Black Mirror (Serie de TV)

Solo he visto la primera temporada y probablemente será la última. No soy un apasionado de las series sino del cine. No tengo la capacidad de mantener la atención durante horas y horas de metraje o años y años de temporadas sin ningún fin aparente. Con estos antecedentes la gente a mi alrededor empezó a recomendarme esta serie, una serie de pocos capítulos sin conexión entre ellos, una especie de minipelículas que se podían ver por separado sin perder el hilo, todo parecía perfecto para el sueño húmedo de mis colegas, por fin vería una serie.
En esto no mentían y en lo que tampoco lo hacían era en su trasfondo, una sucesión de universos paralelos, futuros posibles y ciencia ficción diversa, pero cuando se me hizo la intensa publicidad se me vendió como una serie de historias que creaban conflictos éticos en una realidad no tan lejana a nuestro presente y con cierto carácter crítico, capaz de cambiar el concepto de sociedad y destruir el sistema establecido. Todas estas expresiones exageradas y grandilocuentes son una grotesca exageración de lo verdaderamente vendido, pero está al mismo nivel, en la otra dirección, de lo que he encontrado.
Dentro de este bonito trasfondo he encontrado 2 historietas de amor y desamor de lo más sencillo salidas de la subtrama creada en un capítulo de la sitcom más pellejera. ¿Dónde están esas tramas complejas que iban a suponer un reto para mi oxidado cerebro? Pero yo sí sé dónde están, en el mismo lugar donde perdió Proyas las interesantes reflexiones que escribió Asimov en su gran obra “Yo, robot”. En ese increíble cubo de basura al parecer acaban todas las grandes historias que podían haberse contado en el cine, sino fuera porque el gran público se aburriría haciéndoles pensar.
Para los que hayáis visto la primera temporada habréis notado que he pasado por alto el primer capítulo. Las mismas fuentes diversas que me incitaban a ver esta obra me advirtieron que pasara del primer capítulo, que no era lo que la serie me esperaba y que no la dejase y siguiera con las siguientes (lo digo como si fuesen películas), incluso algunos me incitaron a que me la saltase. No quiero parecer un radical antisistema, pero es el mejor de los tres con diferencia, es el único que se atreve a crear una historia diferente en un mundo diferente pero muchísimo más cerca, quizás esto es a lo que se referían, la gente con ver aparatos chulos hipermodernos capaces de hacer cosas impensables se conforman, pero puedes hacer una comedia romántica sin ninguna pretensión o rodearla de acción trepidante y nadie se fijará, porque el trasfondo mola que lo flipas.
Supongo que todo esto solo servirá para que la gente me diga: “Ve los siguientes, esos te van a gustar”, pero con esa premisa llegaré al final buscando el capítulo que me gusta y con mi incapacidad para seguir una “serie” y sabiendo que el primero es sin duda el que más me gusta creo que por aquí acaba mi aventura en “Black Mirror”.

Hasta la fecha (agosto 2019), salvo “El himno nacional”, “Tu historia completa”, “Cállate y baila” y “Arkangel”, que tampoco son para tirar cohetes, un pestiñazo pretencioso, con algún otro episodio pasable (“Odio nacional”), y el resto, además, aburridos.
La distópica serie se queda en una idea interesante mal desarrollada, cargante y fallida.

No obstante, no soy un apasionado del estilo de cierto estilo de ciertas series británicas.

Le doy un 5 solo por esos seis episodios que se dejan ver sin bostezar.

Nota:
Bandersnatch, un engendro relacionado con la serie, no un episodio como tal, es para demandar directamente a Netflix. En mi opinión no merece ni un comentario, solo un consejo, pasa.

A lo largo de cuatro años esta serie siempre ha buscado la originalidad en sus tramas con un mensaje social de fondo y una crítica al comportamiento humano en relación a las nuevas y futuras tecnologías. Dicha premisa parece haberse difuminado en esta última temporada que recicla en exceso ideas ya vistas en la propia serie o en ficciones similares, para contarnos algo relativamente nuevo que solo consigue sorprender moderadamente. Por ejemplo, los capítulos "Cocodrilo" y "Cabeza de metal", salvo por un par de detalles, podrían englobarse dentro de una serie más convencional, ya que son meros thrillers de estilos diferentes y ejecutados ambos de manera vistosa.

"USS Callister" y "Arkangel" sí que van más allá, y aunque los aparatos electrónicos que aparecen nos resultarán familiares, el mensaje de fondo que retrata la endiosada naturaleza humana es certero e incluso pone los pelos de punta. Pero sin duda los dos mejores episodios son "Colgar al DJ", con un planteamiento misterioso y que refleja con ironía una realidad social, y en mayor medida "Black Museum", que cuenta con mini historias dentro del propio capítulo, todas ellas tan innovadoras como estremecedoras, a la altura de los mejores episodios de la serie.

