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España España · Madrid
Críticas de Edu16k
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Críticas 115
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
8 de septiembre de 2013
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en la primera aventura contábamos con Chris Columbus (director de las dos primeras entregas de “Harry Potter”) tras las cámaras, ahora le pasa el relevo a Thor Freudenthal (“El diario de Greg”, 2010). Es una lástima que como él, también hayan abandonado el barco la gran cantidad de secundarios de lujo con la que contaba la primera cinta. Si bien, no todo van a ser desgracias, puesto que los nuevos fichajes de Nathan Fillion (“Castle”) y Stanley Tucci (“Los juegos del hambre”, 2012) acumulan entre los dos los mejores momentos de la película, rindiendo a mejor nivel que todos los secundarios famosos de la primera parte juntos.

En cuanto al argumento, cuenta ómo Percy intenta sobrellevar su fama, intentando estar a la altura del respeto que se ha ganado. Sus dudas sobre si de verdad merece tanto respeto de sus compañeros o lo ocurrido en la primera entrega fue por casualidad le atormentan en exceso. Dichas dudas se acrecentarán cuando la vuelta de Luke (el ladrón del rayo) le revela la existencia de una profecía que le menciona, y que podría significar el fin del Olimpo.

Dicho encuentro con su antiguo amigo y ahora enemigo mortal, desencadenará una serie de graves acontecimientos, donde Percy y sus amigos deberán ir al Mar de los Monstruos a recuperar un valioso objeto para ambos bandos, el Destino del Mundo dependerá de si cae en buenas o malas manos.

Así arranca esta secuela, la cual estuvo en el aire el realizarse, debido al bajo rendimiento en taquilla de la primera entrega. Un cambio de director por aquí, unos secundarios de lujo nuevos y más interesantes por allá, y dar el protagonismo absoluto a los jóvenes protagonistas fue el lavado de cara que sufrió la saga, esperando triunfar en una cartelera huérfana de películas taquilleras de adolescentes.

Más allá de unos efectos decentes y las incoherencias en el desarrollo de su trama, la cinta se presta a ser digerida con bastante mejor sabor de boca del esperado, ofreciendo 106 minutos lo suficientemente entretenidos como para no arrepentirse de haberse dejado el dinero y haber entretenido a los niños, pero que adolece de la chispa necesaria para conseguir pasar a la historia del Cine; o, al menos, de ser recordada por el público sin ser confundida con otras sagas excesivamente similares.

Cabe destacar que lo mejor de la película reside en dos de sus secundarios, los cuales en pocos minutos consiguen dinamitar la somnolencia generalizada entre escenas de acción; regalándonos frases sublimes un Nathan Fillion (Hermes) en estado de gracia, y no sólo por su puya a la cancelación de “Firefly” encubierta. También sobresale Stanley Tucci en su papel de Dionisos, incapaz de asumir la maldición que le echó Zeus de que todo vino que vaya a beber se convertirá en agua.

En definitiva, nos encontramos ante una entretenida película, que de forma amena trasmite a las nuevas generaciones las grandes historias de la mitología griega, adaptándolas a los tiempos actuales. Está en el aire adaptar el tercer libro de la saga; y, sinceramente, dos intentos han sido suficientes. Hollywood rara vez da una segunda oportunidad, una tercera es prácticamente imposible.

Te gustará si: disfrutas de las aventuras de adolescentes en las que los adultos dejan hacer todo el trabajo peligroso a los menores de edad, mientras ellos se quedan en casa esperando el resultado (siempre positivo, nunca negativo).

No te gustará si: aspiras a ver una historia trascendental, sin tópicos ni errores imperdonables en el desarrollo de la trama, donde las sorpresas son previsibles y a los protagonistas adolescentes les falta carisma.

