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España España · TOLEDO
Críticas de MAFALDA
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Críticas 151
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
17 de abril de 2013
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para una vez que en una reunión de amiguetes, aunque el motivo sea ayudar a la desintoxicación de la protagonista, a uno le da por leer en vez de beber hasta caer redondo, resulta que elige un extraño libro encuadernado en piel humana, escrito con sangre, que resulta ser el “Libro de los Muertos”, y se las apaña para interpretar las complejas formulas y rituales que contiene despertando, sin querer, a una serie de entidades malignas. ¡A partir de ahí estás jodido!

La única manera de ver esta película sin experimentar repugnancia, auténtico pavor y eludir unos sustos del carajo, es poner los ojos en modo persiana veneciana para verano. Solo así podrás salir del cine dignamente, como un machote, y decir que no era para tanto. Pero si que lo es.

¿Es esta versión peor que la original de San Reimi? No lo sé porque no he visto la primera. ¿Se puede recomendar esta película? Nooooooo, salvo que estés seguro de que la persona a quien se la aconsejes tenga estomago suficiente para aguantar tantas escenas gore y un corazón fuerte a prueba de sobresaltos. ¿Es una buena película? Yo afirmo que sí. Como amante del terror, que siempre arrastra el estigma de ser considerado un género inferior, he de decir que cumple de manera sobresaliente los requisitos que exigen las normas de calidad: el demonio es espeluznante, la cabaña en medio del bosque terrorífica, la sangre corre a raudales y no dejas de experimentar miedo y asco en el bosque, que no en las Vegas.

Fede Álvarez, el director, con ese nombre tan amigable y cercano, no sé si en un intento de alejarse de la versión de Reimi, rechaza la utilización de dos elementos habituales en este tipo de películas: no hay ni humor ni sexo. ¿Qué consigue con eso? Pues que no te relajes en ningún momento, que no bajes la guardia ni dejes de prestar atención y que la hora y media de metraje suponga una auténtica oda sanguinolenta y escalofriante durante la cual casi, casi, llegas a vomitar en algunas de las escenas.

Estamos ante una cruenta recopilación de los mejores instrumentos y objetos para matar (cuchillos, sierras eléctricas, escopetas), las técnicas “más depuradas” para lograrlo (hoguera, enterramiento en vida, desmembramiento, caídas en el baño…) y una selección de los miedos psicológicos que más atemorizan a los humanos (la culpa, la soledad, no ser capaces de ayudar a las personas que queremos...).

Grité mucho y bien. Experimenté náuseas a veces. Cuando me fui a acostar me acordaba de algunas escenas… La película es buena.
MAFALDA
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7
15 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que la película esté narrada por Jack Harper, el héroe superior a los demás por su fuerza y coraje, con una misión definida, aunque el no sea consciente (oblivion significa olvido), no creo que haga la película tediosa, como afirman algunos críticos, sino que le confiere un halo trascendente, épico, que ayuda a empatizar al espectador con él. La añoranza que reflejan la voz y las palabras del protagonista por el pasado, acompañada de unas imágenes espectaculares (creo que los exteriores han sido rodados en Islandia), producen cierta tristeza a la vez que invitan a la esperanza.

De hecho, la importancia que el protagonista otorga a determinados objetos, en especial a los libros (la cita sobre Horacio del libro “Cantos populares de la Antigua Roma”, del poeta y político inglés Thomas Macaulay, resume el mensaje de la historia), refleja que la felicidad está al alcance de nuestras manos dado que está se encuentra en las pequeñas cosas. El cuadro de Hopper así lo rubrica.

Aunque no rechaza la tecnología si demuestra cierta reticencia hacia su uso y abuso y casi es un alegato hacia la vuelta al estado de naturaleza, representado por la rustica cabaña al lado de un lago en la cual, al depositar cuidadosamente sus Ray-Ban y la gorra de los New York Yankees, mientras suena de fondo un viejo disco de vinilo (“A Whiter Shade of Pale”, del grupo británico de rock Procol Harum, convertida en melodía de culto), transforma en hogar.

El relato del futuro postapoliptico está contado de manera acertada porque a la vez que narra el día a día del operario mecánico que se supone es Jack, inserta los retazos del pasado en los que nos va desvelando como se llegó a ese presente, tan frío, y como se avanza hacia ese futuro, en principio esperanzador, en Titán, la luna más grande de Saturno.

