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Nadie vive

Terror. Thriller Catorce estudiantes aparecen brutalmente asesinados, y la escena del crimen no ofrece ninguna pista del paradero de la que podría ser la única superviviente, una joven llamada Emma. Meses después, unos bandidos asaltan el coche de una joven pareja, y en él descubren a la asustada Emma. Frotándose las manos ante la perspectiva de la cuantiosa recompensa por el “rescate”, no tendrán en cuenta que aquellos que parecían su presa son, en ... [+]
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
18 de agosto de 2014
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El paso de los años hace que, al igual que cualquier formato artístico, el cine se vaya reinventado. En este caso, con el género de asesinos en serie como transfondo, el Sr. Kitamura pretende hacer algo por el estilo, pero le sale rana. Tal vez porque películas como "Saw" ya marcaron un antes y un después sobre esta temática.

Supongo que la fórmula del "cazador cazado" ya está bastante trillada. También -lo supongo- la del sociópata perfectamente integrado en la sociedad.

Entonces, ¿donde está ese carácter inventivo de esta cinta? Escenas que pretenden aniquilar la moral del espectador, tan solo producen verguenza ajena.

El problema principal radica en una puesta en escena casi ridícula, mostrando a un sutil, caballeroso y frio asesino que en realidad parece de coña, contra unos zafios, descerebrados y despiadados "robacabras" que también parecen salidos de un tebeo infantil.

Y un pequeñín spoiler que para nada desvela argumento alguno: el desnudo del protagonista, mostrando su ondulado culito, es para reirnos a carcajadas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javier
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26 de noviembre de 2014
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie vive es una película de asesinos en serie, de los cazadores cazados, del síndrome de Estocolmo y de serie B básica. Su entretenimiento choca de frente con su falta de habilidad.

Ryûhei Kitamura dirige Nadie vive y lo hace contando más una película de sangre y vísceras que una historia de asesinos. El problema viene ya desde la base, desde el guion de David Cohen, que plantea una fórmula que, para ser efectiva, necesita de un enfoque muy particular, muy cercano a los personajes y que, en lugar de eso, se nos presenta como un débil hilo narrativo en el que los clichés están en cada línea y los personajes carecen de vida y, sobre todo, de un punto de contacto con el espectador. Con eso, Kitamura nos presenta un buen punto de partida que, durante el primer tercio de metraje, parece incluso prometedor. La historia apunta maneras y la exagerada oscuridad nos recuerda, salvando las enormes distancias, a algunos de los slashers clásicos de los de cabaña en el bosque. Sin embargo, tras el primer giro, Kitamura se torna áspero en las formas, despreocupado en la técnica dando prioridad a sus excentricidades que, si bien están muy conseguidas, parecen estar encajadas a modo de sketch independiente que va unido a la historia principal, ya débil de por sí, con un hilo demasiado fino. El derroche final de sangre es entretenido como parte independiente, pero ahonda aún más en la herida que provoca el pasotismo del director japonés con esa historia que, se supone, debería estar contando. La despreocupación por los personajes, por los diálogos y por el mínimo sentido común requerido para que todo encaje es fruto de la desesperación de Kitamura por mostrarnos que es bastante bueno con el gore y tirando de imaginación en las ejecuciones.

El reparto es un absoluto desastre. Luke Evans, protagonista (o antagonista) de la película, cae desplomado presa de la invalidez permanente del cerebro de un personaje que podría haber sido muy atractivo de haberse explotado más en sus facetas positivas, que las tiene. Los secundarios están encabezados por Adelaide Clemens, que es, para mi gusto, la que mejor está en todo momento a pesar de que vive en un papel en el que la lógica ha caído en el olvido. Laura Ramsey es la descripción perfecta de lo que la película dispara: indiferencia. La actriz está ahí como quien está en el supermercado porque ha ido a hacer la compra y nada, pues se hace y ya está, y si se nos olvida el arroz, pues mala suerte. America Olivo, actriz, modelo y cantante de grandes curvas (que Kitamura nos muestra), se pasa de rosca muchísimo y ya desde el principio ofende un poco con su exageradísima sobreinterpretación. Derek Magiar es otro de los que va pasado de vueltas desde el inicio, mucho más incluso que su personaje, y nos deja, como impresión, la de ser uno de esos tipos que interpretan al malo del episodio de turno en la serie policíaca de rigor. Beau Knapp es, muy por detrás de Clemens, el único capaz de aportar algo pese a estar, curiosamente también como ella, enfrascado en un personaje sin pies ni cabeza. Lee Tergesen cierra el reparto sumando muy poco en su destrozado (es un chiste) papel.

Resumiendo: Nadie vive es una muy mala película, con personajes sin vida, con un protagonista sin carisma, con unos diálogos sin sentido que suenan a sentencias vitales nacidas de proverbios de algún sabio de la antigüedad y con muy poca capacidad para contarnos algo. Curiosamente, podría ser una muy buena película. Los secundarios, bien llevados, eran un muy buen contrapunto para un protagonista que, bien elaborado, podría tener mimbres de asesino slasher clásico que haría que los diálogos, en lugar de pretender impresionar, quisieran entretener mientras la historia, que tiene un punto de partida muy atractivo, se desarrolla con alguna luz y no tantas sombras. Lo tenía todo para ser una buena película, pero David Cohen no supo escribirla y Ryûhel Kitamura no supo contarla. Y los actores... bueno, es un slasher, así que no durarían mucho en pantalla. Sobre todo porque nadie vive. ¡Chiste!
Grijander
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