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Andrei Rublev

Drama A comienzos del siglo XV, el monje pintor Andrei Rublev acude junto con sus compañeros a Moscú para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin. Fuera del aislamiento de su celda, Rublev comenzará a percatarse de las torturas, crimenes y matanzas que tienen aterrorizado al pueblo ruso... La biografía del pintor ruso Andrei Rublev -Andrei Rubliov-, famoso por sus iconos, sirve de base para hacer un minucioso retrato de ... [+]
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Críticas 60
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andrei Rublev es un raro ejemplo de perfección formal, placer estético y valentía narrativa, porque en esta película no sólo destaca la planificación dentro de cada secuencia, sino la propia estructura de las secuencias y la ausencia de “raccord” en sus uniones. Y es que Tarkovsky, que se mueve con la misma comodidad en un relato fragmentado que en un discurso clásico, es capaz de, después de ocho episodios independientes, cuya acción suele haber comenzado antes de lo que se nos muestra en la pantalla, plagados de referencias cruzadas, culminar la película con otro episodio, que siendo igualmente profundo y hermoso, tiene una estructura convencional.

Después de haber sido educado en el amor a Dios y a la tierra rusa, el joven monje Andrei Rublev, dotado de un gran talento para la pintura, sale del monasterio de Andronikov para viajar hasta Moscú y pintar allí los frescos de la catedral de la Asunción. La pérdida de su inocencia y su brutal encuentro con la realidad de su patria servirán a Andrei Tarkovsky (1932-1986) para poner en imágenes la indigencia moral y espiritual del ser humano. Tarkovsky era un luchador, un artista que continuamente debía luchar por su trabajo, y sorprendentemente siempre ganaba, al crear las películas que concebía, era un artista original y único, su cine no es de evasión, es de contemplación y reflexión.

En ocho episodios nítidamente separados pero consecutivos en el tiempo, el monje pintor conocerá la envidia, la tortura, el poder de unos sobre otros, la manipulación de lo sagrado, el deseo, el paganismo, la realidad. El encuentro del pintor con el lado más físico de la existencia le hará renunciar a su propio arte e incluso a la palabra: “haré voto de silencio, no tengo nada que hablar con los hombres”. Rublev necesitó toda una vida para comprender que el proceso creativo desborda y supera en importancia a su creador; “Todo lo que yo pinté fue quemado – le dice Teófanes – y nunca he renunciado a pintar”. Tarkovky fue capaz de dar cuerpo a esa reflexión y hacer de ella una película monumental a los treinta y dos años. Este elogio de la reflexión individual como antítesis de las confusas actitudes colectivas irritó a las autoridades soviéticas, que consideraron la película como “peligrosa” y, aduciendo supuestas infidelidades históricas y cierto abuso de imágenes violentas, retrasaron su estreno hasta 1971. Desde entonces, Andrei Tarkovsky sería ya siempre en su país un director “sospechoso”.

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Antonio Morales
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20 de agosto de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez pasado la barrera del tedio en sus primeros minutos, y ya adentrado en la densidad estilística de esta obra, lo que puede impregnarte es indescriptible. Esta obra es un cuadro en movimiento de 3 horas, es ARTE en mayúsculas, pura poesía, espiritual y miserable a la vez; la vida de un artista no suele ser algo idílico. En esta película el director conjuga el arte impresionista con un estilo barroco, a la vez que destila sensibilidad en esas pinceladas de 24 fotogramas por segundo que te atrapan en una atmósfera reprimida, seguimos los pasos de un artista consumido por cuestiones celestiales, abandonado en una tierra llena de pecado, barro, hambruna y desesperación. Todo esto ante la invisible omnipresencia de su dios y en manos del salvajismo terrenal.

La lluvia, los ríos, lagos, pantanos y el agua en general, parecen ser una constante tanto en esta obra, como en el resto de la filmografía de este artista ruso, que también se llama Andrei(Tarkovski), que nos muestra cómo hacer un biopic fuera de lo común, sin tópicos y de una manera genuína, acercando su propia obra con la del pintor Andrei(Rubliov) y haciendo un repaso tanto a la época y hechos históricos, como de la religión y del arte. Esta película en si es catálogo histórico, teológico, filosófico y de arte en general, en un combo quizás demasiado denso, pero no por ello falto de la esencia en lo que se podría definir; una obra de arte.

