), la enfermedad mental que te hace genial (Forrest Gump -especialmente-, Una Mente Maravillosa, Joker…), el drama familiar (…), las reivindicaciones de las “minorías” (…), tres gramos (mínimo) de folclore nativo y cuanto se ponga por medio; sin profundizar en nada y sin tan siquiera molestarse en aliñarlo.

Dame más gasolina.
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Donald Rumsfeld
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5
11 de julio de 2017
7 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Claro. Lo que sucedió difiere mucho de lo que cuentan en la serie. A ver, no te digo que en las novelas de R. R. se diga abiertamente, más bien está en el subtexto. Es pura lógica. Esos cuerpecitos no se alimentan de aire. En una sola palabra: Proteínas. Suma a la estatura el notable volumen de masa muscular que caracteriza a los habitantes de los Siete Reinos y el resultado siempre será pollo. Mucho Pollo. Y esas pieles necesitan verduras, frutas, legumbres, una dieta en condiciones. Y qué me dices del pelo o los vestidos. Estamos hablando de un problema de logística muy jodido. Ya no se trataba de una batallita aquí y un polvete allá… Imagina campos de pollos, interminables campos donde los pollos ya no nacen, se los cultiva… mediante magia negra para satisfacer las insaciables necesidades avícolas de la población. Pues eso solo es principio. Porque detrás de los pollos malditos llegó una horda de nutricionistas, cirujanos estéticos y profesores de pilates dispuestos a arrasar con todos los carbohidratos. Ni uno sólo vivió para contarlo. Cuenta la leyenda que Winterfell llegó a ser el sitio con más gimnasios por kilómetro cuadrado de todo el planeta…

-¿Seguro que eso viene los libros?

-En el subtexto. Pero vaya, en la serie dicen millones varias veces. Y cómo se podría mantener ciudades o ejércitos así con una tecnología más bien medieval. Sólo mediante magia negra. Matemática básica. Pongamos dos millones de personas, a medio kilo de pollo diario (los chicos tienen que estar en forma para la batallita de turno) serían no menos de 400.000 pollos sacrificados diariamente. Si no fuera por la magia no podrían ni alimentar a los pollos. El primo de Saruman debía quedar agotado de tanto hechizo agroalimentario. Te digo que no le pagaban lo suficiente. Y con ese clima. Pufff. Así que desde sus mismos inicios todo el sistema productivo de los Siete Reinos estaba seriamente comprometido. Vivían en una burbuja especulativa de magia negra y plumas de pollo.

-Bueno, vale, ¿pero qué me dices del guión? He oído que la gente encontraba reminiscencias shakesperianas.

-Y es verdad. Si coges una obra de Shakespeare y le que quitas el ritmo, la intensidad, la trama completamente medida, la profundidad psicológica, el humor, el ingenio, el humanismo y el virtuosismo verbal, lo que quede debe parecerse a una reminiscencia de algo. Ahora añade un montón de violencia hiperrealista, espectácular y completamente absurda. ¿Tú has observado bien cuál es la visión que da la serie respecto a los procesos que rodean al poder? Drama de alcoba ¿no? Bueno, observa bien y te darás cuenta de que siempre hay unas tetas de por medio. Literal y metafóricamente. ¿Ves las tetas? No, eso que tiene en la boca es un chorrito de semen, que viene de chupársela a otro. Mira las tetas bien y dime qué es lo realmente importante ahora. En realidad, la trama, que tampoco va a ningún sitio en concreto, es sólo la excusa para enseñar estas y muchas otras. Hay cantidad de ellas y siempre de manera completamente gratuita. Por si tienes dudas aquí tienes otras dos.

-Lo que no podrás negar es que el diseño de producción es como el de las películas.

-Ehhh, estoy casi seguro de que muchos de los que comparan en un nivel visual las series con el cine también podrían hablar sin remordimientos de reminiscencias shakesperianas. Mira, no quiero entrar en detalles, pero el formato que usan las series no tiene el contraste suficiente para permitir que el brillo marque bien los colores, por lo que la composición de los planos no requiere el mismo grado de elaboración que en una película. Luego también está el formato de la imagen, la distancia de la cámara, la calidad de los efectos visuales y de sonido, y así hasta el montaje. Es algo que afecta a todas las series en mayor o menor medida, debido, precisamente, a la logística del proceso, por lo que difícilmente podrá cambiar a medio plazo. Así que toda comparación en este punto resulta un tanto ridícula salvo que la película sea muy cutre. Pero incluso en el plano de las series las ha habido mucho mejor acabadas formalmente, The Pacific probablemente sea el listón a superar. Mel Gibson contrató a todo el equipo técnico de la serie para Hacksaw Ridge y los puso a trabajar en el elemento icónico de su filmografía.

-¿Icónico?

-Sí, el potro de tortura. Lugar por el que Mel siempre ha sentido una especial predilección. Todas sus películas tienen potros. Y créeme que no son parte del decorado. Más bien se corresponden exactamente con los momentos cumbre de cada película. Sin embargo, como el es un hombre con amplitud de miras, los potros clásicos, con sus limitados aforos, se le quedaba pequeños, así que decidió deslocalizarlos sobre unas cuantas hectáreas y puso a los chicos de The Pacific a trabajar en ellas. Luego, por aquello del masoquismo, está que al protagonista eso le daba gustito, y Mel, por supuesto, sabe aprovechar la ocasión para alargar la escena cuanto es posible.

-Oye, creo que te has ido del tema.

-Sí, yo creo que es así como Mel encuentra la inspiración. Piensa en potros de tortura y la creatividad le empieza fluir. Eso sí que son hemorragias creativas.

-Bueno, pues a como todos. Ya no sé de qué…
Donald Rumsfeld
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