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Juventud

Drama Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
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Críticas 138
Críticas ordenadas por utilidad
1 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto sí es cine. Esto es el Séptimo Arte.
No es ''La Gran Belleza'', pero sí es ''la belleza''. Forma parte de ese mundo tan refulgente en el que siempre nos envuelve Sorrentino de alguna manera. Fotografía, música y montaje son incomparables, arrolladores. Las interpretaciones tan contenidas como siempre para no perjudicar la propia película y el guión apenas existente, ¿para qué? ¿Es que una buena película necesita un buen guión? Cada vez me convenzo más de lo contrario.
Intentar explicar el arte es tarea vana si no pretenciosa, criticarlo es ningunearlo. El arte se siente sin más cuando lo es y no creo que Sorrentino espere que nadie analice su obra sesudamente. Sobre todo los intelectuales, creo que los desprecia.
Caro Paolo: Viva Sorrento, viva Nápoles y viva Italia, que son capaces de producir artistas tan apasionantes como tú.
Los personajes de Caine y Keitel resultan antológicos, mientras los secundarios me resultan totalmente irrelevantes, fugaces y hasta innecesarios, como no sea para destacar a la pareja protagonista. Con una brillante excepción: Jane Fonda. Decir que a su edad todavía resulta atractiva, sus ojos siguen echando chispas.
Ese incombustible profesional llamado Michel Caine va más allá de su habitual mesura y contrariamente el siempre interesante Harvey Keitel se contiene un poco, de forma que ambos se compenetran perfectamente. Tener cada uno de ellos enfrente al otro probablemente les ha provocado a hacerlo aún un poco mejor, supongo que así lo ha buscado Sorrentino y el resultado es el de una conmovedora amistad muy creíble por muy natural. Creo que estamos ante un registro interpretativo histórico.
Una película que no me cansaría de ver.
Para la posteridad.
Grazie, Paolo.
Fagus
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2 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante nuestra juventud vamos tomando decisiones que almacenamos en la maleta con la que viajamos por la vida, todas estas decisiones y actuaciones son las que modelan nuestro viaje, nuestro futuro.
Desde la perspectiva y la experiencia que aporta la vejez, parece muy fácil ver que si hubiéramos tomado otras decisiones ahora estaríamos mucho mejor. Parece tan fácil como acertar una quiniela los lunes después de que se hayan jugado todos los partidos, pero no es así, la vida es mucho más complicada que todo eso, se rige por la teoría del caos, y aunque creamos que lo tenemos todo controlado hay variables que lo pueden trastocar todo en un momento, ya que las decisiones influyen en las hechos y los hechos influyen en las decisiones. Aunque es verdad que con un poco de suerte, si empujas en una dirección el objeto se mueve en esa dirección, ¿Quién sabe si al salir a cobrar la quiniela te hubiera atropellado un coche?
Algunos actores o deportistas de élite, como Diego Armando Maradona, pueden ser un claro ejemplo de lo que he escrito, Sorrentino lo sabe.
La película La Juventud debería interpretarse como una bellísima sucesión de imágenes y secuencias que enmarcan una serie de conversaciones e ideas trascendentes sobre el devenir del tiempo, de los sucesos y sus consecuencias, pero en realidad es lo contrario, es una serie de imágenes y secuencias con una belleza inusual que pretenden enmarcarse en una sucesión de referencias al paso del tiempo que intentan ser trascendentes, y esto simplemente rechina.
Probablemente la ligereza es una forma de perversión y seguramente intentar permutar Fondo y Forma sea una ligereza. ¿Qué dice éste? ¿Se ha vuelto loco?
Me explico, en esta película me ha dado la sensación de que existen una serie de imágenes y planos preconcebidos para los que se ha creado una acción, y esto es más parecido a un documental que al Cine, de ahí el estupor silencioso que se produjo en la sala al acabar la película.
La película es de una belleza indiscutible, cada plano y cada gota de luz que baña cada uno de los fotogramas está colocado con maestría y sutil delicadeza, sin embargo la acción tropieza torpemente a cada paso careciendo de intensidad y, a pesar del pausado tempo impuesto al desarrollo de ésta, no cosecha la profundidad que debiera y consiguiendo empujarnos al aburrimiento. Al final son sólo las cautivadoras imágenes que nos regala Sorrentino las que impiden que nos marchemos (a pesar de lo cual hubo una persona a la que vi abandonar la sala).
Dos grandes amigos, de esos a los que es imposible separar, analizan distintos hechos en sus vidas y en las vidas de las personas que les han acompañado, mientras trabaja el uno y descansa el otro, en un balneario de los Alpes Suizos. Los personajes que interpretan magistralmente Michael Caine y Harvey Keitel se encuentran rodeados de insólitos y silenciosos personajes, que en algunos casos pretenden ser paradigmas de lo que trata la película.
A pesar de todo lo que pienso y de todo lo que he expresado, a mí me ha gustado ver esta película, me ha hecho pensar, y eso sabéis que es lo que más me gusta. También me ha hecho recordar alguna de esas experiencias en los cines que llamábamos de "arte y ensayo" a las que jamás pude llevar a ningún amigo, siempre los he querido conservar…
Mi recomendación: Si te gustaba Fellini, Bergman, y otros tantos maestros, deberías ir a verla, yo he sacado mis propias conclusiones, pero tú sacarás las tuyas. Si nunca has soportado el cine de "arte y ensayo" esta película puede ser muy dura, pero también es una buena ocasión para ponerte a prueba (espero no perderte como seguidor tras la prueba…)
La Selva de Celuloide
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2 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pausada, realista, hermosa, reflexiva... las historias de dos amigos en el final de sus carreras, rememorando sentimientos, nostalgias... anécdotas. El título no podía ser mejor, a lo largo del film notas que lo único que se quiere tener es juventud, pero no para malgastarla, para vivirla, para sentirla. El marido con la nueva moza, el artista de cine con su nuevo papel, el director de cine absorbiendo la juventud de su equipo, la actriz al final de sus días con sentimientos de diva, el astro del fútbol que solo quisiera volver a ser...

