En ningún momento se toma en serio a sí misma. Sabe que hay mejores películas del mismo género, y al mismo tiempo sabe que tiene lo suficiente como para sobresalir dentro de las películas de fantasía que han llegado últimamente a las salas. Quizás sin la presencia de Moore y Bridges, no habrían salido las cosas tan bien. Y es que siendo honestos, todo está bien hecho. El diseño de producción es excelente, el vestuario es bueno, la música es sensacional, las actuaciones son correctas, los efectos visuales decentes, la fotografía agradable, unas locaciones asombrosas y un guión que ofrece lo que promete, ni más ni menos. Así de fácil. Supera con creces a Eragon, las dos últimas de Narnia, Dracula untold, etcétera. Está en la línea de la acertadísima Stardust, que al igual que esta, se supo rodear de un buen reparto y de una espectacular producción. Éste es entretenimiento puro.

Lacrimógena, manipuladora y sencilla. Es un filme hecho con los moldes de otros filmes. No es nada nuevo. Y sin embargo, es definitivamente, un gran film. Redmayne y Felicity Jones se comen la pantalla a bocados. Cátedra de actuación de parte de ambos muchachos. Una fotografía preciosista, una banda sonora bella y un diseño de producción correctísimo. Los actores de soporte están a la altura, aunque quizás Emily Watson tiene pocos minutos en pantalla. Es un filme que no aporta nada nuevo, que está hecho a la usanza, pero su inmenso acierto es hacer bien todo lo que ya hemos visto.

Esta película resume toda la trilogía. Posee secuencias soberbias, pero también tomas larguísimas y cínicamente innecesarias y personajes estúpidamente irrelevantes. Seamos honestos, casi ocho horas de película son demasiadas, sobre todo tomando en cuenta que El Hobbit no las ameritaba. Está muy lejos de su majestuosa predecesora (LOTR) no es tan épica, tan impresionante, mucho menos, tan emocionante. Pero también hay que decir que, definitivamente, es la mejor de las tres. No es perfecta y excede en mucho su metraje. Pero el impresionante diseño de las secuencias de batalla, y la muerte de algunos de los personajes más entrañables hacen que los tres años y las casi ocho horas de película hayan valido la pena. Buen cierre para una trilogía que no debió existir. Pero lo que prometen, lo cumplen. Y de qué manera. Adiós Tierra Media. Con todo y las imperfecciones, El Hobbit nos ofreció muchas más emociones que la cartelera decembrina y veraniega promedio. El 3D totalmente prescindible, eso sí.

Con un gran sentido del humor, Dolan nos lleva de la mano a lo largo de una fábula sobre la familia y el amor. Los personajes están delineados a la perfección. El reparto está SENSACIONAL, sin más. A pesar de sus 140 minutos, el filme fluye como río caudaloso, que nos invita a beber de su dulce agua. Es el filme más accesible del canadiense, posiblemente el meior de su filmografía. Aunque lo pretencioso nadie se lo quita. Eso de ensanchar y estrechar la pantalla es innecesario e incomprensible. Sin mencionar que la dichosa ley que permite abandonar a tu hijo (que es el punto relevante del plot) nunca cobra importancia. Pero es un detalle menor. La selección musical es inmejorable: Oasis y Lana del Rey enriquecen este ya de por sí, disfrutable pastel. De lo mejorcdel año. Sincera y agradable.

Iñárritu emula al gran Hitchcock en Rope, fingiendo una sola toma a lo largo del filme, ocupando la oscuridad para cortar las tomas. Demuestra su tremenda capacidad para dirigir actores, para manipular los espacios, para dibujar personajes profundos y humanos. Unas secuencias salvajemente bien ejecutadas. Keaton nos regala la actuación de su carrera, Norton le da rélica sensacionalmente, como siempre. Emma Stone reafirma su creciente talento ( y por cierto luce guapísima). Naomi Watts bella y acertada. En fin, el reparto entero es una maravilla. El mejor del año. Sin embargo, el formato, hacia el final, se siente cansino, exagerado. El surrealismo en.ocasiones parece innecesario y el ritmo, antes del final, decae evidentemente. Pero la perfecta ejecución de Lubezki y los afiladísimos diálogos, hacen que las fallas languidezcan ante los incontables aciertos. Keaton, Lubezki, Norton, y quizás, con suerte, Emma Stone, Iñárritu y Lubezki aparecerán en las ternas para los premios del año. El final, por cierto, es fantástico. Literalmente.