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España España · Barcelona
Críticas de Unadeindios
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Críticas 19
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
24 de agosto de 2015
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta no es una película de Sherlock Holmes, sino sobre Sherlock Holmes, y en particular sobre su lado humano, casi siempre eclipsado por su condición de detective.

El Sr. Holmes, con 93 años, vive apartado de todo en una pequeña mansión en medio del campo. Su única compañía es su ama de llaves y el hijo pequeño de ésta. Su objetivo, a esas alturas de su vida, es contar la verdad sobre unos hechos que sucedieron 25 años atrás; en aquel entonces el doctor Watson escribió su versión de los hechos y la entregó a la imprenta para que se convirtiera en libro. Sin embargo, Holmes quiere contar ahora la verdad de lo que sucedió, pero tiene un gran problema: su memoria no le permite recordar qué fue lo que sucedió realmente. No obstante, sabe que fue de gran trascendencia, ya que fue precisamente eso lo que provocó que se apartara del mundo y se refugiara en este rincón perdido.

Esta es la trama de la película, su columna vertebral, medio oculta entre flashbacks y tramas secundarias que espesan la principal: una de estas subtramas son los esfuerzos de Holmes por combatir los efectos de la senectud, que lo llevan hasta la Hiroshima recientemente devastada por la bomba atómica; la otra es su pasión por las abejas (de hecho, otra manera perfectamente posible de entender esta película es considerarla un cuso acelerado de apicultura). Serán precisamente las abejas las que propicien el desenlace de la historia, ya que provocarán que emerja el lado humano de Holmes por encima de su condición de detective, lo que obrará el milagro de que recupere su memoria y explique, por fin, qué fue lo que sucedió y que por descontado no vamos a explicar aquí.

Las interpretaciones son magníficas.
La fotografía es magnífica.
El ritmo de la historia es lento, pero es el adecuado para ir desgranando los efectos de la decadencia de un cuerpo y un espíritu que han vivido tiempos gloriosos y que se resisten a dejarse engullir por la destrucción que impone el paso del tiempo. Y una de las formas que toma esta rebelión contra la decadencia es el intento de reconstruir la verdad sobre una historia que una memoria compasiva se había esforzado en olvidar. Todo esto, narrado en unas imágenes memorables.
Unadeindios
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2
13 de julio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1993, Jurassic Park se presentaba con un guión inteligente (no en vano procedía de la obra de Michael Crichton), un director competente y unos actores que no eran meros figurines. La película, como puede comprobarse, sentó escuela e inauguró una manera de hacer este tipo de cine, un híbrido entre el género de aventuras y el de criaturas colosales.

Veinte años después, Jurassic World no es un remake de la anterior. Ni siquiera es una copia (qué más quisiera), y en todo caso llega a un plagio perpetrado por una panda de incompetentes cuyo único objetivo es tomarle el pelo al espectador y faltarle al respeto durante toda la película. Este supuesto film tiene un guión más plano que el encefalograma de sus autores, unos actores que parecen muñecos de cera y una dirección que de forma piadosa podría calificarse de funcional. En una película cuyo principal -y en realidad único- activo son las digitalizaciones, éstas son, en el mejor de los casos, de pura pena. Una digitalización es algo más que un mero dibujo sobreimpreso en la pantalla, y su principal aliciente es verla en interacción de forma convincente con un actor de carne y hueso. Este aspecto quedaba magníficamente resuelto en Jurassic Park, pero aquí, en Jurassic World, con un guión que cabe en tres líneas (y en un par de neuronas), unos figurantes que se hacen pasar por actores y una dirección que parece de anuncio de detergente, las digitalizaciones eran el único elemento que podía salvar algún aspecto de un film que no llega ni a olvidable. Por supuesto, ni eso supieron hacer.

Novedades del filme (agarrénse): aparecen dinosaurios voladores (pequeñitos y en la distancia, casi para que nadie los vea) y un dinosaurio acuático, algo así como un improbable híbrido entre ictiosaurio y ballena azul, durante nueve segundos. Ya está.