Todo lo anterior es un cóctel de sentimientos y emociones, que te van llegando uno a uno, con mucho esmero, con un guión que en ningún momento sabes para donde va, para rematar con una escena final que te pone a temblar por dentro y te deja absolutamente pasmado, como todo el auditorio del concierto final. Emociones son lo único que tenemos.

Caine tienen la capacidad de transmitir esa esencia sin prisa, sin grandilocuencia, pero contundente, definitivamente uno de mis actores preferidos. Keitel como siempre gigante. Divina la fotografía. Espectacular la música. Película para un sábado en la tarde, para un ameno debate de cine.
cinefilo1976
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7 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una estética perfeccionista y sensible, antepone lo formal al argumento. Recuerda a La Gran Belleza, no aconsejo compararlas. Para mi son dos obras de arte dentro de una forma muy personal de hacer cine.
Superbug
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10 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras hacer saltar la banca del cine europeo hace unos años, Sorrentino vuelve con un estilo algo similar a aquella "La Grande Bellezza" en la que el director italiano remozaba el legado de Fellini alcanzando, en momentos, la maestria. Youth, la historia de dos hombres que hacen balance de su vida ya pasados sus años dorados, confirma el gran talento en la composición de planos visto en su antecesora y que, en mi opinión, no tiene rival en el cine contemporáneo (ni Wes Anderson). No obstante el pulso de estilo en esta ocasión carce de la contundencia de Jep Gambardella, el otoñal intelectual de vuelta de todo de la Gran Belleza. Y no es a causa del actor que encarna en esta ocasión al esteta en decadencia, el gran Michael Caine posiblemente en uno de sus últimos papeles importantes ya que hace años que sólo lo vemos en roles secundarísimos y estúpidos para complementar producciones que solo buscan vampirizar su fama. El problema es que las cosas que condicionan y motivan, y cómo lo hacen, al templado Caine carecen de la virulencia que esquivaba el jeta de Gambardella o que haya secuencias que desconocemos adónde llevan más allá de cierta estilización de las emociones de sus personajes. Youth es una peli que se nota demasiado que busca tocar la fibra, de forma desenfadada y crítica con el mundo del artiesteo y la pose, pero evidentemente dirigida a tal fin. No siempre lo cumple, pero sigue siendo un cine diferente y además atesora un final que es una barbaridad, el principal motivo del buen sabor de boca de la última de Sorrentino.
Kris
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