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España España · Torre de J. Abad
Críticas de Delushi Kong7
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Críticas 113
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
La maldición de Molly McGee (Serie de TV)
SerieAnimación
Estados Unidos2021
5.9
60
Bill Motz (Creador), Bob Roth (Creador)
7
3 de julio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las recientes series animadas del catálogo de Disney están sufriendo una maldición particular que no echan los fantasmas, sino los ejecutivos. Incluso sin meternos en el desagradable territorio de la censura LGTB, que condenó a Casa Búho a una tercera temporada reducida a 3 míseros episodios, las producciones animadas de la compañía han sufrido un duro bajón desde la llegada de Disney+: en lugar de estrenarse en Disney Channel o Disney XD, las series empiezan a emitirse en tandas en la plataforma de streaming, llegando más tarde a la tele abierta. Y esto implica que o consiguen buenos números (y por buenos números me refiero a 800000000 de visualizaciones en menos de 24 horas, porque si no no me lo explico) o tu producto se guarda en el cajón de adiós para siempre y se cancela. A veces sin previo aviso. Si bien a Anfibilandia se les avisó de antemano y pudieron cerrar las tramas que querían en su tercera temporada, los creadores de La maldición de Molly McGee se enteraron de que no habría tercera temporada solo cuando se había estrenado el último episodio, incluso teniendo guiones y storyboards de nuevos episodios ya en proceso.

Bill Motz y Bob Roth ya habían trabajado antes para la compañía Disney en series como Phineas y Ferb o Brandy y Mr. Whiskers, siendo esta última una inspiración para el estilo de La maldición de Molly McGee (The Ghost and Molly McGee). En esta serie de 2021, la familia tailandesa-americana McGee se muda a la ciudad de Brighton, donde ocupan una casa abandonada en la que habita un fantasma cascarrabias llamado Scratch (Dana Snyder en el original). Aunque intenta echarlos de su rincón particular, la hija adolescente de la familia, Molly (Ashly Burch en el original), irradia con su alegría, positividad e hiperactividad la "vida" del fantasma, al que está ligada a la fuerza por la maldición homónima: hasta que no abandonen la ciudad, Molly tendrá siempre a Scratch a sus espaldas asustándola y aterrándola, pero el pobre Scratch aprenderá por las malas que a una niña tan carismática como Molly McGee nada la asusta con facilidad.

Quizá La maldición de Molly McGee no sea tan popular como las epónimas Casa Búho y Anfibilandia, ni mucho menos se acerca a las ya icónicas Gravity Falls y Phineas y Ferb, pero ¿era justo cancelarla por una segunda temporada apresurada en la que metieron con calzador demasiadas ideas? ¿Fue esa la razón, o fue de verdad la escasa audiencia? Que de escasa nada, puesto que si bien no alcanzó las desorbitantes cifras que unos fantoches de la compañía esperaban en balde logró forjarse una buena comunidad de fans que la seguían por todo el globo. Entonces, ¿fue eso, fue la piratería como a veces intentan justificar, fue otro motivo, fue algo justificado? Como mero espectador, creo que no soy quién para dar una respuesta acertada, solo puedo decir que maldita seas, Disney.

Ya nada más se puede hacer que reivindicar esta obra menor del catálogo de la cadena. Menor en el sentido de que no es tan arriesgada, adulta o seria como las otras propuestas recientes del estudio; de hecho, un problema que tiene es cuando intenta crear tramas complejas acerca del funcionamiento del Mundo Fantasma, de sus reglas y de su jerarquía. No es realmente malo, pero se sienten tramas forzadas que no pegan tan bien en una serie tan episódica: al final, lo que quiere ver la gente en cada capítulo es a la pareja protagonista y a sus amigos los secundarios haciendo el ganso y contando chistes y aprendiendo alguna moraleja sencilla, al estilo de como es Los Green en la gran ciudad, también bastante reciente. Precisamente el problema mayor de la segunda temporada es dar mucha importancia a subtramas secundarias "épicas" con la llegada de unos cazafantasmas a la ciudad, y preocupándose de investigar el pasado de Scratch, y con el rollo del Presidente Fantasma en el otro barrio... muchas tramas importantes a la vez que si bien no arruinan la serie sí lastran un poco el conjunto.