Si quieres disfrutarla como se debe, te aconsejo tomarte tu tiempo, visionarla por capítulos y no ir a lo loco, lo agradecerás, pero no esperes entretenimiento, ya que esta obra no está hecha para satisfacer al espectador-medio, no, esto es una obra de estudio y entendimiento, y pasará a la posteridad no por ser un taquillazo, sino por elevar el cine a la categoría de arte en su forma más pura.
Troll
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1 de octubre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“…esa es la verdadera misión del arte, que en esencia es algo casi religioso, una toma de conciencia sagrada de un alto deber espiritual.”

Andrei Tarkovski, “Esculpir en el tiempo”.

La obra

Los íconos son pinturas de índole religioso reconocidas principalmente dentro del cristianismo ortodoxo, aunque siendo veneradas también en occidente. Sin duda, Andrei Rublev (Anatoliy Solonitsyn) es el más famoso de sus pintores, quien vivió aproximadamente desde la segunda mitad del siglo XIV hasta la primera mitad del XV, poco se sabe de su vida.

Este desconocimiento más que excusa para alejarse de un filme biográfico sobre él, fue el motor para un realizador como Andrei Tarkovski, quien tomándose varias libertades, incluso dentro del contexto histórico en que se desarrollan las acciones, logra trazar una obra monumental que deja una enorme huella en la cinematografía mundial.

Escritor del guion en conjunto con su amigo y también director Andrei Konchalovsky, realizador de magnas obras como Sibiriada (Siberiada, 1978), de cuatro horas y media, su obra más lograda en la URSS, Runaway Train (1985) trepidante y humano filme de su etapa estadounidense con guion de Akira Kurosawa, o más recientemente Rai (Paraíso, 2017), donde aborda de forma novedosa el holocausto judío.

El filme cuenta con un prólogo y un epilogo, además de ocho capítulos que se desarrollan a lo largo de 23 años en la vida del pintor, desde 1400 hasta el 1423. Desde el momento de su salida del monasterio, hasta el momento de consolidación, de lucha frente a la mirada asidua de la autoridad (guiño a la situación vivenciada por el propio Tarkovski), su pérdida de la fe y la amargura de un contexto político que lo alcanza.

Los hechos históricos

Como hizo con los aspectos biográficos de Rublev, los aspectos históricos del filme también presentan ciertas libertades en cuanto a las acciones y los años en que se dieron. El conflicto que se aparece en el capítulo seis titulado “La incursión” y fechado en 1408, se ubican en realidad aproximadamente en 1425, y es parte de la Guerra Civil Moscovita o Gran Guerra Feudal (1425-1453).

Los hermanos Vasili y Yuri Dimítrievich (interpretados por Yuriy Nazarov) efectivamente existieron, el primero era el Gran Príncipe de Moscú, máxima autoridad de la entidad política del mismo nombre; mientras el segundo era el regente de Zvenígorod, entre otras ciudades menores.

El filme muestra como Yuri ansioso de poder busca destronar a su hermano, hechos mostrados en el capítulo ya mencionado, en el cual también se muestra a modo de flashback la coronación del primero -¿beso de Judas incluido?- quien pisa a Yuri en una muestra de superioridad per se.

En realidad Yuri no tuvo mayores hostilidades con su hermano, pero si con su sobrino, Vasili II, quien tras la muerte su padre se hizo con el trono. La lucha por la corona estaba servida, lo que le faltaba a Rusia ante tantas invasiones externas que resquebrajaron la unidad existente en el llamado Rus de Kiev a partir de 1223: una guerra civil.

Como se aprecia, la realidad dista de esta poética presentación que hace Tarkovski, que funciona dentro de su filme para ahondar en la crisis existencial de Rublev, que lo aparta de la creación, de la pintura. Su fe en la humanidad se ve agrietada luego de presenciar semejantes atrocidades y cometer un crimen mientras intentaba salvar a una mujer durante el asedio del grupo traidor.

Autoridad frente a la verdadera misión del arte

Son conocidas las lamentables condiciones de trabajo y censura que tuvo que enfrentar Andrei Tarkovski a lo largo de su carrera en la Unión Soviética, peso que no puede recaer únicamente en el régimen, sino también en los productores de Mosfilm, un genio como Tarkovski no caía bien, de ahí las constantes injusticias que vivió.

En Andrei Rublev son varios los guiños que hace de esta situación, tomando como base la situación del pintor de íconos que a pesar de su fama, siempre se ve persuadido. Las autoridades del Gran Principado de Moscú lo utilizan como una herramienta para entonar el poderío de esta entidad política, a sabiendas de las estrechas relaciones Estado-Iglesia, y las creencias como medio para atraer a la población, sus trabajos eran más que exigidos.

