Es fácil soterrar una película, cuando esta ha sido un fracaso, cuando una estrella del cine se aleja de lo que, a priori, es lo único que sabe hacer, o cuando forman parte del proyecto individuos carentes de prestigio. La que nos concierne aquí, en concreto, tiene un poco de cada, pues al fin y al cabo Stallone nunca ha gozado del suficiente prestigio hasta tal punto de que no se pusiera en entredicho su labor en el mundo del cine. No obstante, si uno se fija, las tres pueden ser correlativas, y es un poco lo que sucede aquí, pues aquí Stallone no reparte tiros ni puñetazos, de hecho está muy tranquilo durante toda la película, de la cual además, él firma el guión.

El problema de estas películas, con las que tan a gusto puede resultar cebarse, es la carencia de solidez argumentativa, que viene a querer decir 'que todo se adopte al camino que va tomando el guión', aunque se infiera en un absoluto contrasentido. Bien, aquí no estamos hablando de cine mayor, superior, pero no me ha parecido ver ninguna falta grave, los cambios en la conducta de los protagonistas no son tan imperdonables, máxime si esas bruscas permutas están orientadas al servicio del bien, de un mensaje humanista, agradable de ver, en medio de un entorno tan competitivo, que suele reflejarse en el cine como una nihilista retahíla de amoralidades, lujurias y soserías sin mayor valor que el de un pañuelo desechable.

No obstante esta película es diferente, si bien a todos nos es conocido que Stallone en ocasiones resulta demasiado parco en palabras que describan sentimientos y estados de ánimo, que no profundiza y en ocasiones se queda corto como narrador, pero por otro lado se agradece que no resulte un dramón tópico de lágrima gorda. Syl es un tipo sencillo y corriente, bienintencionado, al que le gusta la acción, que ha escrito un guión para una película que busca romper una lanza a favor de la amistad en un entorno competitivo, sin adornos ni florituras, ni pretensiones, por lo que quizás resulte injusto ese descalabro en taquilla, lo cual le ha supuesto desprestigio. ¿Por qué es injusto? Porque viendo la bazofia palomitera que pulula por los carteles hollywoodienses, enfocada al consumo familiar, especialmente, provista de valores denigrantes, de repugnante mezquinidad y la más simple y elemental de las gilipolleces, se ha difícil contener las ganas de vomitar. Y eso es lo que triunfa y lo que no se lleva Razzies, amigos míos. No estoy diciendo que aquí tengamos un equivalente a la película con el mejor guión, o con la mejor caracterización de los personajes, pero horrible lo que se dice horrible no es.

Resulta cierto que no es para un sector demasiado extenso, pues es cierto que si no tienes un mínimo de interés por el cine de acción, si no te palpita nada con las escenas más trepidantes, poca cosa se puede hacer, afirmación cual practicamente podría tachar todo lo anteriormente dicho acerca de que esta película debería de haber tenido mejores cifras, pero dentro de sus limitaciones consigue tener unos personajes mejor dibujados que los que suele haber en este tipo de propuestas, relacionadas con las carreras de coches. Esta sería una buena virtud, por ejemplo. No es la cinta perfecta para proyectarla en un concurrido cine, pero quizás se trate de una buena decisión a la hora de tener una agradable sesión de cine en tu casa.

Máxime si es francesa, lo cual automaticamente te conferirá la insignia de moderno y liberal.

Al terminar de ver esta película uno tiene la impresión que la obra no es más una tontería sin gracia. La narración es fría y no logra hacer que el espectador sienta empatía hacia la protagonista. La incoherencia no es su mayor defecto, pero tampoco podría decir que tenga demasiado sentido. Nada te importa en 'Crudo' más allá de averiguar el nuevo macabro disparate con el que se va a tratar de escandalizarte pero siempre solo a modo de distracción hasta que acabe la película, en ningún caso se bordea siquiera la trascendencia. No es una película de terror porque más allá de lo desagradable carece por completo de la tensión que caracteriza las buenas obras del dicho género por lo que solo queda poder clasificarla como drama. Bajo ese enfoque tampoco alcanza el acierto, más que nada porque no logra implicarte en el problema narrado, no produce ningún sentimiento propio de una narración memorable (coraje, tristeza, frustración). De hecho no se entiende muy bien lo que le sucede a la protagonista, no es algo normal ni explicable que se pueda agarrar por alguna parte. Tampoco se desarrolla de una manera interesante, no hay ninguna buena idea detrás. Soy consciente de que esta obra pretende ser más intuitiva que explícita, pero este metraje amateur parece que no quiere o que es incapaz de transmitir más que la delirante evolución de una joven que ha contraído de una enfermiza compulsión. Su reclamo, la repugnancia de las imágenes, es también a la vez lo único que ofrece. Una provocación sin mayor razón de existir que la misma atracción que pueda suponer para algunos el dicho término que es la misma esencia de la película.

