CINE con mayúsculas, del de verdad.
Parece mentira que estas películas no se difundan con más intensidad, sobre todo para las nuevas generaciones, para los que están iniciándose en el CINE, para los futuros amantes de este Arte.
Asistes a un portento que, desde el principio de atrapa, te atropella, te cautiva y no te deja ni respirar. Acaba la película y parece que empezó hace cinco minutos, el tiempo no pasa, queda detenido.
Lo que más te duele al verla y poder comparar, es la inmensa mierda y basura que nos inunda actualmente. ¡La globalización cinematográfica de la mierda para todos y todas!
Y ahora vayamos a la película.
La producción es espectacular, una explosión de ideas y de originalidad y, además, sin necesidad de invertir millones de dólares.
La dirección de Orson Welles es una obra maestra: el manejo de la luz, la perspectiva, la dirección de actores, el movimiento de la cámara, el ritmo..., no desperdicia ni un plano, ni una secuencia, un espectáculo visual. Un Manual de cómo hacer CINE.
La historia, sobre la corrupción policial, la brutalidad, la manipulación de pruebas, es muy interesante y está desarrollada a un ritmo vertiginoso. Suspense e intrigas de primera, sin tiempo para el aburrimiento.
Con respecto a los protagonistas, un derroche de expresionismo a base de primeros planos desde perpectivas imposibles, la inmensa presencia corporal de Orson Welles invade la pantalla. Y los demás no le van a la zaga. ¡Hasta Charlton Heston parece otro!

Me ha sorprendido. No me esperaba una película española tan bien hecha, desde el punto de vista de lo que es el lenguaje cinematográfico.
La realización es excelente, con una buena dosis de imaginación y de creatividad que se reflejan en la fotografía. Todo un placer visual.
Para que aprenda más de uno y de una; que no basta con tener dinero; que hay que tener ganas e ideas, sobre todo ideas.
Lo mejor es la dirección, cerebral y meticulosa, que en todas las ocasiones ha intentado ofrecernos un espectáculo de CINE, cosa que hay que agradecer. Todos los planos y secuencias están trabajados como un cuadro, como una obra pictórica. Sabe dirigir.
A todo lo cual hay que añadir un montaje acertado y dinámico, siempre centrado en la tensión, capaz de mantener el suspense y la intriga hasta el final. No se pierde en tonterías.
La historia es la que es y hay que aceptarla como tal. Un cuento, algo infantil pero con una buena dosis de humor para unos demonios casi humanos. Me ha gustado porque se sale del cutrerío actual.
Los protagonistas están muy bien y convincentes. A destacar los demonios y sus caracterizaciones. ¡Soberbias!
Resumiendo: totalmente recomendable.
P.D. : está claro que los críticos oficiales, en su momento, no fueron convidados a jamón y similares...

Si tuviera que compararlo con un libro lo haría con "El Principito" de Saint-Exupéry. Ambos derrochan humanidad, imaginación y sensibilidad, y además son incansables.
La película tiene tres ingredientes:
Una música de piano, hermosa,tranquila, monótona,..., que induce al sosiego y a la contemplación.
Un dibujo expresionista, elegante, preciso e imaginativo.
Una metáfora hermosa sobre la naturaleza de los seres humanos.
El director ha tenido el acierto de combinar estos tres elementos en las proporciones adecuadas para conseguir un maravilloso cóctel.

La historia trata de lo que somos, que no son más que nuestros recuerdos. De la necesidad de aferrarse a ellos porque una vez que los perdamos dejamos de ser nosotros mismos.
Así, empieza en la habitación con las paredes llenas de retratos de sus familiares.
La pipa, que se le escapa por la trampilla de su vida pasada, representa sus recuerdos. Y se niega en redondo a cambiarla por otras aunque sean mejores y más modernas. ¡Quiere su pipa, y el traje para bucear, para ir por sus recuerdos!.
Y bucea... y ve la cama en la que, con amor cuidó a su mujer, enferma y moribunda; y el sillón alrededor del cual está la familia feliz, mujer, hija, yerno, nieto; y el día de la pedida de matrimonio de su hija; y la mesa en la que daba de comer a su hija cuando era niña; y la cuna con los juegos infantiles; y el noviazgo con su mujer y su danza, entrelazadas las manos, feliz alrededor del gran árbol; ...y recoge la abandonada copa del suelo, la de su mujer; y vuelve la vista hacia arriba, hacia la casa que está emergida en la superficie, hacia su vida; y sube, a su casar, retorna a su habitación llena de retratos.
Pero ya no está solo, nada más lejos de la realidad, y prepara la cena con dos copas, la de su mujer y la suya, y vierte el vino y brindan felices por tener aún recuerdos...

Para terminar, como todo el CINE con mayúsculas, se puede ver una y otra vez; y siempre es diferente a la anterior. ¡Lo que es el CINE!.

Para hacer una película, como si fuera una obra de teatro, se requiere, en primer lugar, una buena obra, con unos diálogos interesantes y, en segundo lugar, una hábil dirección de actores, capaz de mantener el suspense e intrigar a los espectadores.
Pues aquí, no tenemos ninguna de las dos cosas.
La historia está algo requetevista y casi no tiene desarrollo, porque siempre se mueve por los mismos lugares, una y otra vez, haciéndose pesada y aburrida. Si le añadimos que la dirección de actores deja mucho que desear y que los protagonistas actúan como si estuvieran en "Aquí no hay quien viva", el resultado es Regular.
Resumiendo: no hay nada que destacar y no es para verla dos veces.

Lo primero que hay que decir es que la producción, en todo lo que concierne a la época en la que transcurre la acción, es excelente. No es que esté plagada de ideas brillantes pero se le nora que dispusieron de abundantes recursos económicos y supieron emplearlos.
Pero claro, en el Cine no basta con la producción; tiene que haber más cosas y por esta razón la dejo en un 6 (interesante). Creo que le falta mucho para llegar al notable.
Dicho lo anterior, la película tiene dos partes: la primera, que es la mejor con diferencia, y la segunda que es algo pesada y aburrida.
En la primera parte el director nos hace una magnífica demostración de cómo se maneja una cámara. Es un auténtico placer el recorrido que hacen los dos protagonistas por las trincheras. También es verdad que recuerda mucho a Kirk Douglas, en Senderos de Gloria de Stanley Kubrick.; salvando las diferencias, lógicamente.
La segunda parte se viene abajo porque la historia carece de un mínimo desarrollo que sea de interés. Ni drama, ni personajes, ni intriga, ni emoción, ni nada que se les parezca. Resulta vulgar y soporífera. Un fallo estrepitoso de los guionistas.