De ahí que las presiones acontecidas por finalizar trabajos, sean mostradas sin el mínimo respeto por el artista, hechos que se aprecian en el capítulo cinco “El juicio final” del año 1408. Donde el bloqueo creativo por el tema que debe pintar poco importa ante esta maquinaria que únicamente exige sin piedad, de una forma que no es consecuente con el arte. Con el pintor y su obra, con el cineasta y sus películas.

Continúa en spoilers sin spoilers.
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10P24H
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26 de julio de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que me armé de valor y me enfrenté a este mastodonte cinematográfico, sentí estar observando algo verdaderamente diferente. Andrei Rublev es el típico estilo de película que todo amante del cine tiene pendiente pero siempre pospone su visión. Ya sea por la propia consciencia previa de a lo que se va a enfrentar o por la simple superficialidad al ver que dura alrededor de 200 minutos. Una vez que, definitivamente, te pones a ver esta joya de Tarkovski; comprendes que el cine es algo más.

El cine de Tarkovski es un cine estético, plagado de belleza, que pide al espectador presencia y silencio. No es un cine de masas y el soviético era lo último que pretendía. En Andrei Rublev es primordial el silencio para concentrarnos, despejar la mente y conectar con lo que nos muestra Tarkovski. El director nos permite entrar en las escenas y reflexionar sobre ellas; alcanzar ese grado de empatía emocional es lo que nos hará disfrutar de esta obra maestra del cine.

Que Andrei Rublev tenga sentido biográfico es la excusa perfecta de Tarkovski para mostrarnos el recorrido vital a través de la pantalla. Durante la proyección, la envidia, el dolor, la miseria, la guerra, la vida o la muerte están presentes para no hacernos olvidar que es una obra vital. Se presenta el hilo conductor de la vida del pintor de iconos Andrei Rublev, cómo ese contexto tan duro en el que estaba sumido le permitía crear. El director soviético le hace un guiño constante al arte. Presenta al artista atormentado por su entorno, por la época en la que le toca vivir; todo eso le permite desarrollar su obra. Entrelaza una reflexión sobre el arte y la figura del hombre-artista y del hombre religioso. Tarkovski lo expresaba así:
“quería que aquella película narrara cómo en la época del fratricidio y del yugo tártaro nacía un deseo nacional de fraternidad del que surgía la genial Trinidad de Andrei Rublev, el ideal de hermandad, de amor y de fe reconciliadora”

Durante el camino del artista a lo largo de la película se asaltan constantes dudas sobre de qué sirve su arte en semejante entorno de guerra y dolor. Reflexiona sobre el sentido de crear o qué valor tiene lo que hace. Ese existencialismo está presente en cada uno de nosotros a lo largo de nuestra vida, lo que nos hace comprender y empatizar con Andrei Rublev. Si el fin es el mismo para todos; cada uno encuentra sus propias características para desarrollar su propia vida. El artista decide que serán sus obras de arte lo que quede de él. "La belleza radica en la verdad de la vida, cuando ésta es recogida de nuevo por el artista y configurada con sinceridad plena." Palabra de Tarkovski.

Puede resultar atrevido decir que Andrei Rublev es una película para encontrarse así mismo. De ahí que no sea una película fácil de ver. Requiere todos los sentidos, silencio interior y conectar esos sentidos a lo que vemos en la pantalla. Tarkovski se mueve de manera magistral por los silencios, ya sea en los del espectador como en los de sus protagonistas. El soviético afirmaba que es bueno estar solos para crecer interiormente.

Posiblemente sea la película más bella sobre la condición humana. Enmarcada en el pasado pero con vigencia en el presente.
La capacidad para crear, construir tu vida en tiempos difíciles. Tarkovski nos da una pista con esta obra de lo que es la vida. Todo el filme está desarrollado en blanco y negro, en sombras y silencios; al final, la imagen toma color rodeada de música. Alegoría de la esperanza. Tarkovski quiere dejarnos claro que, a través del arte, la naturaleza, el amor y la capacidad de crear; se ve la luz. Como su secuencia final.

