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Críticas de Pedro Triguero_Lizana
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Críticas 1,473
Críticas ordenadas por utilidad
7
6 de agosto de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El penúltimo largometraje dirigido por Chaplin, y el último protagonizado por éste, es un film satírico, a veces divertido, a veces amargo y triste, y siempre sorprendente, rodado no en Nueva York, Estados Unidos, sino en el Reino Unido, concretamente en los estudios Shepperton. Teniendo en cuenta cuestiones biográficas (la campaña contra Chaplin que se desató en los Estados Unidos años atrás, y que culminó con la salida del famoso cómico de este país) y teniendo en cuenta que Chaplin había realizado casi toda su carrera cinematográfica en el cine estadounidense, la historia que cuenta esta película podría entenderse como una síntesis rapidísima de la trayectoria de Chaplin en los Estados Unidos: llega sin dinero, se hace famoso haciendo el tonto, y finalmente se marcha a Europa, ante los problemas que se le presentan.

Era lógico que, después de varios años sin hacer una película, después de lo que había vivido, y ante la evolución del mundo moderno, Chaplin, en la línea de "El gran dictador" (The Great Dictator, 1940), volviese al terreno de la sátira, haciendo así una sátira de los ritmos musicales modernos (son los años del rock and roll), de la televisión y de la publicidad, incluso de la política. Pero poco a poco, y de una manera muy curiosa, esa fuerza satírica se centra en, o contra, la mismísima "caza de brujas" del maccarthysmo. Esta crítica satírica de este negro período de la historia reciente es tan valiente como apropiada, porque Chaplin fue una víctima más, y tal vez sea la primera vez que el cine recoge esta crítica. Pero lo que sí se le puede criticar a Chaplin es la falta de unidad en la sátira, una sátira que pasa de un tema a otro, y que ve el mundo de los años 50 como un mundo enloquecido, desde una perspectiva tal vez anticuada, y sin duda amarga. "Un rey en Nueva York" es una de las películas más amargas de Charles Chaplin.
Pedro Triguero_Lizana
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9
17 de julio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto por fin este largometraje de Stanley Kramer, pero no en las mejores condiciones, ya que la he visto en una copia en VHS que no respetaba el formato en Ultra-Panavisión, y con una duración de 128 minutos (la duración verdadera de esta película es un misterio para mí, ya que varía según las fuentes consultadas; según alguna de ellas, dura más de tres horas; en todo caso, es posible que haya varias versiones con distintas duraciones, pero estaría bien ver una versión definitiva sin cortes).

Este film es una comedia divertidísima, a la vez que una "road-movie", y al mismo tiempo que uno de los primeros films de Hollywood que hacen reír con unos pasajeros de avión en peligro (luego vendrían los "Aterriza como puedas"). Pero, quien se quede sólo con eso, se quedará en la superficie, porque aquí hay una visión demoledora de la sociedad norteamericana, una visión con una carga crítica impresionante, que parte de lo más evidente y criticable, la avaricia de los protagonistas, su ceguera y egoísmo, su locura a la hora de buscar los 350.000 dólares escondidos en el Parque Estatal de Santa Rosita, California, por "Narizotas" Grogan (Jimmy Durante) para extenderse hacia todo lo demás. El diálogo entre Terry-Thomas y Milton Berle en un automóvil, en el que el primero, en su calidad de extranjero, critica el matriarcado americano y la obsesión por el busto de las mujeres americanas, lo dice todo al respecto.

Hay que destacar las breves apariciones de famosos cómicos, como Joe E. Brown, el ya citado Durante, Jerry Lewis y hasta Buster Keaton. Es posible que, en versiones más largas que la que he visto, estas actuaciones sean un poco más largas. Sólo con lo que he visto, diría que se trata de uno de los mejores largometrajes dirigidos por Kramer.
Pedro Triguero_Lizana
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6
9 de julio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Delicado delincuente" es la primera película de Jerry Lewis tras su separación artística de Dean Martin, y su primer largometraje protagonizado en solitario, un largometraje que, entre otras razones, es interesante por mostrar cómo y hasta qué punto el delincuente juvenil se había convertido en un tópico, en un lugar común, en un personaje con una mítica propia, en el cine estadounidense de los años 1956-1957. Este film aprovecha esta fama, esta actualidad del tema, para jugar con él y hacer no una parodia en el sentido estricto, pero sí un film de humor con buenas dosis de ternura, y una línea narrativa centrada en una historia de superación personal, la del protagonista, que pasa de portero a policía.

