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España España · LA CORUÑA
Críticas de migfersaav
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Críticas 124
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
2
25 de julio de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie es un horror, y una interpretación de la leyenda del Rey Arturo y Excalibur, que roza el esperpento.

Después de ver la primera temporada entera, se pueden decir varias cosas:

- Es fea y cutre.
- Le falta ritmo.
- Los vestuarios son espantosos
- Los actores son nefastos (salvo Gustaf Skarsgad como Merlin, de lo poco digno e interesante de la serie, y un Danniel Sharman que no lo hace mal, aunque parezca una copia sosa de Darth Maul en la Amenaza Fantasma). Mención aparte para la horrorosa interprete protagonista, Katherine Langford, de lo peor de esta serie, y a la que no te crees en ningún momento.
- Un guión plano, lento, aburrido, previsible, incoherente, en el que las tramas son estúpidas y carecen de sentido, y el argumento resulta deplorable y desgracia cualquier cosa que tenga que ver con la leyenda artúrica.
- Personajes poco definidos o definidos de forma absurda. Además hay un exceso de personajes que no tienen ningún sentido, y que te apartan de las tramas principales.
- Los escenarios parecen estar dentro de una baldosa, de tal forma que la acción apenas se mueve, y los personajes aparecen como por arte de magia en todas partes, como teletransportados, a veces de forma ridícula, como si algo se hubiese quedado olvidado en la sala de montaje.
- Una fotografía poco inspirada, salvo cosas muy, muy puntuales.
- Efectos especiales cutres e indignos de cualquier serie que se precie.
- Ambientación nefasta y ridícula.
- En resumen, un amasijo refrito de varias series, mezclado con gotas de la leyenda artúrica, sazonado con especias caducadas de brujos, hadas, hechiceros y personajes dantescos (que, con frecuencia, resulta que luego mueren y no pintan nada), y enrollado en un envoltorio políticamente correcto de multidiversidad racial y sexual, que chirría cuando Netflix le atiza a la iglesia católica (otra vez) con un argumento tan ramplón y mezquino, metiéndolos con calzador como los villanos de la serie.

En fin, Netflix haciendo de las suyas otra vez (no hay serie fantástica que no desgracien).

La primera temporada, parece un enorme episodio piloto para presentar a los personajes, que deja un regusto muy insatisfactorio y la sensación de que Netflix, cada vez, factura más bodrios de este tipo.

Visto el final de la primera temporada, en el que ya sabes quién es quién (se ve venir a distancia), te da hasta pena el deplorable desarrollo de algunos de los personajes.

Con todo esto, te vuelves a quedar sentado (una vez más), preguntándote el motivo por el que Netflix se empecina en hacer cine de este tipo, pues todas sus incursiones en el mundo de la fantasía (aquí hay una mezcla de medieval y fantasía), naufragan inexorablemente de forma estrepitosa.

Lástima, porque la leyenda artúrica se presta a hacer cosas muy interesantes con algo más de esfuerzo e ideas.
migfersaav
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7
26 de mayo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante un western antológico en el que, como en las películas de John Ford, destaca ese concepto de engrandecer el oeste y los grandes espacios abiertos, con unas inmensas praderas y esas vistas infinitas e inacabables.

La película es además muy sólida en el desarrollo de los personajes, así como en la construcción de la historia. El único lunar, es el precipitado y flojo final, que desluce el resultado final.

Las únicas personas que critican este western, lo hacen por la forma de comportarse de McKay, el protagonista, al que tachan de falso y de ocultar su verdadera personalidad. Yo creo que es un error, y que el personaje McKay está bordado por un soberbio Gregory Peck. Se trata de un hombre tranquilo, que ya ha visto mucho mundo, que se intuye perdió a su querido padre por un duelo innecesario, y que rechaza la violencia como forma de vida. Eso no quiere decir que sea un cobarde. Al revés, es un hombre reflexivo y tranquilo, seguro de sí mismo, que huye de las fanfarronadas, que no necesita demostrarle nada a nadie. Su prometida, Patricia Terril (magnifica Carrol Baker), una chiquilla caprichosa y vanidosa, una niña de papá, se enamoró de ese mismo hombre, pero nunca llegó a conocerlo. De ahí que confunda prudencia, templanza y carácter, con cobardía. En ese sentido el guión está perfectamente definido. Es cuando afloran las tensiones, cuando la pareja se rompe, y se ve que McKay y Pat son incompatibles, quedando McKay cautivado con la personalidad de Julie Maragon.