No es lo único malo: precisamente cuando hablamos de las moralejas que los personajes quieren aprender te das cuenta de que no hay nada nuevo bajo el tintero. Todas y cada una de las moralejas que se dicen han sido mejor tratadas en otras series mucho mejores, tanto de Disney como de otras compañías, animadas y no animadas, recientes y viejas. No hay malas moralejas, ni mucho menos, y si es la primera vez que las escuchas puede que te lleves alguna sorpresa; pero en mi caso no creo que haya aprendido nada nuevo, y quien haga el titánico esfuerzo de citarlas una a una se dará cuenta de que tengo razón. El humor, por otro lado, cuando funciona es maravilloso, pero cuando no lo hace es un poco incómodo, en especial con los bruscos finales de muchos episodios y con los chistes de culos.

Para este punto de la crítica parecería que no le encuentro nada bueno a La maldición de Molly McGee. Nada más lejos de la realidad humana. Si bien, como he dicho, no es la mejor serie animada que he visto, cuando funciona es tremendamente divertida. Esto se debe en gran parte a los personajes, unos adorables y carismáticos vecinos de un pueblo peculiar donde todos tienen algún momento de brillar: el inocentón de Pete, la protectora Sharon, el travieso Darryl, el fantasma tontorrón Geoff con G... Quizá Andrea, el estereotipo de pija rica adicta al teléfono que se presenta como la matona de turno aunque al final acabe demostrando que tiene buen corazón, me flojee un poco; la familia de cazafantasmas de la segunda temporada, encabezada por el guaperas Ollie, tampoco me aporta demasiado.

(SIGUE EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Delushi Kong7
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Había una vez un estudio (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2023
7.4
1,421
7
16 de octubre de 2023
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salió el anuncio, se estrenó el primer tráiler y se filtraron imágenes. Todo el mundo sabía ya de lo que iba a tratar Érase una vez un estudio, el corto de aniversario de The Walt Disney Company por sus 100 años de historia(s). Supuestamente iba a acompañar a Wish en su estreno en cines, aunque al final la compañía se decantó por estrenarlo en televisión y un día después directamente en Disney+. ¿Error garrafal o buena estrategia de marketing? En realidad poco importa, porque el cortometraje cumple exactamente con lo que prometía y por eso no dudo que va a ser un éxito inmediato. Basta con ver la bárbara nota media que mantiene con apenas 30 votos.

Pero, al ver esta nota, uno no deja de preguntarse... ¿es una nota bien merecida o una exagerada reacción ante el hype? ¿Es Érase una vez un estudio un buen corto o solo cebo para nostálgicos? Esta última definición es la que muchos se temían que iba a ser, y en cierto modo lo es. Érase una vez un estudio es un desfile de cameos y referencias y homenajes a toda una trayectoria cinematográfica, a un siglo de películas y cortometrajes con los que millones de personas han crecido y que reconocen al instante. Así que, efectivamente, en muchos aspectos es solo "nostalgia bait", "fanservice", nada más que imágenes para señalar y reconocer mientras pausas la pantalla. No es una historia profunda, no es tremendamente divertido, no es nada nuevo bajo el sol. No es un corto, es propaganda.