La historia, al menos en su comienzo, puede resultar un tanto engañosa -y al malentendido ayuda el título del film- porque el protagonista no es ningún delincuente, sino un buen chico que trata de no meterse en líos, pero que tiene la mala suerte de vivir en un barrio conflictivo, en el que vive junto a verdaderos delincuentes juveniles, por lo que, nada más empezar la acción, es detenido y llevado a la comisaría de la Policía.

Para mí es un film entretenido e interesante, sobre todo por el modo en que Lewis compone un personaje desvalido e ingenuo que quiere despegarse del ambiente en el que vive; pero, en general, es un film al que le sobran diálogos y buenas intenciones. Lo mejor es la secuencia previa a los títulos de crédito, sin diálogos, casi un "ballet" barriobajero, y toda la parte que transcurre en la academia de Policía, una loca academia de Policía que anticipa la de los años 80.
Pedro Triguero_Lizana
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8
20 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de un divertidísimo cortometraje, que he visto doblado al español, con Laurel y Hardy doblándose a sí mismos. El humor de esta célebre pareja de cómicos se basaba, como se advierte aquí, no sólo en la acción puramente física, normalmente de resultados desastrosos -golpes, batacazos, accidentes- sino también en la mímica - de la sonrisa al llanto, de un extremo a otro- y en los diálogos, si bien esto último es lo menos desarrollado, lo que no quita que no ayude al resultado final. Pero a principios de los 30 no se podía hacer "slapstick" puro y duro, había que acompañarlo con algo más; el cine ya era sonoro, y había que hablar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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8
3 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin he podido ver esta película, puntal del cine de denuncia y del cine político en su día, y me ha gustado mucho, aunque con matices. Por un lado, el reparto agrupa a buena parte de la plana mayor del cine francés de la época. No obstante, el personaje de Irene Papas es completamente innecesario, y si se eliminaran todas sus escenas, la película no se resentiría en absoluto. Jacques Perrin, además de su labor como actor, se embarcó en la tarea de producir el film, en régimen de coproducción entre Francia y Argelia (el rodaje se llevó a cabo en este último país).

Es habitual entre los que escriben sobre cine y son de derechas, cuando valoran una película que ofrece un enfoque que puede considerarse de izquierdas, que se apresuren a decir que esa película es maniquea. Pues bien, en el caso de "Z" tenemos una película de izquierdas que no es maniquea, y que, desde un estilo seco y conciso, reconstruye un caso real, el asesinato de un político pacifista griego, Lambrakis, en 1963, según la novela de Vassili Vassilikos, adaptada por el español Jorge Semprún. En ningún momento se especifica el país en el que transcurre la acción, pero se sobreentiende que es Grecia, la Grecia de los años previos al golpe de estado que, en 1967, dio lugar a la "dictadura de los coroneles".

La fuerza de las imágenes y de la historia es tan grande que hace que este film sea más que la reconstrucción de un asesinato político, más que un excelente ejemplo de cine de denuncia. Lo que consiguen Costa-Gavras y Semprún desde el compromiso de las izquierdas es analizar el funcionamiento de una democracia limitada, como la de Grecia en los años previos al golpe militar del 67; estudiar el ejercicio del poder en un régimen político que aparenta ser una democracia, y, en realidad, no lo es. En el país de "Z" -basado en la realidad, aunque no tenga nombre- la connivencia entre la policía, el ejército, el gobierno y la casta política dirigente, y la clase judicial, es tan grande, que la democracia se convierte en una farsa. Sólo la alianza entre la prensa, ayudada por algunos testigos valientes, y los partidos políticos de la oposición, puede sacar la verdad de los hechos a la luz de una opinión pública que no se deje manipular.

Mientras haya democracias limitadas, corruptas, o débiles, "Z" seguirá siendo una película de actualidad, y de obligada visión.
Pedro Triguero_Lizana
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