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5
1 de septiembre de 2013
14 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que debutara para el gran público de la mano de Steven Spielberg en “Salvar al soldado Ryan” en 1998, Vin Diesel ha conseguido inmortalizar su nombre en la historia del cine con tres personajes que por sí mismos garantizan una película y que acuda el público a verla. Dichos personajes son Dominic Toretto en la saga “Fast & Furious”, Xander Cage en “XXX” y Riddick en “Pitch black” y su secuela, “Las crónicas de Riddick”.

Nueve años después de esta última, vuelve a encarnar al furyano más famoso y buscado en una tercera parte más íntima, pequeña y que intenta volver a sus orígenes; alejándose, de esta forma, de las espectacularidad visual y la epopeya estelar en que se convirtió la injustamente maltratada “Las crónicas de Riddick”. Esta última, puede que no pase a la historia como una gran película, pero ofrecía el suficiente entretenimiento y distanciamiento respecto a la original como para ser valorada, lo cual no puede decirse lo mismo de esta nueva entrega que llega ahora a nuestras pantallas.

En esta ocasión, la historia se centra en contarnos cómo Riddick acaba siendo traicionado por los propios necróferos que le juraron lealtad, siendo abandonado en un inhóspito planeta para que muera. Pero, en vez de eso, Riddick sabrá adaptarse a este mundo donde todo en él intenta matarle, entrenándose para vengarse de aquéllos que le traicionaron y encontrar su desaparecido planeta, Furya, del que nadie conoce su paradero.

De esta forma arranca la película, teniendo en sus primeros 40 minutos toda su originalidad, mostrando todo un manual de supervivencia extrema de la mano de Riddick que haría llorar a “El último superviviente”. Pero en vez de guiarse por su buen inicio, el director decide reiterarse en lo ya reflejado en las anteriores, autocopiando lo ya mostrado en la excelente “Pitch black”.

Así, los siguientes 40 minutos (aproximadamente un tercio del metraje), se dedica a mostrarnos cómo Riddick interactúa de forma poco amigable con los mercenarios que quieren darle caza. El único atractivo es ver cómo los mercenarios tienen miedo a la oscuridad, puesto que nuestro antihéroe ve perfectamente en ella gracias a sus ojos especiales. Dicha secuencia de intento de caza y contraataque de Riddick se asimila en exceso al arranque de su primera secuela, con idénticos resultados.

Pero el plagio ahí no acaba, sino que resulta mucho más flagrante e insultante, puesto que la última parte del film se convierte en una copia literal de “Pitch black” [SPOILER] (cambiando la oscuridad por lluvia y los aliens voladores por una suerte de escorpiones) [FIN SPOILER]. Y aquí se acaba la gracia, quedándote con la ridícula sensación de que el director y Diesel se han quedado con los atónitos espectadores que esperaban ver algo nuevo e interesante de su antihéroe furyano favorito.

A pesar de todo esto, la película acaba siendo lo suficientemente entretenida como para aguantar el insulto, regalándonos con el papel de Jordi Mollà lo mejor de la cinta. Resulta fascinante ver cómo el actor español eclipsa en pantalla a Diesel y al resto de mercenarios, marcándose alguna frase en español y aportando los mejores momentos de la cinta (aunque no se encuentra su interpretación al nivel de sobreactuación e hilaridad de la que disfrutamos en “Dos policías rebeldes II”, se le acerca).

En resumen, nos encontramos ante una cinta muy bien nombrada, puesto que el personaje de Riddick eclipsa la pantalla en la mayoría del metraje (y cuando no está, se siente su presencia). Esta secuela ofrece el mínimo entretenimiento aceptable para soportar que sea un refrito de la fantástica y angustiosa “Pitch Black”.

Lo mejor: Jordi Mollà y un lenguaje adulto y soez, coherente con el adecuado para unos mercenarios en una situación así. También que no escatima en ser explícita en sus mejores secuencias.

Lo peor: Que peca de no querer innovar, no quiere alejarse de lo conocido, manteniéndose en la “orilla” con miedo a mostrar algo novedoso, reflejando sólo aspectos ya vistos en las anteriores entregas, pero sólo con un nuevo “disfraz”.