En resumen, siempre es un placer cruzar a través del espejo que refleja con mayor o menor atino u originalidad, la oscuridad de nuestro universo, y aún siendo esta cuarta entrega la más floja de todas, nos sigue dejando con ganas de repetir lo antes posible.

Puntuación de cada capítulo:
USS Callister: 6/10
Arkangel: 6/10
Cocodrilo: 5/10
Colgar al DJ: 7/10
Cabeza de metal: 4/10
Black Museum: 8/10

Puntuación de cada temporada:
Temporada 1: 8/10
Temporada 2: 8/10
Temporada 3: 7/10
Temporada 4: 6/10

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Hay muy buenos episodios, y otros bastantes randoms. A comentar:

- "Toda tu historia", que es el que tenemos una memoria que graba todo lo que hacemos, para luego reproducirlo. Es inquietante, más que nada porque está ocurriendo aunque sea con los móviles, y la privacidad ya no existe.

- "Oso blanco", es más inquietante, porque es una persona que le borran la memoria cuando llega a la noche, y cuando amanece vuelve de nuevo a estar viva pero no sabe que pasa ni nada. Es la manipulación ya extrema a una persona. Aunque... con un final muy sorprendente.

- "Caída en picada" es lo que ya está ocurriendo con las redes sociales, lo que es capaz la gente por conseguir likes, aunque en el episodio, hay como un status social según el nivel que tienes en tus redes sociales.

- "Cállate y baile" es quizás el mejor, quizás.... sobre un chaval que le graban (no se sabe el que) y tiene que hacer lo que le manden para que no se divulgue esas imágenes. El final es uno (si no, el más) sorprendente de toda la serie.

- "Bandersnatch" es el episodio más ingenioso del mundo de la TV y del cine. Ya que es como los libros de los 80 de "Elige tu propia aventura" y realmente tienes que coger el mando y decidir ciertas partes del episodio. E incluso hay momentos que el espectador forma parte de la historia. Muy ingenioso y es el episodio que más será recordado, seguramente.

Es una serie con altibajos, aunque siempre mantiene una calidad muy buena, aunque quizás la trama de algunos no te atrape. Pero en líneas generales, muy buenos.

[Crítica 6ª temporada]: Las críticas a la última creación de Charlie Brooker parecen no ser del todo buenas, son muchos quienes le acusan de haber perdido su esencia. Sin embargo, efectivamente, "la serie no dice que la tecnología sea mala, la serie enseña que la gente está jodida". Los demonios de la humanidad ya estaban aquí antes de la última revolución tecnológica, aunque el potencial de esta para amplificar sus males sea ciertamente terrorífico.

En esta temporada, el creador nos los enumera uno a uno, más allá de cómo les afecta el cambio tecnológico.

Primero, una ración de nuestros peores valores sociales y cómo nos deshumanizan. La falta de empatía, el [auto]engaño, el funcionalismo en nuestras relaciones interpersonales, la falta de racionalidad, la impulsividad, el disfrute de ver a otros jodidos...

Segundo, la maldad inexplicable, la psicopatía, esa lacra que nunca ha dejado de estar ahí. Y que incluso puede ser capitalizada como un ingrediente más para conseguir metas personales y como objeto de consumo de masas, nada nuevo.

Tercero, una mezcla de las dos anteriores. Una mezcla entre psicopatía, nefastos valores sociales, su retroalimentación bidireccional y los monstruos que todo ello genera convirtiendo a las víctimas en futuros agresores.

Cuarto, el periodismo basura, la mediatización de lo absurdo, la idiotización de las sociedades de la información, la búsqueda de carroña sensacionalista para sobrellevar nuestra anodina vida... Otra cosa más que puede producir monstruos y cobrarse unas cuantas víctimas.

Quinto, el odio al diferente, las fobias a la diversidad social, las fronteras sociales, físicas y mentales, y la deshumanización de los otros. Todo esto ya estaba aquí antes de la tecnología, aunque sin duda ahora el potencial de ésta para amplificar sus discursos de odio no hace más que aumentar su capacidad destructiva. Lo peor de todo es que el sistema se muestra incapaz de pararlos. Y no será porque no sea capaz de generar ingentes victimas colaterales o de buscar ingeniosas excusas para validar los fines sin importar los medios. El último capítulo es una alegoría estupenda. El final llegó como una profecía autocumplida: un síntoma de nuestra incapacidad como humanidad para actuar unidos ante retos comunes. ¡Los monstruos del nacionalismo y la xenofobia volvieron a ganar!