Mi nuevo jefe

‘In good company’ no os va a cambiar la vida, pero os grantizo que es de esas películas que si te pones en casa tumbado en el sofá con una mantita, al terminar vas a tener una sonrisa de oreja a oreja.

Siempre que tengo una semana dura de trabajo suelo recurrir a un tipo de película así. Es una producción pequeña, con actores conocidos y que basa su historia en situaciones cotidianas. Desde luego, a sus 51 años, a Dan le va a cambiar la vida por completo, pero como nos puede suceder a cualquier en cualquier instante, solo que a él le pillan demasiadas cosas en un momento.

Paul Weitz dirige con acierto esa historia dramática bien salpimentada con toques de humor y en el que la verdadera protagonista es la historia. Si te dejas llevar, os garantizo que os gustará. Además, el trío principal está muy bien con un Topher Grace esforzado, un Quaid en zona de confort y una Johansson sensacional a la par que deslumbrante de belleza.

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Y digo diferentes capas, porque "In good company", lamentable subtitulo español... es una película que tiene en sus personajes secundarios y en las segundas sensaciones sus mayores virtudes. A primera vista podemos ver una mezcla de "American beauty", con algunas situaciones o diálogos a lo Woody Allen, pero en una segunda capa, podemos ver un reflejo de dos generaciones, una que busca su sitio, y otra que lo tiene ya claro y asentado. Todo ello mezclado con música actual y unas actuaciones sensacionales.
Film recomendable tanto como olvidable.
Lo mejor:Soberbia actuación de Dennis Quaid.
Lo peor:Demasiado Americana para mi gusto.
Conclusión:Otro papelón para Dennis Quaid para cuando el reconocimiento que pide a gritos.

Entretenida comedia, con algunos apuntes presuntamente dramáticos, pero sin llegar a las lágrimas y sufrimiento humano.
Está bien llevada y goza de excelentes interpretaciones, sobre todo de Dennis Quaid, en un papel a su medida y que parece necesitaba tras algunos años en tierra de nadie.
La historia se sigue sin problemas y el ritmo es el adecuado. No obstante, al final se le puede tildar de blanda, pues no se atreve, quizás porque ese no es el espíritu del film, a llega más lejos en sus propuestas y en sus posibilidades dramáticas.
No en vano se tocan temas verdaderamente duros, como el paro, los tejemanejes de los grandes emporios, dispuestos a devorar pequeñas empresas con tal de conseguir más beneficios, aunque eso signifique el despido fulminante de "los peones", gente con familia y que han trabajado duro toda su vida. Y ahora, por esas desconocidas leyes de la macroeconomía, ¡zás, a la calle!.
Pero no, aunque todo esto se ve, la sangre no llega al río y estos problemas se contemplan bajo el género de la comedia. Una comedia llevadera, que hace pasar bien el rato, pero no se atreve o no quiere profundizar, por lo que nunca pasa de la superficialidad.
Hay buenos diálogos, algunas inteligentes réplicas y el aspecto técnico es bueno. Preciosa fotografía, bonitas canciones, y una elegancia formal con impecable decoración de interiores.
Lo que le falla o no llega a convencer es lo dicho, que el guión no es más valiente (los guionistas o productor, vaya) y solo se atisba lo que podría haber sido pero no es al renunciar a escarbar en una lacra de nuestro tiempo.
Con todo, es amena, no aburre en absoluto y deja un aceptable sabor de boca, sobre todo porque su final (sus últimos cinco minutos) es creíble y se aleja de lo trillado en este tipo de filmes.

In Good Company (2004) es una película que nos acerca a una perspectiva empresarial donde la inseguridad, la presión y la competencia es el pan de cada día.

Un joven de 26 años (Carter) con una carrera que apunta muy alto es destinado como jefe de ventas de una revista muy importante sin tener ninguna experiencia. Su ascenso coincide con el descenso del antiguo jefe, un hombre de 51 años (Dan) con mucha experiencia en el sector. La llegada de Carter comporta grandes cambios en la organización, intenta motivar al personal, propone nuevos modelos de publicidad y utiliza el sistema de evaluación 360 º, demostrando estar bien capacitado para llevar la empresa. Pero todo esto conlleva muchas horas de trabajo que acaban en su relación matrimonial.

Es aquí cuando uno se pregunta cuál es el coste de seguir trabajando a este ritmo. Es evidente que ser un jefe supone un buen sueldo (en la película lo ejemplifican con el Porsche) pero por el contrario te quita mucho tiempo para vivir la vida familiar y conlleva mucha presión que no sabes si podrás aguantar. Además, la película ocurre en los Estados Unidos donde los despidos son más fáciles y más baratos y el índice de rotación de personal es más elevado que en España. ¿Hasta qué punto vale la pena dejarte la piel por una empresa a la que no quieres y de la que te pueden despedir de un día a otro sin darte muchas explicaciones aunque estés haciendo bien el trabajo?. Todo esto es lo que creo que piensa el protagonista al final de la película, cuando decide reformularse su corta carrera empresarial.

También cabe destacar la figura del magnate Teddy K., que compra y vende empresas a una gran velocidad afectando la organización de las empresas ya sus trabajadores. En este personaje caricaturesco se puede notar una falta de ética alarmante, siendo una persona que no tiene miramientos, es temido por todos y venerado cuando él aparece. Es una persona de la que muchos personajes quieren ser amigos suyos por conveniencia pero al mismo tiempo a nadie le cae bien.

Como decía anteriormente la acción transcurre en Estados Unidos, concretamente en New York City, ciudad que si fuera independiente estaría entre las 15 economías mundiales. Allí para tener éxito en el mundo de los negocios tienes que ser muy ambicioso. Una ambición desmedida que yo me pregunto si se debe ver recompensada con la felicidad y un buen nivel de vida, que es lo que realmente nos debe importar.

Por último quisiera censurar la facilidad con que las empresas se deshacen de trabajadores mayor de 50 años, porque si bien es cierto que quizás no están última moda de las innovaciones y muchas veces tienen una mentalidad resistente al cambio, son poseedores de una experiencia enorme que en general las empresas deberían valorar mucho más.

El enfoque que se realiza de los aspectos gerenciales y su vinculación familiar ofrece una increible gama de opciones para el estudio en la formación de administradores. Se pueden enfocar objetivamente valores, aptitudes, actitudes, comunicación compromiso, jerarquización y otros más.