Y qué diablos, qué buena propaganda. No es por que sean películas de Disney, todos esos dibujitos con los que hemos crecido y que nos encandilan el corazón. Es porque son TODAS las películas Disney: no hablamos de La Bella y la Bestia, Aladdin, La sirenita, Pinocho, Blancanieves, Dumbo, Frozen, Enredados y Zootrópolis, hablamos de todas esas y las más olvidadas. El corto ha querido traer a las menos conocidas, como Basil, Oliver y su pandilla o Los rescatadores; ha querido traer a las más atípicas, como Dinosaurio, El emperador y sus locuras o Descubriendo a los Robinson; y se ha atrevido a recordar los clásicos que fueron los mayores fracasos de la compañía, tanto a nivel financiero como crítico, incluyendo Zafarrancho en el rancho, Chicken Little, Hermano Oso, El planeta del tesoro, Atlantis y la mismísima Tarón y el Caldero Mágico. Por increíble que parezca, en 8 minutos caben cameos y referencias a todo tipo de personajes que interaccionan entre sí de un modo mágico. Nadie queda atrás. Bueno, no sé hasta qué punto se ignora a Canción del sur, pero cualquiera se atrevía...

Y por si fuera poco, quienes interactúan no son imitadores de los personajes: en la mayor parte de los casos los actores originales regresan a doblar sus partes, mientras que otros personajes están doblados mediante voz de archivo para conservar la frescura del original. Esto es especialmente mágico en el doblaje castellano, donde no solo los personajes más modernos tienen sus voces correspondientes sino que los personajes viejos reutilizan voces de archivo, ¡incluso con los doblajes latinoamericanos! Eso tiene muchísimo encanto, lo hace más icónico. Otro gran acierto es la locura de recrear los estilos de animación de cada película, haciendo que reconozcas a la perfección qué película está en 3D y cuál en 2D, pero también distinguiendo los distintos procedimientos que separan a Pinocho de Hércules o de El libro de la selva. Visualmente es seguramente el mayor aliciente para recomendar el corto.

Pero entonces, ¿esto hace que deje de ser una mera excusa para ganar dinero mediante nostalgia? Seguramente no, pero mentiría si dijera que en muchos momentos del visionado estaba esbozando una emotiva sonrisa. Y más con cierta interacción entre Mickey Mouse y un cuadro muy especial. Los realizadores han sabido hacer su trabajo, han sabido traer emoción y cariño a 62 películas (a los que se añaden, como ya he dicho, cortos y otras excepciones de la talla de Mary Poppins o Pedro y el dragón Elliot) que con sus pros y sus contras forman parte de nuestra historia. De nuestra vida. Y sobre todo de nuestra infancia. Una infancia que para muchos ha sido feliz gracias a los chistes de Kuzco, a la magia del Genio, a la valentía de Milo Tatch o al rugido de Simba. Son solo algunos clásicos que se me vienen a la mente cuando quiero recordar por qué, a pesar de formar parte de una compañía moralmente cuestionable, las pelis de Disney son en esencia la razón por la que somos como somos. Soñadores.
Delushi Kong7
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5
13 de septiembre de 2023
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The Cosmic Eye es un film animado americano independiente de mediados de los años 80 no muy conocido en la actualidad. Aunque no es difícil de encontrar por Internet, es obvio por qué causa tan poco interés: se trata de un film extraño y psicodélico que no sabe muy bien a quién está dirigido y, pese a tener una clara idea en mente, la ejecución es más bien irregular.

Os intentaría hablar del argumento de la película pero el hilo conductor de las diversas secuencias es "escaso" por decirlo suavemente. Unos dioses de distintas culturas (o alienígenas según FilmAffinity) observan hacia donde se dirige la humanidad, literal y metafóricamente, mientras se aproxima a su destrucción. Solo con su estudio podrán estos dioses hallar la respuesta: mandar un mensaje de paz y unidad que englobe a todos los habitantes de la Tierra, como si se tratase de la segunda venida de la Torre de Babel. Os seré sincero, si vosotros veis la película y entendéis otra sinopsis no os culparía; las escenas con "historia" propiamente dicha son un caos, poco interesantes y las partes más sosas de la película. Se empeoran por los diálogos, que pretenden ser profundos pero no hacen hincapié en nada que no se hubiera dicho antes en películas con este tipo de mensaje, y además se entienden fatal (pero esto no es culpa tanto del film como de la conservación del mismo, con una calidad de imagen y audio regulera).

