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Voto de Mirisah:
3
4.8
5,674
Terror. Thriller
Una bailarina de discoteca, Lucía, roba un alijo de pastillas y comienza a ser perseguida por mafiosos, refugiándose en un bloque de apartamentos con su hermana Rocío y su sobrina Alba. Una vez allí las tres descubren que unas fuerzas sobrenaturales malévolas poseen el edificio. El horror invade los pasillos de cemento de un complejo residencial maldito en las afueras de Madrid.
16 de diciembre de 2022
25 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay por donde cogerla
Llevaba tantos meses esperando que este largometraje se estrenara en cines que he intentado a conciencia sacar algún apunte positivo sobre ella, pero es que no se puede.
¿Por dónde empezar? Tras 1h y 40 minutos de película que se hacen eternos y tienes la sensación de no conocer en absoluto a ninguno de los personajes. Todas las decisiones que toman son porque sí.
Lucía, la protagonista, decide robar unas pastillas a unos puertas de dos metros y medio en la discoteca donde trabaja, que además es una de las más turbias de Madrid, porque sí. No tiene necesidad ninguna de hacerlo, ya que no tiene ninguna persona a su cargo y tampoco lleva una vida que pueda calificarse de mala. Pero lo hace, simplemente porque sí. En serio, ¿tan difícil hubiera sido meter una escena de unos segundos, en la que se la viera viviendo en un mal barrio, o se demostrara que tiene alguna motivación clara para robar? ¿O por qué narices se iba a meter una chica de bien en un lío de tres pares de narices?
Tras este hecho, obviamente es perseguida por los seguratas y jefes de la discoteca y entonces decide huir y esconderse en la casa de su hermana. Claro, porque no es el primero de los sitios donde unos mafiosos buscarían, para nada.
Sigo en los spoilers
Llevaba tantos meses esperando que este largometraje se estrenara en cines que he intentado a conciencia sacar algún apunte positivo sobre ella, pero es que no se puede.
¿Por dónde empezar? Tras 1h y 40 minutos de película que se hacen eternos y tienes la sensación de no conocer en absoluto a ninguno de los personajes. Todas las decisiones que toman son porque sí.
Lucía, la protagonista, decide robar unas pastillas a unos puertas de dos metros y medio en la discoteca donde trabaja, que además es una de las más turbias de Madrid, porque sí. No tiene necesidad ninguna de hacerlo, ya que no tiene ninguna persona a su cargo y tampoco lleva una vida que pueda calificarse de mala. Pero lo hace, simplemente porque sí. En serio, ¿tan difícil hubiera sido meter una escena de unos segundos, en la que se la viera viviendo en un mal barrio, o se demostrara que tiene alguna motivación clara para robar? ¿O por qué narices se iba a meter una chica de bien en un lío de tres pares de narices?
Tras este hecho, obviamente es perseguida por los seguratas y jefes de la discoteca y entonces decide huir y esconderse en la casa de su hermana. Claro, porque no es el primero de los sitios donde unos mafiosos buscarían, para nada.
Sigo en los spoilers
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Al entrar en la casa, su hermana está huyendo porque unas brujas que viven en la planta de arriba están haciendo que ¿¡salga barro por su fregadero!?. Pero al ver a Lucía ensangrentada tras el robo decide quedarse en casa, porque sí. Entonces, mantienen una conversación en la que Lucía le explica que está siendo buscada por unos mafiosos por robar unas pastillas, añadiendo que está compinchada con un novio que aparece en pantalla unos 10 segundos de película, y que va a ayudarla a venderlas. Y adivinad, nunca se supo más del novio. Pero no porque muera no, sino porque desaparece del guión, como si se hubieran olvidado de él.
Si hasta aquí nada tenía sentido, quedaos sentaditos porque aún hay más, y es que de repente, en un intento cutre de plow twist, la trama de las pastillas prácticamente desaparece de guión sin explicación ninguna y este comienza a centrarse en las brujas de arriba, que son tres señoras mayores que no se sabe ni de dónde vienen ni a dónde van pero bueno, están ahí haciendo sus akelarres y sus cosas.