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4
29 de agosto de 2013
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tendremos en las carteleras españolas el viernes 30 de agosto la adaptación del primer libro de Cassandra Clare, “Cazadores de sombras: Ciudad de hueso”, teniendo en la dirección a Harald Zwart (“The Karate Kid”) y de protagonistas a Lilly Collins (“Blancanieves. Mirror, mirror”), Robert Sheehan (“Misfits”), Lena Headey (“Juego de tronos”), Jonathan Rhys Meyers (“Desde París con amor”) y Jamie Campbell Bowell (Cayo en la saga “Crepúsculo”).

Para los mundanos (según el libro, las personas corrientes alejadas de la magia, burda imitación de los “muggles” de la saga de “Harry Potter”), la historia tiene de protagonista a Clary Fray (Collins), una adolescente que vive en Nueva Cork con su madre (Headey). Pero, cada vez más frecuente, empieza a ver símbolos extraños e imágenes que nadie más ve y nadie le cree, ni siquiera su mejor amigo Simon (Sheehan).

Esta situación empeora cuando contempla un asesinato que nadie más ve y su madre es raptada, donde deberá unirse a los cazadores de sombras junto a Simon para rescatarla, siendo éstos una antigua orden de guerreros medio-ángeles y medio-humanos que protegen a la Humanidad de demonios, licántropos y vampiros.

La historia no deja de ser una aglomeración descarada de los elementos más destacables de multitud de películas y libros de género de aventuras para adolescentes, así como de otras características apropiadas de multitud de películas famosas. Sin olvidarnos de la utilización y enésimo rebautismo de personajes literarios tan famosos y manidos como los hombres-lobo y los vampiros.

La autora del libro y, por inercia, el director no dudan en fijarse en otras sagas taquilleras para crear este universo que no aporta casi nada original. De esta forma, descubrimos similitudes con “Harry Potter” (lo de mundanos en vez de muggles es el más descarado, pero no el único), “Crepúsculo”, “Soy el número cuatro”, o incluso de “Resident Evil” y “Star Wars”; entre las más evidentes.

Pero ya dejando de lado la originalidad o no de su argumento, cabe destacar que la acumulación de información resulta excesiva y caótica para todo aquel que no haya leído los libros, siendo (paradójicamente) insuficiente en otros tramos. Aún así, consigue establecer un buen ritmo en la narración, manteniendo la tensión durante sus dos horas de duración.

Destacar (negativamente) las libertades artísticas tomadas a la hora de adaptarla, como la anulación de todo sarcasmo o chispa del personaje encarnado por Robert Sheehan (algo imperdonable, teniendo en cuenta el carisma y gracia natural demostrados por el actor en la serie que le catapultó, “Misfits”), o la falta de “feeling” y la ausencia de vanidad y arrogancia del personaje de Jace (Campbell Bowell) que tanto detesta la protagonista, siendo aquí demasiado soso. Aquí los cambios son para peor, a diferencia de otras sagas que adaptan libros que sí consiguen que sus modificaciones resulten aceptables o coherentes respecto a la trama principal.

En cuanto a los actores, ninguno sale favorecido, donde todos se ven “enjaulados” por unos personajes mal dibujados y peor desarrollados que no consiguen exprimir las mejores facetas de sus intérpretes; donde algunos, como el Valentine de Rhys Meyers rozan el ridículo, con unas justificaciones pobres para sus intenciones y una falta total de miedo o respeto ante lo que representa, es decir, el gran villano de la función.

En definitiva, nos encontramos ante una cinta diseñada para gustarle a todo el mundo, pero que sólo satisfará a sus grandes seguidoras (algunas de las más acérrimas puede que la rechacen por sus modificaciones respecto con el libro original). Sin embargo, los que se atrevan a verla encontrarán una cinta entretenida en la más fiel línea de otras cintas de su género ya mencionadas, es decir, un producto ligero para disfrutar de los últimos estertores del verano.