Pero la película tiene un lunar. Falla estrepitosamente en el final, que carece de sentido y es precipitado y absurdo. Particularmente detesto la canallesca y facilona caracterización que se hace de los Hannassey, y toda la estupida trama que rodea al hijo mayor, Buck. Es ahí donde el guion no sabe sacarle partido a los dos magistrales primeros tercios de la película, que son una verdadera obra maestra.

Es difícil mostrar el marcado contraste entre este y oeste, entre progreso y barbarie, con la facilidad y rapidez con que William Wyler lo logra.

En todo caso la pelicula es un clásico incontestable y de gran belleza, que se disfruta una y mil veces.
migfersaav
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2
1 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un aviso. Esto no es el coleccionista de huesos. Los fans de los libros de Jeffery Deaver deben saber que, salvo los nombres, no hay apenas similitudes con los libros de Jeffery Deaver, y lo que es peor, el argumento principal y las tramas secundarias (una por capitulo) son horribles. Sinceramente, por más que puse interés, ganas y esperé para ver si la serie y las tramas mejoraban, ha sido una absoluta pérdida de tiempo, un desperdicio y, sobre todo, una decepción. La trama principal de la serie se centra en el caso del primer libro, el coleccionista de huesos, pero sin nada que ver casi con el argumento del libro de Deaver.

Pero no me enroscaba en el argumento original del libro, tambien me valía que hiciesen una historia nueva y diferente al libro, si estaba bien hecha. Pero no. Tampoco está bien hecha. No he sentido el más mínimo interés, ni me he creído la historia principal, ni las tramas secundarias de cada episodio. Y por creer, en esta serie ni siquiera me creo que Lincol Rhyme sea tetrapléjico (el actor principal, Russell Hornsby se mueve tanto, que nunca te da la sensación de que sea tetrapléjico, y el que sea capaz de llegar hasta el décimo y último episodio de la primera temporada, lo entenderá perfectamente).

Las tramas son aburridas, sin imaginación, carentes de emoción, llenas de clichés.

Y Russell Hornsby no es Lincoln Rhyme, y por mucho que lo intente no está a la altura. Su actuación es muy, muy floja. No tiene tranquilidad, inteligencia, seguridad en sí mismo, y te transmite eso en la pantalla. No he visto por ninguna parte el sufrimiento de Rhyme por su tetraplejia, el dolor de una mente privilegiada encerrada en un cuerpo inútil, brillante en la deducción y en el análisis, que caracteriza a este personaje.

En cuanto a Arielle Kebbel como Amelia Sachs, es horrible. La verdad es que ni da el tipo, ni le da la más mínima prestancia a su papel. Donde está la mujer enferma y dolorida, que sufre en silencio, humildemente. Dónde está esa mujer inteligente e intuitiva, el alma gemela de Rhyme que lo guía en el mundo exterior al que él no puede acceder. Dónde está esa gran tiradora y gran policía, cuyo instinto tanto respeta Lincoln Rhyme. Donde está esa mujer que lo da todo por ayudar a Lincoln, que se enamora de él (y a la inversa, Lincoln de ella), a pesar de la discapacidad y todos los problemas que tienen.

No, esto no es El coleccionista de huesos, y los personajes que aparecen en esta serie no son Lincoln Rhyme y Amelia Sachs.

Por no haber, no hay alma, no hay sustancia, y desde luego no hay química ni atracción entre los personajes, ni la profundidad necesaria para caracterizar a dos personas que son mucho más que las pobres caricaturas de esta serie.

Y lo peor de todo, es que no hay tensión, no hay claridad ni coherencia en el relato. Todo va a toda velocidad, como un pollo sin cabeza, sin pausas, sin deducciones coherentes, sin argumentos inteligentes ni investigaciones serias. Todo surge sobre la marcha, como si se lo inventasen, sin indagación o deduccion alguna.

Y en cuanto al villano, el coleccionista de huesos, al principio no lo hace del todo mal, y el actor que lo interpreta (Brian F. O'Byrne, un habitual de series) quiere darle un aire de sofisticación y superioridad a su personaje, pero al final se queda solo en el envoltorio. Enseguida se contagia de la apatía de los personajes principales, y cae en la más absoluta vulgaridad y mediocridad, convirtiéndose en una caricatura de asesino en serie histérico y poco interesante.

Pero el resto del reparto de secundarios (el equipo de Lyncon y Amelia) no es malo. Por lo menos te los crees en sus papeles, y le aportan algo de dignidad a la serie.

En definitiva, no estás ante los grandes detectives-policías Lincoln Rhyme y Amelia Sachs, sino ante unos sucedáneos de la peor calidad.
migfersaav
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8
29 de abril de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie es un logro impresionante. Es difícil recrear la magnífica historia narrada por Bernard Cornwell en las numerosas novelas de su saga de "Sajones, vikingos y normandos" y no quedar insatisfecho al verla. Partiendo de que el personaje principal Uhtred de Bebbanburg es mucho más completo, más canalla y más señor de la guerra en las novelas, y que se ha simplificado (como es lógico) la trama y los personajes, lo cierto es que es una de esas series que van ganando con cada episodio y cada nueva temporada, enriqueciéndose.