La hermana de Lucía huye de la casa y se lleva hasta su propia maleta, pero pronto descubrimos que no estaba de parranda sino ¡¿encerrada por las brujas en la parte de arriba del edificio?! ¿¡Con maleta y todo?!
Ahí aparecen otra vez los mafiosos (¿¡por qué!? ) buscando a la bailarina de metro y medio que les ha robado las pastillas burlando todos los controles de seguridad. Y entonces, las brujas, que saben que están buscando a Lucía, a la que también quieren quitarse del medio, deciden matar a los mafiosos.
Aquí ya comienzo a cabrearme. Si lo que quieren es quitarse a Lucía del medio, ¿por qué narices no dejan que se la carguen y ya está?
Para finalizar esta “obra de arte”, yo creo que los guionistas jugaron a piedra papel o tijera para ver qué hacían, y como en toda la película, ganó la peor idea.
A estas alturas del film hay un par de escenas que ya son cómicas más que otra cosa e hicieron reír a toda la sala de cine, y eso que estábamos en el preestreno, con los actores delante.
Lucía descubre que su hermana no ha huido con el carrito del Helao sino que está presa en el piso de arriba. Y aquí viene un escenón brutal: en cuanto Lucía descubre que su hermana está encerrada, ésta se muere, como si estuviera esperando a que llegara Lucía a intentar salvarla para estirar la pata. Todo porque sí.
Al final había perdido tanto el interés que solo me enteré de algo de un eclipse y de que las brujas necesitaban a la hija de la hermana para un akelarre y blablabla.
Cuando era pequeña e iba al colegio, uno de mis profesores nos hacía escribir cuentos en los que cada uno de nosotros escribía una frase, y luego se juntaban todas para crear una historia. Os podéis imaginar lo que salía de ahí. Bien; pues esta película parece una de ellas.
Fin de la cita.
Si hasta aquí nada tenía sentido, quedaos sentaditos porque aún hay más, y es que de repente, en un intento cutre de plow twist, la trama de las pastillas prácticamente desaparece de guión sin explicación ninguna y este comienza a centrarse en las brujas de arriba, que son tres señoras mayores que no se sabe ni de dónde vienen ni a dónde van pero bueno, están ahí haciendo sus akelarres y sus cosas.
La hermana de Lucía huye de la casa y se lleva hasta su propia maleta, pero pronto descubrimos que no estaba de parranda sino ¡¿encerrada por las brujas en la parte de arriba del edificio?! ¿¡Con maleta y todo?!
Ahí aparecen otra vez los mafiosos (¿¡por qué!? ) buscando a la bailarina de metro y medio que les ha robado las pastillas burlando todos los controles de seguridad. Y entonces, las brujas, que saben que están buscando a Lucía, a la que también quieren quitarse del medio, deciden matar a los mafiosos.
Aquí ya comienzo a cabrearme. Si lo que quieren es quitarse a Lucía del medio, ¿por qué narices no dejan que se la carguen y ya está?
Para finalizar esta “obra de arte”, yo creo que los guionistas jugaron a piedra papel o tijera para ver qué hacían, y como en toda la película, ganó la peor idea.
A estas alturas del film hay un par de escenas que ya son cómicas más que otra cosa e hicieron reír a toda la sala de cine, y eso que estábamos en el preestreno, con los actores delante.
Lucía descubre que su hermana no ha huido con el carrito del Helao sino que está presa en el piso de arriba. Y aquí viene un escenón brutal: en cuanto Lucía descubre que su hermana está encerrada, ésta se muere, como si estuviera esperando a que llegara Lucía a intentar salvarla para estirar la pata. Todo porque sí.
Al final había perdido tanto el interés que solo me enteré de algo de un eclipse y de que las brujas necesitaban a la hija de la hermana para un akelarre y blablabla.
Cuando era pequeña e iba al colegio, uno de mis profesores nos hacía escribir cuentos en los que cada uno de nosotros escribía una frase, y luego se juntaban todas para crear una historia. Os podéis imaginar lo que salía de ahí. Bien; pues esta película parece una de ellas.
Fin de la cita.