Por lo único por lo que os podría recomendar la película, motivo por el que he decidido redactar esta breve crítica, es por la propia animación, que destaca en los diversos segmentos de la película. Para "estudiar" a la humanidad, la película muestra varias secuencias cortas con titulillos que hablan de las necesidades humanas, del origen de la humanidad, de las leyendas mitológicas de muchas culturas... ahí radica el interés de la cinta, en la variedad y originalidad de estos fragmentos tan bien animados. A su manera, por supuesto, pero bien animados. Entendería que vieseis la mayoría de dibujos y pensaseis que son simples, cutres o hasta feos, pero diría que son muy únicos y entretenidos. La mayoría de estas escenas carecen de diálogos, por lo que se vuelven una especie de Fantasía donde la música nos deja llevar por surrealistas imágenes que no cuentan realmente una historia por sí mismas, pero que son hipnóticas y muy creativas.

Así que, como conclusión, The Cosmic Eye se queda como un experimento con una moraleja machacona y predecible, resuelta tras una progresión argumental pobre y olvidable, que sin embargo puede valer la pena un visionado gracias a imágenes muy extrañas en el buen sentido. Si tenéis paciencia o buscáis, como curiosidad, un estilo de animación muy distinto de lo acostumbrado en el cine comercial de los 80 en Estados Unidos, podéis deleitaros fácilmente con la ópera prima de Faith Hubley, la esposa del animador John Hubley, del que hay decenas de cortos por Internet con una animación similar a los que también os recomendaría que echaseis un ojo.
Delushi Kong7
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6
30 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reciente cultura de la cancelación trae a la luz muchos nombres del mundo del espectáculo y la ficción. Se habla del racismo de Lovecraft, del comportamiento inapropiado de Marlon Brando en muchos rodajes, de la violencia doméstica de Sean Connery con su mujer... Y dejando descansar a los muertos aun siguen vigentes las acusaciones de abusos sexuales de Kevin Spacey, la pederastia de Roman Polanski por la que aún no puede regresar a los Estados Unidos, y sobre todo la transfobia de J.K. Rowling de la que sigue mofándose en redes sociales. Muchos se preguntan si vale la pena ignorar estos comportamientos insanos para proteger la obra de nuestras infancias, si hay que desprestigiar cualquiera de sus productos porque están irremediablemente manchados del pensamiento del autor original, o si hay un término medio: ¿se podría separar la obra de su autor, odiar a la tránsfoba y seguir amando tus libros de Harry Potter? No seré yo quien traiga la respuesta definitiva a un debate que día a día sigue caldeándose en Twitter. Cada caso parece único, cada delito es diferente y cada persona parece merecer más un odio u otro (y más comparando los actuales comportamientos de Ezra Miller con los "crímenes colonizadores" de Colón en el siglo XV). Pero necesitaba introducir este concepto para explicar el caso de Julia Vickerman y el fracaso de Twelve Forever.

Twelve Forever (Doce para siempre en España y Doce por siempre en Latinoamérica) comenzó en 2015 como un piloto presentado a la cadena Cartoon Network para una posible serie de animación. El proyecto cayó en el olvido hasta que Netflix compró los derechos y estrenó en 2019 la primera temporada de la serie, que consiste en 25 episodios de 11 minutos narrando una historia muy similar a la del cortometraje original: Reggie Abbott ha cumplido 12 años pero no encaja en su pueblo, por lo que escapa con ayuda de su imaginación a un paraíso de inocencia y emociones llamado Infinita donde puede hacer lo que quiera. Junto a sus mejores amigos Todd y Esther, así como a una serie de variopintos lugareños, Reggie vive mil y un aventuras y se enfrenta a las inseguridades de la adolescencia que personifica la Bruja Pompis, nacida y alimentada por la negatividad del mundo.