La película está repleta de referencias y homenajes a clásicos de la ciencia ficción. Para demostrar que el ataque que ha sufrido la tierra ha sido catastrófico, además de la Luna medio rota, se explaya en mostrarnos las ruinas de los edificios emblemáticos americanos (la Estatua de la Libertad, como en “El planeta de los simios”, el Empire State, el pentágono, el capitolio, el Puente de Brooklyn o el Yankee Studium).

Por una vez, y sin que sirva de precedente, he disfrutado con las maquinas y artilugios que aparecen porque tienen un diseño muy llamativo y elegante, algo que no es de extrañar dado que Joseph Kosinski tiene estudios de arquitectura y eso se nota, sobre todo en el diseño de la casa-plataforma en la que residen Jack y su compañera… ¡alucinante la piscina!

Fantástica la nave en la que se desplazan, sobre todo por la forma de despegar imitando el salto del ángel, un salto estirado ejecutado con la cabeza inclinada hacia atrás, la espalda un poco arqueada y manteniendo los pies juntos de manera que formen una línea recta desde las caderas hasta los dedos de los pies. Al saltar hacia arriba los brazos se extienden hacia los lados hasta la altura de los hombros, manteniéndolos así hasta que el saltador está cerca del agua, momento en el que se juntan por encima de la cabeza y las manos se ponen de forma que entren en contacto con el agua antes que el resto del cuerpo. La nave lo reproduce a la perfección.

Los Drones (yo los llamo los K-Drones por lo malos que son, je, je) son unas pelotas de ceño fruncido y bizcas, que disparan hacia todos los lados, y que, cuando no tienen ángulo de tiro suficiente, sacan a relucir su lado poligonero y se dedican a empujar a las otras naves como si de los coches de choque se tratara.

La película, sin ser una gran historia, me ha resultado entretenida y visualmente muy atractiva. Creo que merece la pena verla (y eso lo dice alguien que no es fan precisamente de este género, lo cual es de tener en cuenta ¿no?).
MAFALDA
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8
18 de marzo de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leí “Anna Karenina” hace mucho tiempo, creo que con 15 o 16 años, y al igual que me pasó con “Madame Bovary”, entonces no me gustó. Con esa edad aún no había entendido que hay novelas universales extrapolables a cualquier tiempo y lugar, pero que otras no pueden entenderse sin el contexto histórico y social en el que se desarrollan.

Ambas obras se encuadran dentro del realismo, corriente estética que surgió en la segunda mitad del siglo XIX, cuyo rasgo fundamental es el intento de reproducir la realidad de la manera más fiel y exacta posible. En la literatura destaca por el uso de descripciones minuciosas de lugares, paisajes y objetos, centrándose en la vida cotidiana de las personas, mecidas por el devenir histórico, presentando personajes complejos, que van evolucionando a lo largo de la novela, condicionados por su entorno social y económico, asustados por sus pasiones, sometidos a estrictos códigos de conducta y a reglas que exigen que, quienes se atreven a transgredirlas, lo paguen muy caro.

Llevar al cine una obra maestra de la literatura debe imponer, por la presión que supone no ser capaz de estar a la altura del autor, y tal vez eso sea el motivo por el que Joe Wright decidió empezar a contar la historia de Anna como si nos encontráramos dentro de un torbellino: la cámara gira y gira sin parar 360 grados (por eso la Biodramina, os hará falta creedme) presentando una abundancia de cosas que ocurren a la vez y a las que casi no puedes prestar atención por el mareo que llevas encima. Si a lo anterior le unes que el director, en vez de buscar localizaciones exteriores, hace que toda la película suceda dentro de un desvencijado teatro, te encuentras con que los primeros 10 o 15 minutos sientes un fuerte rechazo hacia lo que estás viendo.

Pero transcurrido ese tiempo liberas tu mente y te dejas arrastrar por la exquisita música que compone la banda sonora de esta película coreografiada, en la que la transición de una escena a otra (jugando con la tramoya, el escenario, la platea, las escaleras, el telón, todas las partes que integran un teatro) se produce con una cadencia grata y elegante. La propuesta novedosa y arriesgada de Wright, que al principio rechazas por rara, termina por engancharte y hace que le reconozcas al director su originalidad. Porque la extravagancia de la presentación no le roba ni un ápice de apasionamiento a la historia, al contrario, creo que la acentúa.

