No encuentras nada interesante en esta pelicula de Joffé, lejos de la calidad de "La misión" o "Los gritos del silencio" o "Vatel". Es en realidad una pastelosa historia de Escriva de Balaguer y, al parecer, de un amigo suyo que no hace caso de sus "consejos espirituales". Esta historia deviene en una, difícilmente creíble, situación comparativa de sus dos vidas. La " buena" de Escrivá y la "mala" de su amigo de la infancia. Cuando se desencadena la guerra civil española el tema llega a hacerse como un tanto alucinante, perdiendo todo interés por la absurda sucesión de los hechos y un desenlace de película barata. La correcta técnica del film es lo único a destacar. Bueno y también la presencia de la bella y buena actriz Olga Kurylenko, única actuación destacada. Los demás interpretes tienen un suspenso y eso es, en parte, culpa del director.
Por cierto, para mí, la historia de Escrivá, monseñor santificado, no es interesante para hacer una película, pienso que su "obra" va en contra el libre espíritu humano y no merece la pena su difusión.
Eso de que Joffé se considera agnóstico y de izquierdas es difícil de tragar, viendo los temas que escoge para hacer cine. Aunque a lo mejor es verdad y le gusta llevarse la contraria.

ES una inteligente comedia que refleja el relativismo de las clases sociales y demuestra que el dinero no es la felicidad. Este mensaje, moralista o no, aboga por rasar a las personas por el valor humano y lo consigue con elegancia, humor y lógica sentimental. No solo esto, también nos hace ver que la generosidad y el pragmatismo no son incompatibles y que no hay dogmas que nos eduquen sino que la educación y la sociabilidad consiste en gran parte en la tolerancia mutua cuando la gente se relaciona. Como se trata de una historia real, es un tanto que se tienen que apuntar Olivier Nakache y Eric Toledano, al decidir hacer de ella una película que será inolvidable.
El humor y el sentimiento la bañan en dosis inteligentes y todos los actores y especialmente Cluzet y Omar Sy están extraordinarios.

Totalmente de acuerdo con la crítica anterior y totalmente en desacuerdo con la primera crítica, de tipo derechista reaccionario. Desde luego, la sola presencia de Ava Gardner es suficiente para ver las películas que ha interpretado. Su belleza y su talento, a pesar de los lerdos , pocos, que dijeron que no les gustaba como actriz, son suficientes para verlas con agrado, incluso ésta, con un guión un tanto demencial y "absurdamente místico", según el cual un pueblo se librará de los desastre de la guerra civil española mientras una "reliquia de la sangre de San Juan" no fuera destruida. Esta superchería constituye el tema central del film, lo que es bastante para llevarse las manos a la cabeza. Pero el amor intenso entre la prostituta y el sacerdote renegado, "a medias", sobrepasa este ditirambo "mistico" y consigue conmover por su realismo en nuestra atroz guerra en la que los rebeldes que se levantaron contra la legítima república, fusilaron el triple de personas que los "rojos". Naturalmente no estoy de acuerdo con lo que hicieron con algunos curas, pero si hemos de ser sinceros muchos de ellos denunciaron a las fuerzas fascistas a gentes de izquierdas, que son los que estaban en la legitimidad, y, como todos saben o deben saber, muchos los denunciaron por el mero hecho de ser republicanos. En fin, volvamos a la película para comentar la gran creación de Dirk Bogarde, actor para la historia, que salva el film junto con el trabajo de la Garner, enternecedor como en todas sus pelis.

Es sabido que cuando un tema tan recurrente como éste es tratado con veracidad, empaque y sirviéndose de grandes actores el éxito esta asegurado, como ocurrió con esta gran producción de la Universal, que, además, ha contribuido e expandir la cultura histórica popular que, desgraciadamente, tanto escasea en el cine con que se nos mortifica en estos tiempos que corren.
A destacar, la gran interpretación de Richard Burton, que siempre dio una gran medida como actor, tanto encarnando personajes de films que evocan la historia y la dramaturgia británica y/o shakeaspiriana como interpretando personajes de la actualidad.
En esta espléndida película recrea con gran autoridad a la bestia parda que fue Enrique VIII, que motivado por su obsesión de tener un varón y, también ... en buena medida... por su frenética lujuria, mató a seis mujeres y, de paso, fundó la iglesia anglicana. De este personaje viene, como no, la sabida exclusividad inglesa. A pesar de todo, el inglés por excelencia, Winston Churchill, le echó bemoles y resistió a los nazis haciéndoles ver que con Inglaterra no se juega. Por eso, Europa tiene que estar agradecida a Inglaterra, aunque siempre en política ha impuesto su voluntad.
Volviendo a la interpretación, he de señalar la extraordinaria actuación de Geneviéve Bujold, ilustre canadiense, en el papel de Ana Bolena y la maravillosa de la griega Irene Papas, con una mirada cautivadora, en el de Catalina de Aragón. Es una película que en absoluto ha perdido su fuerza cinematográfica.

Murnau, que ya había demostrado su inmenso talento en el cine expresionista de la Alemania de los años veinte, realiza su primer film en USA y consigue la más alta cima del expresionismo alemán narrando en unas espléndidas imágenes, a la vez llenas de lirismo y de tragedia, un drama basado en el triángulo amoroso que tanto lustre ha dado al género.
Con unas secuencias que son la quintaesencia de la estética cinematográfica, Murnau mete al espectador en un puño, le subyuga y emociona con este relato que deja abierta la puerta del arrepentimiento y del perdón.
Una hermosa película en que ha de destacarse no solo la asociación que hace Murnau de la noche con la pasión carnal "prohibida" y del diáfano día con el sosiego del amor profundo, el verdadero amor, sino también el "tiempo" de la narración: una solo jornada, en la que los protagonistas parecen haber vivido una eternidad. Al igual que los espectadores.