Después de acabar los 25 episodios, confirmo que esta serie anime está del todo sobrevalorada, con una nota inflada y con unas críticas que no tienen nada que ver con lo visto. La serie de por sí es lentísima, con capítulos soporíferos y reiterativos que no hacen más que cansar a un espectador que continúa simple y llanamente por resolver los interrogantes que hacen de su premisa algo interesante. Pero estos interrogantes ni se resuelven ni parecen tener importancia más allá que lo inevitable.

Y es que el concepto es atractivo: los titanes son gigantes que atacan a la humanidad para comérsela. ¿De dónde surgen dichos monstruos? ¿Por qué se alimentan solo de humanos? Los personajes son incapaces de resolver las dudas, o al menos en parte, y se sujetan con frases banales y en bucle aderezadas con los lloros interminables de cada capítulo (el tal Armin llega a tal punto que solo me producía desprecio).

Olvidable, cansina y soporífera serie que no lleva a ningún sitio.

Si la sinceridad trata de esto, yo no la compro. Desafortunado y, ¿por qué no? hostiable corto de David Galán Galindo, con una Mariam Hernández que dentro de lo que cabe es la que cumple y un Berto Romero que da igual que esté junto a Buenafuente, en un campo de fútbol o actuando en un cortometraje que siempre tendrá la misma capacidad interpretativa: nula. Ah, por cierto, también hostiable. Muy hostiable, diría yo.

Pues resulta que nos tratan de colar estos tres minutos como una oda a la sinceridad. Un ejercicio hortera y sin sostén argumental que se disfraza de discusión navideña en donde un enfermo funcional comienza a soltar burradas a su pareja. Así, tal cual. La pretensión de encontrar el humor en semejante mierda queda difuminada a la primera de cambio.

Triste y penoso. Es más: hostiable.

Sinceramente, la encuentro muy floja. Ni siquiera esos monólogos del "caca, pedo, culo, pis" hacen que esboce una sonrisa, o sus constantes alusiones a sus hijas, o al sexo, o a otros credos o razas. Sé que el humor está cambiando, y la muestra de ello es tamaña nota que tiene esta serie; lo que no quita que otros busquemos los inteligente y lo genuino. Digo lo de genuino porque donde actúa el tal C.K. todos hacen el mismo tipo de humor que él, las mismas referencias y la misma cantinela, así que o todos son iguales, o el no es genuino.
En su lado de actor, pues más de lo mismo (o peor). Anda perdidísimo ante las cámaras, como en la cabecera de la serie (absolutamente un asco), que da muestras de no saber a dónde ir y ni siquiera qué es lo que viene después.
La moralidad es, como todo buen americano, doble. Discurso claramente pro-Obama y luego varios capítulos en Afganistán para complacer al sector republicano ansioso de guerra y de soldados.
Floja, muy floja. Que lo siga intentando...