Tienes que verla si: disfrutas con películas como “Harry Potter” o “Crepúsculo”, siendo mucho peor que la primera, pero mejor que la segunda.

No vayas a verla si: te cansan tanto rebautismo de mitologías y las historias de fantasía con argumento enrevesado pero final previsible.

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7
29 de agosto de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cinta está firmada por el escandaloso director Michael Bay, el cual deja de ponerse pesado con la saga “Transformers” y se reta a sí mismo en esta cinta de acción y comedia negra basada en unos inimaginables hechos reales.

“Dolor y Dinero” es todo un reto no sólo por el presupuesto (25 millones de dólares, en comparación con los 250 de “Transformes 3”), conseguido a base de recortar salarios a los protagonistas (a Mark Wahlberg se los devolverá en “Transformers 4”, que ya ruedan juntos) y conformarse con una única explosión en todo el film (y encima justificada, lo cual no suele ocurrir en sus películas). Sino que, a parte de lo ya mencionado, el gran reto de Bay era saber contenerse a sí mismo, ceñirse a contar una historia pequeña, sin situaciones estrafalarias y explosivas. De esta forma, el “sello Michael Bay” se diluye en favor de una historia basada en hechos reales, regalándonos el director californiano su mejor película desde “Dos policías rebeldes II” (2003).

La historia se centra en tres culturistas (Wahlberg, Dwayne Johnson y Antonhy Mackie) que cansados de ver cómo en el gimnasio donde trabajan acude gente con mucho dinero y que ellos nunca podrán aspirar a sus sueños, deciden robar a uno de sus clientes (Tony Shalhoub). Pero su improvisado plan no saldrá cómo habían previsto, y los problemas se escaparán de su control.

De esta forma arranca “Dolor y Dinero”, una cinta que se beneficia de su irreal argumento (al que Bay insiste en reiterar que está basado en hechos reales) y se potencia por la actuación de sus protagonistas, los cuales no se limitan a mostrar sus trabajados cuerpos para la ocasión, sino que saben plasmar las dudas, deseos y falta de inteligencia de este trío que ha visto demasiadas películas sobre robos perfectos.

Michael Bay consigue plasmar en un metraje acostumbrado al exceso, en esta ocasión sólo en la duración, las penurias del ciudadano medio americano; que sueña con hacerse rico con el mínimo esfuerzo y que se considera con derecho legítimo a lo que no le pertenece. El director realiza uno de sus mejores trabajos (pero sin llegar a la altura de la saga “Bad boys” y la formidable “La Roca”, de 1996), pero vuelve a reflejar algunas de sus manías, como son los planos excesivamente ralentizados. Lo que sí es muy loable por su parte es ofrecernos un guión más pulido y coherente, con unos chistes y gags menos pueriles que en su saga robótica, así como un montaje (aunque falla en esa secuencia de finales del film al contárnosla en la primera escena) y unos efectos visuales menos excesivos y agobiantes.

En cuanto a las interpretaciones, podemos disfrutar de unas actuaciones muy solventes, con un Wahlberg (“Ted”) muy cómodo en su papel protagonista, sabiendo construirlo y hacerlo creíble. También podemos gozar de un Dwayne Johnson (“G.I. Joe, la venganza”) que desde que se ha quitado el apodo “The Rock” del nombre, se nota que se ha tomado en serio su carrera en el cine, lo cual se agradece enormemente. También la cinta se apoya en unos secundarios conocidos y que aportan solidez y gracia a la historia, como son los casos de Ed Harris (“Al borde del abismo”), Rebel Wilson (“Dando la nota”) y Ken Jeong (saga “Resacón”).

En resumen, Bay nos regala un trabajo desconocido en él, siendo comedido y coherente en su trama y escenas en la mayor parte del metraje; el cual se beneficia de unas solventes interpretaciones y una historia basada en hechos reales, que se aprovecha adecuadamente de su locura para aportarnos altas dosis de comedia negra y crítica a la sociedad americana.