El magnífico vestuario diseñado por Jacqueline Durran (sin duda alguna el Oscar más merecido de este año), las perlas y diamantes de Chanel, y la belleza de Keira Knightley, proporcionan al personaje de Anna una irresistible capacidad de seducción esa de la que ella, sin apenas experiencia de la vida, no es consciente. Y aunque la película corre el riesgo de naufragar por la falta de química entre Keira y Aaron Johnson, actor que da vida a Vronski (¡menuda diferencia con la que existía entre ella y Fassbender en “Un método peligroso”!), Jude Law borda el papel de Karenin, el estricto marido de Anna, aunque en la película se suaviza su carácter frío y vengativo.

Más allá de la forma, el fondo no se desvirtúa, asistimos a la lenta destrucción de Anna como esposa, como madre, como amante, como mujer, como individuo. Nos hace participes de lo angustioso de su progresivo aislamiento social y emocional. Y finalmente nos enfrentamos a la escena de su suicidio, acongojados porque no encuentra salida a su situación, mientras que para el resto la vida sigue.

La composición de la escena final me recordó a los cuadros de Hopper.

Gran belleza visual, exaltación musical y profunda tristeza.
MAFALDA
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8
11 de febrero de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

(“El cuervo”, Edgar Allan Poe)

Una oscura y sombría cabaña perdida en medio de un bosque tenebroso, una lograda atmosfera de misterio, hechos sobrenaturales de difícil explicación, figuras fantasmales, extraños sonidos nocturnos, una maldición, acompañado de esos otros miedos intangibles y emociones desbocadas (angustia, soledad, celos, amor enfermizo o su ausencia total) que nos paralizan más que los anteriores….

Andrés Muschietti nos presenta en “Mamá" una obra que aúna los elementos visuales y sonoros característicos de la narrativa gótica de terror, con los del género actual que incide más en el miedo psicológico y que utiliza como principal recurso el “susto”, todo ello pespunteado con los amplios recursos que ofrecen las nuevas tecnologías.

Un comienzo sobrecogedor nos introduce en la vida de Lilly y Victoria a quienes su padre biológico, incapaz de proporcionarles la seguridad y protección debida, condena prácticamente a la muerte.

Pero cinco años después de su desaparición, más alimañas que humanas, son encontradas sin que nadie se explique como han podido sobrevivir. Así comienza para ellas un proceso de readaptación a la vida normal por el que no pasan solas, ya que una presencia espeluznante y sobreprotectora vela por ellas.

Así la vida sin responsabilidades de Anabel (impresionante la capacidad mimética de Jessica Chastain que pasa de un registro a otro prácticamente irreconocible y siempre igual de convincente) junto a Lucas el tío de las niñas (Nikolai Coster-Waldau es un actor cuyo nombre, difícil de aprender y pronunciar, empieza a dar que hablar más allá de su excelente papel de Jaime Lannister en “Juego de tronos”, como ya demostró en la magnifica “Headhunters”) se complica. Imprescindible para la película son las actrices infantiles, cuya pasmosa facilidad para meterse en sus papeles le proporciona una credibilidad que en manos de otras hubiera quedado en entredicho.

La escena final, en la que el director se explaya y abusa de los efectos digitales, supone una pequeña tacha en la película que, sin embargo, considero que no es suficiente para empañar el conjunto.

“Mamá” posee una belleza aterradora y un halo poético que envuelve toda la historia. Entre escenas pavorosas y sustos no por esperados menos efectivos, nos habla de cómo el sentimiento paterno filial está más allá de los lazos de sangre.

“…aprendió a conocerlo, se conocieron, y descubrió con un grande alborozo que los hijos no se quieren por ser hijos sino por la amistad de la crianza.” (“El amor en los tiempos del cólera”, Gabriel García Márquez)

Para terminar ¿queréis saber por qué a mí determinadas escenas de esta película me asustan tanto? Cuando mis hermanas y yo éramos pequeñas, alguien nos contó este cuento:

La asadura (cuento popular castellano)

Érase una vez una niña que vivía con su madre viuda y que eran muy pobres. Un día su madre le mandó a la tienda a comprar asadura, pero no le dio dinero porque no lo tenían. La niña fue a la tienda y no pudo comprar porque el carnicero no le quiso fiar.