No la puedo valorar objetivamente porque conocía la novela y sabía lo que iba a ocurrir, de todos modos, la realización de las secuencias finales me parecen acobardadas*

Creo que Malena Alterio será recordada por ese personaje porque al fin y al cabo, es una rareza, y ya no estará tan encasillada por el imaginario colectivo como la novia de Emilio de Aquí no hay quién viva.

El principal problema es que ningún tramo de esta masacre genera una verdadera sensación de gravedad, sin embargo sigues mirando ya que los fuegos artificiales son vistosos, pero no te importa demasiado nada de lo que pueda ocurrir. Eso sí, el espectáculo no da respiro. No obstante, me molesta que los diálogos sean tan elementales y absurdos, que denoten indiferencia, que no le den valor a nada, que adopten la actitud de un detestable niño malcriado al que le aburre todo menos patalear por no conseguir un enésimo capricho banal. Casi preferiría que no abrieran la boca, ya que el insustancial guión obliga a los personajes, ya unidimensionales de por sí, a mantener una actitud frívola ante cualquier circunstancia por muy grave que sea y decir idioteces de preescolar, haciéndolas pasar por ingeniosas muestras de sarcasmo.

Al margen de que esta gente no sangra, no se cansa, no tiene miedo, no siente, no padece, no se quema, es indestructible, le da igual todo, a la historia no la he encontrado mucho sentido. Hay explosiones y tiroteos, la gente se pasea por las ciudadeas con armas de guerra como si nada, matando a todo aquel que esté de por medio y nadie hace nada al respecto, la impotencia es total. Me sorprende el absoluto grado de impunidad con el que proceden estas personas porque me parece que pesan más decenas de asesinatos a plena luz del día que ocultar o demostrar el abuso de poder que ha ejercido un alto cargo del servicio secreto. Pero tengo que reconocer que no estoy hablando con propiedad ya que no sé con exactitud a qué es lo que le da prioridad la legislación de cada país. Por tanto no me queda otra que conceder el beneficio de la duda y otorgar el aprobado.

Me hubiera gustado poder escribir algo más entusiasta acerca de una película que es clasificada como comedia negra, pero a mi me ha parecido bastante deprimente, pesada y desagradable. El ritmo es muy lento y ningún personaje cae especialmente bien, los diálogos no me hacen gracia y no me sumergen en una película en la que escasean los acontecimientos narrativos.

Hay dos frases que te sacan una sonrisa, pero ya. Me esperaba un duelo interpretativo memorable y vibrante, pero resulta el personaje Farrell (viene de hacer la estupenda 'The Gentleman' en la que daba vida a un criminal ingenioso y divertido) es un individuo que bordea el atraso mental, lo cual le quita bastante emoción a la cosa.

En esta película actúan tres actores que trabajaron en 'Calvary', y los tres tenían personajes más agradecidos en esa que digo que en la que nos ocupa (el propio Gleeson era un sacerdote que no tenía reparos a la hora de mostrarse sarcástico e impertinente si la ocasión lo requería, aquí solo me hizo gracia cuando le reprocha a Farrell el ser capaz de hablarle durante dos horas, y de manera ininterrumpida, acerca de los excrementos de su burra; en la de 2014, Gary Lydon era un inspector de policía con gustos homosexuales bastante más llamativo y carismático que el lerdo y violento policía de pueblo al que da vida aquí, un tipo alcohólico, grimoso y repelente que abusa de su hijo, disminuído mental; y Pat Shortt también se veía mejor en la peli irlandesa, como aquel tabernero budista que guardaba un bate de béisbol bajo la barra, aquí repite oficio pero ¿para no desentonar con la fauna local? da la sensación de ser un tipo algo limitado. En esa isla todos dan la sensación de andar un poco pillados de la cabeza...