Donde la mayoría de películas del estilo fallan, Andrei Rublev se maneja a la perfección. Analizar tan complejamente el pensamiento humano y presentarlo de tal manera para que el espectador reflexione por igual. Acertar en las escenas metafóricas a la vez que en los diálogos. Dotar de un precioso carácter lírico, rozando lo poético a la obra. Todo eso queda maravillosamente presentado en Andrei Rublev.


Terminaré con un párrafo que Ingmar Bergman dedicó a Andrei Tarkovski:
“Cuando el cine no es documento, es sueño. Por eso Tarkovski es el más grande de todos. Se mueve con una naturalidad absoluta en el espacio de los sueños; él no explica y además ¿qué iba a explicar? Es un visionario que ha conseguido poner en escena sus visiones en el más pesado, pero también en el más solicitado de todos los medios. Yo me he pasado la vida golpeando a la puerta de ese espacio donde él se mueve como pez en el agua.”
Andres_Rublev
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1 de diciembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
PRIMER ACTO: Una huida que no logro conectar más que con esa sensación de un extraño relato en la que se perfila a la humanidad y a ésta con Dios, muchedumbre, servidores, discípulos, poderosos... en esta relato perturbado está la sociedad, son secuencias indescriptibles pero efectivas, nuestro cerebro las procesa mediante un método que desconocemos, pero sí que se palpan sus consecuencias en otras zonas centrales, en resumen, éste es el cine de Tarkovsky.

EL BUFÓN: Peregrinaje de los artistas valorando todo a su paso y dando significado a la vida mientras se encuentran con otras gentes en un refugio de burla, la manera en la que el débil ataca al fuerte, el pobre es inútil y vicioso, pero tiene gracia en su felicidad, el fuerte tiene de eso envidia y castiga, este pasaje enseña la diferencia entre las criaturas de Dios y del Diablo, y luego el espectador valora quién es más culpable, una triste estampa de la vida en tiempos remotos y que tan poco ha evolucionado.

THEOPHANES EL GRIEGO: La conclusión que se saca de este capítulo es que el tiempo hace ver la realidad al protagonista, sus vivencias y sensaciones son la especialidad de la casa, se transmiten de manera directa, la delicadeza en el arte y la esencia de la película, es difícil de describir, bastante esfuerzo supone captar la obra, hay terror y fe, todo en lo profundo de un alma que comienza a atormentarse, casi que enseña la simplicidad de lo sagrado y apunta al dolor de la sabiduría, un monje que toma un camino distinto en una sociedad salvaje e ingnorante... y aquí el mensaje sobre el cumplimiento de la disciplina impuesta por Dios, el compromiso es una elección para unos, es una imposición para casi todos, Andrei tiene talento y honestidad, y para mí todo el desenlace de esta secuencia supone una confusión de personajes en el monasterio...

SEGUNDO ACTO:

ATAQUE: El asalto al trono de su propio gemelo es una experiencia demoledora, es la más influyente e impactante a la hora de retratar la pasión del protagonista, la destrucción de una obra y la aniquilación de un pueblo, secuencias brutales en una exhibición tenebrosa, un impacto visual dónde el mal se encuentra en libertad, dónde el mal adquiere forma humana, y dónde nuestro propio monje comete la atrocidad del asesinato, es aquí dónde su ideología se divide drásticamente entre lo divino y su conciencia, un razonamiento sobre la justicia personal, no hay nada peor que nieve en una iglesia.

CARIDAD: Se tiene en cuenta desde anteriores conversaciones a la caridad, supervivientes que mueren lentamente y el voto de silencio, la demencia y la penitencia confluyen y la niña muda elige la carne de caballo y monedas en el cabello.

LA CAMPANA: Qué extraña me resulta esta secuencia para resolver la vida de un pintor tan cercano a la religión, pero poco a poco voy sacando medias conclusiones, medias sensaciones y alguna que otra comparación, la plaga y el huérfano que tiene el secreto para fabricar una campana, la búsqueda de la arcilla y demás tomas son de una película rústica pero que igualmente requieren un gran montaje y situación para que el espectador no abandone, mientras algún miembro de la congregación confiesa su envidia, la campana pasa por negocios, órdenes y ambición, almas sucias que siguen negando el poder divino, que van a llevar un gran talento al sepulcro, la conexión es esa, ese joven consigue que por fin se decida a aprovechar su don, la campana se torna grandiosa vista su creación desde el mal, pero ese ejemplo de presión a muerte es la raíz para volver al arte, es la pasión para la gran obra, la expresión del arte tiene su energía en el dolor de las propias experiencias.
stikma
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