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La gran belleza

Comedia. Drama En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
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Críticas 297
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2015
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En el arte cinematográfico, quizás también en algún otro, debería empezar a suceder que junto a la advertencia de la edad aconsejable para ver una película en función de la madurez personal, que se mide en años, cosa discutible, otra en la que se indicase la conveniencia de ir a verla en función del cine que se ha visto. Por ejemplo, en el caso de ésta, si se ha visto el cine de Federico Fellini, el de David Linch, el de Peter Greenaway y el de Terence Malik ya no es imprescindible ir a verla…no habrá nada nuevo y sí una lamentación por la falta de atletas capaces de batir el record y añadir algo a lo inventado por estos directores.

Ésta es una película que llega hasta mí precedida de una excelente crítica, en general, y de unos cuantos premios, cuando en realidad es un film que pertenece a lo que se podía llamar cine de mantenimiento.

El cine de mantenimiento es ese cine que sin poder superar a sus modelos o influencias al menos contribuye a que los caminos de arte, expresividad y creación de los que beben, permanezcan vivos. Una película que parece que va a tener que decir algo en los Oscar, El Gran Hotel Budapest, también es una de esas películas que sirven de recordatorio.

En este film hay claramente dos apuestas narrativas, que pueden ligarse si se quiere con la forma y el fondo. Una estética y otra de contenido, que no de ética.

El problema de la estética es que se mueve con pies de plomo, quiero decir avanza muy poco a poco. Hay que esperar lustros para olvidar una escuela y una vez olvidada ponerse a trabajar en otros planes. En esta historia la amalgama, de estética y florituras, es tal que parece un compendio y el contenido de la misma viene a servir de coartada, pues la vista es un sentido muy limitado…si no se adereza convenientemente.

Si esta película hubiera sido una caja con cosas que algún conocido te hubiera ofrecido como presente, tú educadamente se lo habrías agradecido y después, al abrirla a solas, te hubiera sucedido que al ir viendo las cosas, habrías ido diciendo: Anda, esto ya lo tengo; pero, mira, si esto lo vi en casa de; hombre, pero si esto fue lo que me dijo…etc., etc. Y así durante toda la película.

Si a esta historia le quitas lo felliniano, le restas la pedantería y aburrimiento de Malik, le extraes las ocurrencias a lo Linch y le afeitas las reminiscencias estético-musicales de Greenaway….queda la extraordinaria interpretación de Toni Servillo que deja bien claro que ha entendido al personaje y los textos sobre la banalidad de la vida y el sálvese quien pueda que parece que vienen de Celine, por la entrada en los créditos, pero que bien podían haber venido de Cioran, Camus o cincuenta ideólogos más de lo que se ha dado en llamar la falta de sentido de todo esto. Es decir, cine de mantenimiento.

Una peli sobrevalorada, manierista, fruto de un alumno aventajado que no se ha perdido muchas de las clases de cine que en los últimos lustros se han impartido pero que no añade nada nuevo al cine.

De todo ello no tiene la culpa Toni Servillo y sólo por disfrutar de su personaje merece la pena verla….sólo por eso.

Para acabar, si miran la imagen que he puesto del film y se acuerdan de “El último tango en París” no se extrañen.
cinefiloman
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26 de marzo de 2015
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En varias ocasiones, durante el metraje de la película, el personaje principal interpretado por Toni Servillo dice que Gustave Flaubert intentó en varias ocasiones realizar una novela que versara sobre la nada y que no lo consiguió. Hay que felicitar a Paolo Sorrentino porque, a diferencia que el autor de “Madame Bovary”, él sí ha conseguido hacer una película sobre la nada.
Porque si alguien me preguntara de qué va la película yo no sabría muy bien qué contestar, la verdad. Y eso se debe a la ausencia casi total de argumento, de trama. Y ahí radica la habilidad de Sorrentino, que consigue que no nos aburramos a pesar de estar presenciando una serie de imágenes que casi no tienen argumento. Uno asiste casi boquiabierto a unas imágenes impresionantes, con un montaje vivo y de un dinamismo embriagador y es que pocas veces, el espectador tiene la posibilidad de ver tal cantidad de colorido, una música tan bien usada y una fotografía tan preciosa que te arrastra hacia el centro de una serie de experiencias sensitivas sensacionales.
De este modo, Paolo Sorrentino se vale de la forma para apabullar al espectador, pero eso no significa que el contenido sea despreciado. Sorrentino elabora una ácida y cruel crítica a la alta burguesía, a los profesionales liberales e intelectuales de su época tan pagados de sí mismos, tan llenos de palabrería barata que luego no apoyan con sus actuaciones, un ataque demoledor y furibundo a la vacuidad de las capas altas de la sociedad, tan mercantiles y serviles de las apariencias, tan preocupadas en el hedonismo que han dejado su función de liderar y guiar a la sociedad para convertirse en la gente guapa que hace dejación de funciones. Una gente preocupada por la belleza pasajera y dejan de lado la gran belleza imperecedera que está reflejada en la ciudad de Roma. Todo ello retratado en unos personajes ridículos y grotescos que persiguen como pueden un ideal tan ficticio como inalcanzable, tan preocupados por la belleza externa, por las apariencias que descuidan la verdadera esencia del ser humano, lo que nos hace ser lo que somos.
Ford Farleine
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9 de octubre de 2017
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Buen drama, bien interpretado y con una estética muy cuidada rodeada siempre de una extrema belleza. Película que para mi consta de tres partes; la primera la de la introducción a la vida del protagonista, llena de excesos con los mas que variopintos personajes que le rodean y Roma como telón de fondo, a una Roma que por cierto se le trata de una manera muy especial durante toda la película, destacando ante todo su belleza. La segunda parte comienza con la presentación del personaje de Ramona una mujer sensual con un oscuro secreto, en esta parte se muestra una imagen mas humana y mas cercana del personaje que sin duda nos acerca un poco mas al protagonista. La tercera parte es la de la aparición en escena de la santa, ahí es donde el personaje vuelve con mas intensidad a su pasado y reflexiona mas sobre si mismo. En general, película atractiva, de una belleza en muchos de sus planos exquisita y como no ,recomendable.
juanmartin2705
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21 de abril de 2019
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Sorrentino se luce en La gran belleza con un exceso de rodaje, de actuaciones, de escenografía, de ambientes, de música, de... en fin, todo es exceso, pero a la vez tan comedido que resulta gratificante a la vista. La gran belleza me parece una película completa, abarca épocas, estilos, argumentos, personajes variados y los presenta magníficamente y, aunque es difícil dejar de fijarnos en lo estético, el fondo es tan importante o más: en cada exquisito plano no deja de estar presente la crítica mordaz a los temas habituales del director.
¡Imprescindible film!
Manu
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7 de febrero de 2020
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“¿QUÉ ES LO QUE PRETENDE LA NOSTALGIA?
ES LA ÚNICA DISTRACCIÓN QUE TENEMOS A LOS QUE YA NO NOS QUEDA FE EN EL FUTURO”