Salió de la tienda muy triste, pensando que no podía llevar nada a casa. Al pasar por delante del cementerio se le ocurrió entrar. Allí estuvo meditando y, al cabo de un rato, decidió sacarle la asadura a un cadáver que había sido enterrado el día anterior, pensando que a él ya no le era útil y, en cambio, a su madre y a ella podría servirles para saciar su hambre. Así lo hizo. Al llegar a casa, su madre se puso muy contenta, cogió la asadura, la limpió, la partió y la guisó para la cena. Una vez que hubieron comido, satisfechas como estaban, les entró sueño y se fueron a dormir. Durmiendo estaban cuando un ruido tenebroso las despertó y escucharon una voz que decía:

-¡Devuélveme mi “asaúra ura”, que la sacaste de mi sepultura! La niña gritó:
-¡Ay!, mamaíta mía, ¿quién será?
La madre le contestó:
-Calla, hija mía, que ya se irá.
Y dijo la voz:
-Que no me voy, que en la escalera estoy.
La niña, más asustada, volvió, a gritar:
-¡Ay!, mamaíta mía, ¿quién será?, que no he hecho nada malo y me quieren llevar.
-Calla, hija mía, que ya se irá.
Y la voz dijo entonces:
-Que no me voy, que entrando por la puerta de tu cuarto estoy.
-¡Ay!, mamaíta mía, ¿quién será?
-Calla, hija mía, que ya se irá.
Y la voz dijo esta vez:
Que no me voy, que debajo de tu cama estoy.
La niña, aterrada, gritaba:
-¡Ay!, mamaíta mía, ¿quién será el que a los pies de mi cama está y yo no quiero mirar?
-Calla, hija mía, que ya se irá.
La voz, ya furiosa, gritó:
¡No me voy, que agarrándote de los pelos estoy! (en este momento el que te contaba el cuento te agarraba de improviso haciendo que dieras un respingo y gritarás asustado)

Y así, agarrando a la niña, el muerto se la llevó al cementerio, la mató, le sacó la asadura, se la puso y se enterró otra vez.
MAFALDA
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9
4 de febrero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una alegoría es una figura literaria o tema artístico que pretende representar una idea valiéndose de formas humanas, animales o de objetos cotidianos, hacer “visible” lo que solo es conceptual. “Take shelter” es una alegoría que mostrándonos en pantalla el día a día de Curtis LaForche, un hombre cualquiera de un pueblecito de Ohio, y las alucinaciones que empieza a sufrir, va dando forma al concepto de caos

El concepto de caos (que no hace alusión a desorden, sino a un orden tan complejo que es prácticamente imposible descifrarlo) ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad. Los pueblos antiguos creían que las fuerzas del caos y el orden formaban parte de una armonía inestable, en permanente tensión.
Dentro de la Teoría del caos, el conocido como “efecto mariposa” (el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo) afirma que una pequeña perturbación en las condiciones iniciales de un sistema caótico, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Es decir, por más insignificante que parezca una circunstancia siempre acarreará algún tipo de consecuencia insospechada e importante
La incertidumbre forma parte de la vida diaria. Nuestra existencia está compuesta de un cúmulo de variables entremezcladas y en constante retroalimentación, aunque en aparente desorden, que es imposible predecir.

Un día cualquiera Curtis LaForche tiene una extraña pesadilla sobre una gigantesca tormenta que se avecina (toma conciencia del caos, de los vaivenes de la vida) y a partir de ahí, comienza a sufrir alucinaciones que son el reflejo del miedo que empieza a atenazarlo y del que no sabe como escapar: miedo a su propia hija con la cual, debido a su sordera, apenas sabe como comunicarse, miedo a que su mujer lo abandone, miedo a la precariedad laboral, a que los amigos le den la espalda, incluso a que su mascota se revuelva contra el y muerda la mano que lo alimenta.

Ser conscientes de que cualquier acto, palabra u omisión puede tener importantes consecuencias en el futuro, nos produce una angustia vital que nos hace bordear la locura. El pánico a lo desconocido se apodera de nosotros y, para superarlo, perseguimos un control que nos proporcione seguridad. El refugio contra los tornados representa el CONTROL, en cuya construcción el protagonista lo invierte todo poniendo en peligro su trabajo, su economía y su matrimonio, convencido de que así encontrará la paz y seguridad para él y los suyos. Pero se equivoca. Ese control no es posible, es solo una ilusión.

La película, cargada de un fatalismo cruel, se encarga de recordarnos que únicamente cuando aceptamos que hay cosas que no dependen de nosotros, cuando aprendemos a sobrevivir con la incertidumbre, somos capaces de enfrentarnos a la traumática aventura que es vivir.
MAFALDA
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