Al ver el primer episodio de la primera temporada estuve a punto de abandonar antes de tiempo, pues me pareció que la historia no iba a estar a la altura de los libros, pero debo reconocer que mi fe se ha visto recompensada, y según han ido avanzando los episodios y las temporadas, la serie ha ganado mucho y al final me está entusiasmando.

Su mayor mérito, además de unas buenas interpretaciones, es la cuidadísima ambientación y respeto con que se ha hecho. En todo momento tienes la sensación de que estás en la edad media, en esa época en que Inglaterra todavía no era Inglaterra, en un sin vivir de invasiones vikingas y normandas, donde la supervivencia del reino de Wessex pende de un hilo. Las batallas son una delicia, y huelen a autenticidad, sin caer en las recreaciones informáticas, con extras en cantidad abundante y generosa, dándole realismo a las batallas, que están muy bien coreografiadas. Ves los muros de escudos (bastante bien recreados), las cuchilladas bajas y traicioneras, las armas, las vestimentas, los peinados, etc. y crees estar en esa época tan poco conocida. No verás castillos ni palacios, las recreaciones de las ciudades, los pueblos, las aldeas, el campo y jardines, son sencillas, pero espectaculares.

Si a eso le sumas un magnífico uso de la cámara (muy épico), que sigue a los protagonistas a caballo cuando galopan, cámara en mano en algunas batallas, con unos planos aéreos bien utilizados y muy destacados, y con un uso de la cámara muy natural y acorde a la experiencia que podrías esperar en esa época, pues todo contribuye a un mayor disfrute y una mejor experiencia visual.

Los actores están francamente bien. Aunque, físicamente Alexander Dreymon no me parece que sea el señor de la guerra que nos presenta Cornwell en sus novelas (y a pesar de los cambios de peinado, parece que no envejece), no cabe duda de que le da un aire muy personal y muy sentido a su personaje, con escenas maravillosas, dignas de agradecimiento. El elenco de actores es magnífico, y por destacar a alguien, voy a destacar a dos personajes que creo que bordan sus papeles: David Dawson (en el papel de Alfredo el Grande), que me parece de las mejores interpretaciones que he visto de este personaje, y que en algún momento (al final de la tercera temporada sobre todo) ha llegado a emocionarme profundamente; y a Eva Bitrhistle (en el papel de la monja Hild), que me ha emocionado en varios momentos y que borda uno de esos papeles que nunca se valoran suficientemente, dotándolo de dulzura y de calidez. Aún así, Ian Hart como el padre Beocca, Harry McEntire como Aethelwoldo, Tobias Santelman como Ragnar, Mark Rowley como Finan, Arnas Fedaravicius como Sihtric, e incluso Emily Cox como Brida, también tienen unas actuaciones destacadas.

Por lo demás, qué se puede decir de una serie que temporada tras temporada (hasta su final en la quinta y última temporada) renueva la confianza en los que la vemos, dejándonos una magnífica estampa y una hermosa historia ambientada en ese mundo sajón, vikingo y normando que tanto placer culpable nos despierta, y en el que seguimos a uno de esos desconocidos señores de la guerra de la edad media, que tanto peso tenían en el crecimiento o desaparición de reinos medievales, en un mundo lleno de traiciones, conspiraciones, choques de religiones, muerte, desolación y honor.

Ahora, tras la quinta y última temporada, y aunque la serie se ha alejado de las novelas, puedo decir que las 2 últimas temporadas tienen altibajos, pero esta quinta y última temporada no defrauda, y le concede a esta magnífica serie el final satisfactorio y cargado de emoción que se merece, y que da sentido a este largo viaje, en el que hemos seguido a Uthred de Bebbanburg, alter ego del supuesto antepasado del escritor Bernard Cornwell (autor de las novelas de la saga sajones, vikingos y normandos, en las que se basa, con ciertas libertades, esta estupenda saga), desde su dura infancia, hasta culminar el sueño de su vida y recuperar lo que es suyo, porque, como dice el leitmotiv de la serie, "el destino lo es todo".
migfersaav
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7
17 de febrero de 2020
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1917 es una buena película, que ganó los Globo de Oro y Bafta a la mejor película y mejor dirección en 2.019.

