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España España · Barcelona
Críticas de rober
Críticas 705
Críticas ordenadas por utilidad
6
8 de septiembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una obra mayor de Wilder porque parte de unas premisas argumentales que suenan hoy anticuadas (quizá los roles masculinos no hayan cambiado mucho, pero los femeninos sí), y porque el humor es más obvio y con menos ironía que en otras películas del director. No obstante, si uno la ve liberado de prejuicios, “La tentación vive arriba” aún es hoy una comedia amena y entretenida. La historia se centra en dos personajes principales, aunque el punto de vista de la narración se ponga únicamente en uno de ellos. Tom Ewell y Marilyn Monroe están lejos de ser mis actores favoritos, pero su relación en la pantalla funciona bien. En especial, la mezcla de explosividad-ingenuidad-candor tan característica de la Monroe tiene aquí un peso específico propio en la narración.

Destaco sobre todo un guión endiablado que deja poca tregua al espectador. Los diálogos, sin ser brillantes, son muy divertidos. Hay muchos gags que han pasado a la Historia a partir del mero relato de los personajes, sin ser presenciados por el espectador (ropa interior en la nevera, dedo del pie atascado en la bañera llena de agua…), con lo que son más literarios que cinematográficos. Otros aparecen como meros sueños o imaginaciones del protagonista, y sin duda no son tan destacables. La célebre escena de las piernas de Marilyn en la salida de aire del metro constituye una idea muy audaz para la época. Hay una clara intención de dar un toque de locura a la narración, y a ello contribuyen unos secundarios que enriquecen una ya de por si colorista película. En fin, una película que en otras manos habría dado pie a un perfecto disparate, es una película meritoria gracias al buen oficio de quienes intervinieron en ella. Wilder utiliza la parodia para criticar a la sociedad burguesa americana de los años 50 (con agudas referencias cinéfilas, literarias, musicales y hasta freudianas). El paso del tiempo ha hecho que ese tono burlón sea si cabe más evidente. Creo que es por eso por lo que, a pesar del anacronismo de su argumento, la película aún funciona.
rober
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8
13 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pequeño descubrimiento. Jan Ole Gerster utiliza un estilo entre Truffaut y Woody Allen, aunque matizado por un aire gris de intrascendencia, para relatar una historia trufada de absurdo existencial, que va calando poco a poco. Tom Schilling interpreta brillantemente a Niko, un joven berlinés perdido en su falta de valores, e incapaz de buscar salidas ni respuestas. A mi entender, el mérito de esta obra es que el protagonista, un ni-ni mentiroso y parásito, con muy poca capacidad de empatizar y de sacrificarse por los demás, nos llega a caer bien. Y ello no pasa precisamente porque sea un pícaro divertido y encantador, sino porque quizá nos vemos reflejados de algún modo en él. "Oh boy" es tan buena porque nos muestra nuestras propias contradicciones, aunque sea bajo la máscara de la parodia.

Aparte de que hay escenas memorables de comedia negra que funcionarían por sí solas como sketches (en especial, la del cajero y el mendigo), cada detalle de la película (cada mirada, cada frase) está cargado de ironía y sarcasmo. Hay un humor negrísimo que hace de la película una obra ágil y muy divertida, pero también hay en cada escena un poso de tragedia y fatalidad. Niko es un joven que a nuestros convencionales ojos podría tenerlo todo para ser feliz, pero al que nada parece irle bien. Sin embargo, hay una extraña actitud de resignación ante lo que la suerte pueda depararle. Tras el desplante de su padre en el campo de golf, la respuesta de Niko es apurar los vasos de aguardiente. Sólo con la abuela del camello, y con la placidez de su sillón reclinable, parece encontrarse a gusto. El reencuentro con Julika no puede ser satisfactorio porque implica pasar cuentas con un pasado que nada importa... Sobre todas las escenas, destaca la del encuentro en el bar con el viejo borracho. Aunque al principio molesta, es el único momento en el que Niko parece verdaderamente implicado en la conversación. El drama del hombre que ha de vivir toda su vida con la carga de haber sido un niño nazi es el contrapunto perfecto para la historia de Niko... O quizá para la nuestra.

A pesar de su tono de comedia, "Oh boy" desborda mala leche (muy agria). El símbolo del café como elemento redentor aunque efímero es muy certero para ilustrar el mensaje de esta obra. Muy recomendable.
rober
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9
13 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente aquí se le fue la olla al bueno de Eisenstein. De las películas propiamente de "propaganda", ésta quizá sea la más maniquea y exagerada. Los pobres obreros no pueden ser más buenos, los empresarios y sus espías-agentes no pueden ser más malos. La manera en que se retrata a los capitalistas dueños de la fábrica es casi tan paródica que creo que resultaría exagerada incluso para la mentalidad del espectador de la época. Y, desde luego, hay escenas de una brutalidad incomprensible e inverosímil. Una cosa es hacer una peli de propaganda política, y otra muy distinta presentar al adversario como un absoluto sádico degenerado...