Lo mejor: Un trío protagonista en estado de gracia que consiguen apoyarse en unos secundarios excelentes que conforman una cinta excesiva salpicada de humor negro, siendo el trabajo más oscuro de un director muy simple.

Lo peor: Que Bay no consigue acertar nunca con los metrajes, siendo siempre excesivos. Ciertos errores la alejan de ser su mejor obra, pero es recomendable y muy entretenida.

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7
21 de agosto de 2013
13 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tendremos en las carteleras españolas el viernes 23 de agosto el debut en la dirección de Seth Rogen y Evan Goldberg (donde ambos también firman el guión), presentándonos una disparatada comedia donde todo es posible y que consigue alcanzar el único objetivo que se propone: hacer reír. Para lograrlo no se ponen límites en cuanto a gamberradas, imágenes desagradables o palabras malsonantes, puesto que todo sirve con tal de arrancar una sonrisa a un espectador deseoso de desconectar con la realidad actual.

De esta forma, Rogen protagoniza esta cinta rodeándose de la última hornada de cómicos estadounidenses, no faltando los cameos y las apariciones estelares. Como nota curiosa y novedad respecto a otras cintas de este género de comedia gamberra tan de moda gracias a Judd Appatow, indicar que todos los actores se interpretan a sí mismos, siendo aún más chocantes las reacciones y actuaciones de algunos de ellos.

La historia se centra en contarnos cómo Seth Rogen (“Superfumados”) recoge a Jay Baruchel (“El aprendiz de brujo”) en el aeropuerto de Los Angeles para pasar el fin de semana juntos, pero deciden pasarse por la fiesta que organiza James Franco (“127 horas”) en su nueva casa. Durante la fiesta, a la que acuden estrellas como Jonah Hill (“Moneyball”, “Supersalidos”), Emma Watson (Hermione en la saga de “Harry Potter”) o Rihanna; se produce el Apocalipsis, donde los buenos suben al Cielo y los que han sido malos se quedan en la destruida Tierra para enfrentarse a criaturas bíblicas.

Así arranca la historia, contándonos cómo deciden enfrentarse los propios actores a su destino (dado que ninguno ha sido lo suficientemente bueno como para subir al Cielo), narrándonos un sinfín de situaciones grotescas pero divertidas, incluso más de una que roza lo sumamente desagradable, pero que aún así consigue mantener al espectador pendiente de las aventuras y desventuras de estos actores acostumbrados a ser idolatrados.

En cuanto a las actuaciones, todos actúan en su línea habitual, sin ninguna sorpresa, puesto que se interpretan a sí mismos (algo que suelen hacer en la mayoría de sus películas), pero consiguen aportar un humor muy en la línea de la sorprendente y divertida “Superfumados” (“Pineapple Express”), continuando el buen rollo establecido entre Franco y Rogen, unido de nuevo al humor chabacano y pueril de Danny McBride (“De culo y cuesta abajo”, “30 minutos o menos”).

Pero a pesar de ser ellos mismos, no dudan en autoparodiarse o autohumillarse durante todo el metraje, siendo estos momentos los mejores del film, donde se ofrecen a aceptar con buen humor sus fracasos comerciales anteriores o sus limitaciones artísticas con un desparpajo tal que acabas por perdonarles cualquier “crimen” anterior y te acabas rindiendo ante esta locura.

En definitiva, Rogen y su banda de malhablados colegas nos regalan una comedia diferente, gamberra y pueril, ideal para desconectar y reírse con un humor zafio en una loca historia repleta de sorpresas. Sin duda, es la comedia del verano.

Tienes que verla si: Te gusta el humor de “Supersalidos”, “Superfumados” y “Virgen a los 40”. Si la respuesta es afirmativa, te divertirás.

No vayas a verla si: Ese tipo de humor te deja frío y con la sensación de haber perdido el tiempo. La película no engaña a nadie, da lo que promete, así que no hay que buscarle más sentido que el de entretener durante la mayor parte de sus 107 mins.

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