Pero la historia que se narra en la película resulta poco original, y en algunas cosas recuerda a "Gallipoli" o a "Salvar al Soldado Ryan", y en otras a "Senderos de gloria". Es una interesante historia bélica, bien narrada, con verdadera maestría detrás de las cámaras, pero con un guión poco acertado y una historia resuelta de forma sencilla, sin arriesgar en el desenlace.

El comienzo de la película no resulta especialmente espectacular. La primera mitad es una historia bien contada, con una buena representación de lo que era la guerra de trincheras en la Primera Guerra Mundial, con un realismo atroz, pero sin excesivos horrores, que llega a volverse anodina e incluso algo irritante. La película gana muchos enteros en el apartado visual, pero pierde mucho en el argumento. Su cuidada estética no puede ocultar graves fallos de guión y un grave problema a la hora de matizar y contextualizar a los personajes alemanes. No hay un trazo amable con ninguno de los alemanes, convirtiéndolos en malos sin alma, recurriendo al tópico de los malos-malísimos, sin lógica o argumentos convincentemente esbozados, alcanzando el paroxismo de la vergüenza y mezquindad en el episodio con el piloto alemán, que abochorna a cualquiera que tenga dos dedos de frente (lo explico en la zona spoiler, para quien le interese).

Pero la magistral aparición de Mark Strong, cambia el rumbo de la película, y marca el inicio de la segunda parte, a mi juicio la mejor de la película, que discurre principalmente de noche, con momentos de un cine verdaderamente extraordinario y de muchos quilates, que por momentos resulta impactante por la brillante forma en que está rodada. Es en la noche, en la iluminación con bengalas, en la visión difuminada por el fuego de las llamas, en la negrura, donde esta gran película se agiganta visualmente. Ya no importa tanto lo que se cuenta, sino cómo lo cuenta el director. Es en esta segunda mitad, cuando la película coge perspectiva y con una magnífica banda sonora, alcanza cotas de insospechada calidad y lirismo. Sin embargo, las buenas sensaciones se diluyen con un final blando y fácil, que le resta mérito a la película y a la historia contada. La secuencia final es decepcionante, y desluce en buena medida el resultado final, a la espera de un climax que no llega. Gallipoli y, sobre todo, Senderos de gloria, te disparaban en el alma, te estremecían. A esta película le falta precisamente eso.

Pero a pesar de todo, el resultado cinematográfico es notable. Al director no le importa tanto la historia y el rigor, como la recreación de ese año que da título a la película, en el frente de una guerra espantosa, en la que murieron casi 20 millones de personas. A pesar de que no se puede negar que la historia es sumamente sencilla, y el relato endeble en varios momentos, el director (cuyo abuelo participó al parecer en la Gran Guerra, y quizás el motivo por el que caracteriza tan mezquinamente a los personajes alemanes), ha convertido el relato de algo casual, casi cotidiano, en algo visualmente extraordinario, con una narración muy interesante. El principal lunar, un guión bastante flojo, no le resta mérito al resultado final.

Algunos se muestran sorprendidos por la magnífica interpretación de George MacKay. Este actor ya llamó la atención en la maravillosa "Captain Fantastic", con un papel pequeño en el que interpretaba al hijo mayor de Viggo Mortensen. Es un actor joven (27 años), que aqui carga con todo el peso de la película, eclipsando a todos los que se le aparecen, excepto a un sublime Mark Strong. Esperemos que esta película le de la proyección que quizás aún no tenía, y aparezca en más producciones, porque es un magnífico actor.

Se ha criticado y alabado por igual el uso del plano secuencia. Quiero señalar que, con menos méritos a mi juicio, ha ganado Alejandro Gozález Iñárritu alguno de sus Oscars (por ejemplo el de "El renacido"). Mucho más loable y coherente me parece el uso del plano secuencia en esta película. El plano secuencia utilizado (con casi imperceptibles trampas) en esta película, tiene una finalidad evidente: seguir a los protagonistas por el frente, mostrar el horror de la guerra y la difícil vida en ese frente de trincheras. Aquí el plano secuencia está al servicio de la película, y la película consigue entretener y deslumbrar visualmente al espectador en todo momento, sin caer en el narcisismo.

En resumen, 1917 es una buena película, que perdurará en la memoria más por sus méritos artísticos, que por el flojo argumento. Pero a pesar de ello, cuando uno acaba de verla, sale del cine con un buen sabor de boca, deseando que se haga más cine como éste, porque a pesar de sus problemas de guión (que detallo en la zona spoiler), este es el tipo de cine que deseamos que vuelva a hacerse: cine artesano, de autor, con una buena dirección, bien interpretada, y en la que todo está al servicio de la película, y no del lucimiento individual. Falta quizás algo más de guión, y asumir más riesgos precisamente en esa faceta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
migfersaav
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