Esta parece la típica serie infantil que pretende enseñar a los niños que, aunque parezca difícil, no hay nada malo en crecer y madurar porque nos aguardan muchas aventuras en la vida. Pero Twelve Forever aparece en el catálogo del servicio muy escondida, tiene una muy pequeña comunidad de fans y nunca fue renovada para una posible segunda temporada. ¿Motivo? La apuesta principal viene de manos de Julia Vickerman, la creadora del show y guionista en otras series de Cartoon Network como Clarence o las Supernenas (2016). Vickerman fue despedida antes siquiera de que se estrenase la temporada, no solo por rumores de pedofilia sino por el confirmadísimo acoso laboral a todo el equipo detrás de la serie. Actores, animadores y guionistas por igual confirman su mala conducta y sentenciaron la carrera de Vickerman en televisión. Y quizá también de Twelve Forever, asociada para siempre al nombre de su creadora, de la que seguramente Netflix querría deshacerse para evitar más controversias. Así que... ¿Twelve Forever es un producto injustamente olvidado por culpa de una única horrible persona, desprestigiando todo el trabajo del equipo que había detrás? ¿O hay alguna otra causa real para que a nadie le interesase la serie... como que simplemente sea mala, independientemente de la gente que la hizo?

A priori simplemente parece otra serie más del montón. Un argumento algo creativo pero con conflictos típicos, donde se discuten las dificultades del primer amor, los cambios del cuerpo con la madurez, las relaciones con padres, hermanos o amigos, las responsabilidades de la edad adulta, el aprender a no ser el centro del universo... No es la gran revelación, que es posiblemente otro buen motivo para no llamar tanto la atención, pero al menos promete atraer a los niños con una maravillosa animación colorida y frenética que aprovecha muy bien su medio; en el apartado visual Twelve Forever cumple con creces para un producto infantil, así como en el sonoro. Tiene una música pegadiza (aunque abusa de las canciones, que son algo irritantes) y tiene un buen doblaje; solo puedo hablar con certeza del castellano, donde los tres protagonistas son muy energéticos y hacen genial su trabajo mientras que 1/3 de los extras están doblados por el maravilloso Emilio García (Tennosuke en Bobobo y Musculitos en Regular Show/Historias Corrientes/Un show más), pero a juzgar por el trailer en versión original el reparto inglés también está muy bien para lo que ofrece.

Entonces... ¿no hay ningún problema en la serie? Desgraciadamente, no todo es perfecto en Twelve Forever: el principal problema tiene que ver con las moralejas que supuestamente pretenden enseñar, y eso es algo bastante grave. Las ideas están claras y el mensaje principal es importante, duro pero realista (no podemos evitar los cambios y hay que adaptarse a ellos, porque crecer es algo natural), pero a la hora de concluir el episodio no parece que los personajes lo tengan tan claro. La gran mayoría de capítulos tienen un mensaje propio, como el de respetar la intimidad de los demás... pero lo que los niños parecen aprender es que un vecino de Infinita es un tío muy chungo. En otro Reggie ha prometido hacer castillos de arena con el peluche parlante Roger Marrón, pero pasa de él cuando se pica a un juego de mesa lo que provoca que la Bruja Pompis lo mute en un monstruo abominable... y la conclusión a la que llegan es que los dos deben dejarse espacio uno al otro y aprender a respetarse. Pero, ¿Reggie no acaba de romper una promesa? ¿Esa lección no está ahí? A veces alguna moraleja llega a cuajar (no impongas tus gustos, ser maestro es complicado...) pero la sensación general es que no cumplen su objetivo.