Ayer, por recomendación de un buen amigo vi la película LA GRAN BELLEZA, de Paolo Sorrentino, una extraña e hipnótica película italiana donde el director explora las miserias y escasas virtudes de la alta sociedad romana, a través de la sorna y la simpatía, la intelectualidad y el decadente esnobismo pedante. Sin duda, estamos ante un film poco entendible para el gran público, en el cual se evidencia, de manera maestra, la falsa consciencia que ilumina las altas esferas de la jet set romana, en cuyos círculos viciosos se destila la ascendencia y caída de la belleza en todas sus formas bipolares, alicaídas y pedantes. Se trata de un film de difícil digestión, pero hábilmente estructurado bajo una inusitada belleza guionística y audiovisual. A partir de ahí, la película es un pleno desarrollo entre mundos dispares y enfrentados, arropados por el constante movimiento de la cámara, la transición de ingeniosos planos que expresan un vaivén excitante entre realidades distintas y paralelas y relaciones interconexas y divergentes en sus respectivos espacios y tiempos. Podríamos decir que todo el film es una jugada maestra y extrema sobre la vida y la belleza despojada de sus artificios y pretenciosos envoltorios.

"CONOCER A MUCHA GENTE ES GARANTÍA DE INFELICIDAD"

Personalmente el film me ha fascinado. Aún estoy dándole vueltas, pues hay muchísimos simbolismos y significados, pero a su vez, me ha descolocado por completo. No sabía a qué iba a enfrentarme. Y me ha abofeteado el cerebro pues no había tomado referencias con anterioridad. Eso es el trauma de abrir una puerta y ver la gran bestia a 20 cm. de tu cara. Pasado el susto, uno empieza a ver las maravillas que se esconden en sus terribles arrugas. Es así como quitas la piel falsa y descubres la belleza en sí misma, en su estado puro. Pero insisto, al margen del hilo argumental de la cinta, del simbolismo yacente que transmite, o las tremendas colgaduras dialécticas de los personajes en sus fiestas o intimidades, el movimiento constante de la cámara, los sucesivos planos y encuadres cinematográficos, son una autentica pasada. Pura poesía y arquitectura visual. Sin duda, es una película para verla más veces, porque posee muchísimas lecturas y de ellas sacar interpretaciones diversas. Es una película para deconstruirse y reconstruirse incesantemente y cuya resolución final es sorpresiva a cada visionado. En ella la observación de las imágenes es clave, sólo así se hilvana la complejidad de la belleza en el tiempo oportuno (recordemos la escena de las fotos del niño a hombre en el medio círculo del espacio no finito entre lo antiguo y externo). La película un “crescendo continuum”, con múltiples pulsos subliminales. Los "flash-back" emergen como marcadas referencias que reordenan el viaje temporal hacia los contrastes más extremos de sus contradicciones distintas: pasado-presente, belleza-fealdad, juventud-vejez, inteligencia-estupidez, vanidad-sencillez, plenitud-vaciedad, vida-muerte… etc.

“EL FUNERAL ES LA CITA MUNDANA POR EXCELENCIA”

Esa frase me fulminó, porque en ella se percibe el hedor de la hipocresía social. También me dejó petrificado la escena donde el protagonista principal, Jep Gambardella (Tony Servillo), desenmascara la farsa exudativa de su amiga Stefania (Galatea Ranzi) al intentar darle sin éxito lecciones sobre ideología, moral y valores existenciales, justamente a un tipo que va sobrado de todo, que no engaña y es dolorosamente honesto consigo mismo, aunque duela a los demás y que a pesar de haberse alejado de la creación, ha sabido mantener su espíritu crítico. Eso le hace sentirse solo, no creyente en nada, pero a vez, transeúnte de esa vida que no supone compromisos ni exigencias; porque al fin y al cabo vivir es SIMPLEMENTE VIVIR. De ahí que habiendo escrito solo una novela en su vida, cuando todo parecía con sentido, se auto pregunte…. Para qué hacerlo si en el fondo todo es un trucaje, incluso la propia vida. Recordemos sus últimas palabras…

“Todo termina con la muerte, aunque primero ha habido una vida escondida… guardada bajo la frivolidad y el ruido, el silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo, junto a los demacrados e inexistentes destellos de la belleza, la decadencia y la desgracia, y el hombre miserable. Todo permanece sepultado bajo la cubierta de la vergüenza de estar en el mundo. Existen otros lugares, otras cosas, pero a mí no me importan (…) En el fondo todo es un truco.”
KarlFM
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