Eso sí, si prescindimos de eso, la peli es increíblemente buena. Me pasma observar como ya en 1924 un director podía tener tan clara cuál era la fuerza del lenguaje cinematográfico. La película es una sucesión vertiginosa de metáforas visuales, construcciones de montaje, encuadres imaginativos... Los planos son poderosos y están hábilmente pensados para llamar la atención del espectador: la presentación de los "agentes infiltrados", las fotografías que cobran vida, la imagen de los brazos cruzados de los trabajadores, el tintero que cae, la matanza de ganado... La película es una sucesión inagotable de recursos de este tipo, lo que hace ver que ya en aquella época algunos genios se habían dado cuenta de que el cine era mucho más que teatro filmado.

A veces, las ganas de transmitir un mensaje concreto hacen que se resienta el conjunto (el argumento y la historia también han de cuidarse), y también es cierto que cuando hizo esta película Eisenstein aún había de depurar su estilo, sin que un film pueda ser una mera exhibición de alardes cinematográficos. Pero qué le vamos a hacer, yo he gozado como un indio, me ha dado la impresión de que he presenciado una verdadera lección de Historia del Cine, y eso ha de influir en mi nota...


(Rev 15/01/2012)
rober
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7
8 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi entender, esta película tiene un hándicap. La trama es enrevesada y se cuenta de una manera deliberadamente confusa. Es fácil que el espectador, fascinado por lo que está viendo, caiga en el juego evidente de intentar entrar en la mente de cada personaje, sobre todo por los múltiples y evidentes señuelos que salpican todo el metraje. Sin embargo, el desenlace es descuidado y ese argumento tan complicado se resuelve (?) de un modo bastante discutible. Da la impresión de que a Urbizu se olvida la historia que está contando. Quizá él mismo la termina sacrificando deliberadamente. En contra de lo que la mayoría de espectadores pueden pensar hasta bien avanzado el metraje (entre ellos, yo) "No habrá paz para los malvados" no es un western clásico trasladado al siglo XXI, y José Coronado no es John Wayne. Hay una sensación de contradicción en el mensaje que se nos quiere transmitir, que yo creo que el propio Urbizu alimenta.

En realidad, el director busca con esta película un cine más de sensaciones que de historias. Y a fe que cumple con creces su objetivo. "No habrá paz para los malvados" es una sucesión de dentelladas cinematográficas, desde las escenas de acción (menos de las que parece) hasta el último de los cubatas (por llamarlos de algún modo) que Santos Trinidad se toma. José Coronado borda su papel de Llanero Solitario. El resto de actores, con su contención y estoicismo milimétricamente calculados, son el contrapunto perfecto. Esta es una película negra cien por cien. Tensión en estado puro. Lo verdaderamente grande es que casi nunca sabemos qué está pensando el protagonista, pero aún así sobrecoge igualmente. Y ése sí es un gran mérito de esta película irrepetible, sentir que se te revuelve el estómago a pesar de no llegar a entender muy bien qué pasa en la pantalla.
rober
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6
7 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película que no dejará indiferente a quien vaya a verla por el reclamo de Tony Servillo. Otra lección de interpretación. Todo un grande al que hemos descubierto demasiado tarde en este país.

Sin embargo, la complicación de la trama termina lastrando la película. "Viva la libertad" es una fábula ligera sobre la clase política y el borreguismo de la ciudadanía en Italia y, por extensión, de toda la civilización occidental. En ese contexto, la película es agradable de ver, incluso a pesar de que quizá la mordacidad se queda en la superficie. La comedia podría haber sido más negra. De todos modos, basta con disfrutar de Servillo y de unos actores que están siempre a la altura. También la película funciona desde el punto de vista de crítica social. La distinción entre loco y cuerdo está totalmente difuminada en nuestros días. Y si esa reflexión se traslada mediante gags verdaderamente divertidos, el conjunto funcionará.

El problema es cuando la historia deriva al melodrama. La parte final va decayendo hasta hacer que salgamos del cine con una sensación un poco agridulce. La fuerza de esta película radica en lo absurdo de un sistema político que más parece un circo que un sistema de organización social, y en la deliciosa biporalidad de un Tony Servillo en estado de gracia. No puede ser que todo se mezcle con situaciones más bien absurdas de conflictos pasados que nunca se terminan de explicar. Una forma fácil y tramposa de captar el interés del espectador en algo que de otra forma no lo tendría.

El desenlace, de todos modos, es brillante. Un final "abierto" que encaja como un guante en esta deslavazada pero, a fin de cuentas, interesante obra.
rober
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