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Delushi Kong7
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La nave fantasma
Japón1969
5.2
57
Animación
4
13 de junio de 2023
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De La nave fantasma de Hirsohi Ikeda solo conocía un par de cosas: es muy desconocida, aparentemente también se conoce por estos lares como "El barco fantasma volador", y un tal Lev Atamanov del que no había oído hablar nunca había participado en la animación. Ah, y que se encontraba en Youtube fácilmente. Hubo una época en la que me dio por almacenar todos esos largometrajes nipones con fácil acceso porque "algo bueno tendrán que tener". Y la nave fantasma... pues qué rabia... Porque tener tiene cosas e ideas buenas... Pero la ejecución es bastante desastrosa.

Póster y título sugieren una historia de aventuras escalofriantes donde esos dos niños y el perrete simpático se enfrentan a un barco fantasma capitaneado por un esqueleto que además puede volar. Y parece empezar por esos tiros con una introducción que amenaza con esa ambientación y la presentación de la historia: una pareja y su hijo van de pesca y ven un accidente de automóvil, en el que casualmente está involucrado el jefe del padre. Para intentar salvarlo, lo llevan a una casa abandonada donde se les aparece el espectro del capitán del barco homónimo... Pero luego todo toma un rumbo muy diferente que entraría en territorio spoiler. Por resumir, la película tiene un serio problema de enfoque donde no sabe si quiere ser un film de terror para niños, una comedia de slapstick (el perro es el mayor representante de este género), un drama bélico de ciencia ficción, una película de aventuras con conspiraciones... Cada dos por tres cambia completamente el tono con canciones súper alegres o súper deprimentes y nunca cuaja en ninguno de ellos.

Si al menos los personajes fueran interesantes... pero son estereotipos andantes con las frases más clichés del mercado que oscilan entre mentores con el único papel de fallecer, chicas monas para ser el interés romántico (no es que profundicen mucho en el amor entre protas, pero la chica solo aparece a mitad de la película y su papel es ser una chica y tener un chiste justo al final en el que se supone que se le ven las bragas, muy patético), el héroe más shonen imaginable... y el villano. ¿Qué villano? Pues a ver, por lo poco que he contado se diría que es el malvado capitán fantasma, pero de nuevo para no entrar en spoilers hay como una fila enorme de villanos twist que para la escasa duración se sienten ridículos. En menos de 1 hora no sabemos cuál es el plan del villano porque no sabemos quién es el verdadero villano, y porque cuando analizas paso a paso lo que ocurre en el film hallas tremendos agujeros de guion que no se explican en ningún momento.

Si pudiéramos obviar la historia, tonta, genérica, predecible y plagada de fallos, y centrarnos en una bella animación, pues sería pasable para un rato muerto... pero otra vez la liamos. Los diseños a veces son muy cucos y otras muy simplones e infantiles, a veces impresionantes y a veces muy chorra. Y la animación en sí es la más dolorosa e inconsistente que he visto en meses, con algunas secuencias muy fluidas (a destacar la destrucción de la ciudad) y otras en las que reutilizan animaciones estáticas más que en un capítulo de Sailor Moon. Es realmente ridículo el momento en el que el prota entra en escena deslizándose como si estuviera en una cinta móvil. Los cambios de plano, muy bruscos en ocasiones, también son muy duros, seguramente propiciados por la escasa duración que en perspectiva podría haberse alargado para ayudar a encariñarse con los personajes o suavizar los cambios de tono. Quizá de ese modo hubiera considerado aprobarla... o quizá el dolor hubiera sido mayor.

Como he dicho, no es difícil de encontrar, y aparentemente se distribuyó de forma legal en nuestro país por si sois muy tiquismiquis. Pero seamos sinceros: para películas anime de aventuras que involucren estrafalarios vehículos flotantes cualquier oferta de Miyazaki os dejará con mejor sabor de boca. Y si tiene que ser obligatoriamente un barco pirata, os recomiendo zambulliros en las míticas aventuras del Capitán Harlock creadas por el fallecido Leiji Matsumoto. Cualquiera de esas películas y series ha conseguido evitar el naufragio al que iba encaminada La nave fantasma desde su comienzo.
Delushi Kong7
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