Eso sí, el sonido es atronador, y tiene la ventaja de que así casi no se entienden unos diálogos de un infantilismo sonrojante.

La mejor manera de disfrutar esta película es no viéndola. Créanme.
Unadeindios
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9
7 de julio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obviamente, lo que hay que esperar de esta película no es verosimilitud. En general, los nazis no se refugiaban en Estados Unidos (algunos sí lo hacían, que quede claro), ni utilizaban el tipo de coberturas que aquí se nos describen, ni los agentes que los buscaban (ya en 1946) utilizaban exactamente los métodos de esta película. Por lo tanto, ésta no es una película estrictamente histórica, pero eso no quiere decir que no sea verídica. Porque sí que lo es, y sin tapujos.

El nazi en cuestión es Orson Welles, y su perseguidor es el gran E.G. Robinson, él mismo un judío de origen rumano que emigró a Nueva York cuando sólo tenía diez años. Uno y otro aportan una solidez fascinante a sus respectivos papeles, y aunque el guión es sencillo, lineal y con pocas sorpresas, su desarrollo es de una progresión envolvente que sumerge al espectador como un miembro más de la familia que está siendo fiscalizada por el agente antinazi. La solución, aún siendo aparentemente simple, pone de manifiesto que nadie puede escapar a su verdadera naturaleza y que siempre, en cualquier circunstancia, seguirá siendo quien verdaderamente es. El perseguidor se limita a esperar a que la naturaleza falsamente oculta de su presa acabe por destaparse, lo que inevitablemente sucederá porque, tal como dijo una vez un auténtico cazanazis, la jirafa no puede ocultar, por mucho que lo intente, que tiene tres metros de cuello. Sólo hay que esperar a que el cuello asome por encima de la bufanda cada vez que intente respirar.
Unadeindios
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8
6 de julio de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se olvidan de decir que esta película es una adaptación cinematográfica de una novela de David Ely titulada "Substitutos". La película sabe reproducir la frialdad emocional y el desconcierto del protagonista ante el resultado de lo que él mismo ha pagado y contratado. ¿Se puede cambiar de vida -y de cuerpo- sin dejar de ser uno mismo? Ésa es la gran pregunta que plantea esta historia y cuya respuesta, a pesar de todas las apariencias, está implícita desde el primer minuto. Tenemos la vida que tenemos porque somos quienes somos y, puesto que eso no podemos cambiarlo, es inútil intentar cambiar lo demás. Si lo intentamos, las consecuencias son las que se muestran en esta película.

Por descontado, no es una película policíaca, pero no por eso es menos inquietante. Un Rock Hudson en el papel más extraño de su carrera sabe conducir una historia fascinante y desoladoramente lógica. La fotografía deliberadamente impersonal de Frankenheimer, que en ocasiones se aproxima al documental o al reportaje periodístico, acentúan la angustia de una cinta desconcertante e inolvidable.
Unadeindios
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8
27 de octubre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película que no ha merecido la atención de la crítica. Digo que no la ha merecido porque a tenor de las críticas que se han publicado queda patente que ni uno solo de esos críticos ha visto en realidad la película.

Aunque sólo sea por ver las interpretaciones de Faye Dunaway y Denholm Elliott ya valdría la pena disfrutar de esta magnífica película, pero la verdad es que estos dos elementos, colosales en si mismos, son sólo dos piezas de un engranaje meticuloso y fascinante donde todo brilla con luz propia: las interpretaciones de los jóvenes protagonistas, el guión que retrata como pocos el ambiente de un sur profundo regido por reglas propias, como un mundo separado del resto de las leyes humanas. La historia, la manera de contarla, el desenlace, las interpretaciones y el mundo circundante que es el contexto donde tiene lugar al trama están regidos por la brillante sencillez de una maestría que sabe mantener en todo momento el ritmo y el tono exacto.

Fascinante Jennifer Tilly, como versión avant la letre de una espléndidamente madura Faye Dunaway.
Unadeindios
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