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Los últimos de Filipinas

Bélico Desastre del 98: España pierde sus últimas colonias. El capitán español Las Morenas, comandante del destacamento de Baler, en las islas Filipinas, observa síntomas de una inminente insurrección en su distrito. En espera de los acontecimientos, decide recluirse con su tropa y, tras estallar la revolución, esta situación se prolonga durante un año... (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
11 de abril de 2022
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Así termina la coplilla que se cantaba en España con motivo del regreso de "Los últimos de Filipinas", y que comenzaba con "Cinco mil filipinos, cuatro cañones ..."
La historia de estos héroes es conocida. Ya no lo es tanto que en Filipinas sigue siendo objeto de admiración hasta el extremo de tener hoy en Baler un sencillo museo monográfico dedicado a la gesta. Y eso que hoy ha desaparecido allí prácticamente todo recuerdo de la colonización española. Acaso la veneración al mártir de la independencia el médico oculista José Rizal, cuyo fusilamiento en una muy torpe decisión se recuerda en muchos sitios pero especialmente en el enorme parque manilense dedicado a su memoria.
Quedan muchos hispanismos en la lengua tagala como "tenedor", "tijeras" y otros instrumentos domésticos que solo conocieron en el archipiélago tras llevarlos allí los primeros colonizadores. O la Universidad de Santo Tomás de Manila, el primer centro de esta índole establecido en Asia que goza hoy de enorme prestigio y cuya facultad de Medicina y Farmacia tuvo por primeros catedráticos a militares españoles allí destinados. En UST se formaron los primeros líderes independentistas como el citado Rizal o Antonio Luna Novicio, farmacéutico erróneamente llamado en la cinta "Novicio Luna" que fue traicionado por Aguinaldo quien luego será primer presidente filipino.
En plena posguerra y dentro de la campaña de llevar al cine las grandes gestas de la historia de España, se aborda el asedio de la plaza de Baler durante casi un año cuando ya la colonia oriental se había transferido a EEUU.
Aislado en la parte oriental de la isla de Luzón, aun hoy la mejor forma de llegar allí es por avión, el capitán Enrique de las Morenas (Nieto) se encierra en la iglesia de Baler (único edificio de piedra) con apenas 50 hombres (normalmente la guarnición era de 400), sabedor del cerco que iba a padecer.
Y del cerco trata la película. Hambre, penalidades, enfermedades, aislamiento, incendios, ataques, traiciones y muertes. También heroísmo y soledad. Esta última magistralmente subrayada por la célebre habanera "Yo te diré" que "canta" la "nativa" Tala (Fernández) aunque realmente interpreta Teresa Valcárcel. Una magnífica banda sonora.
Una bella historia de valores humanos narrada con un sólido guion y perfectamente dirigida. Personajes rotundos, coherentes, con sus dudas y sus temores. La esperanza, la desesperanza en este caso, como fondo, los valores castrenses, "Perder la esperanza no es perder el honor".
Al fondo el pueblo filipino, desvaído, del que emerge una bella mujer y un ladino traidor. La sociedad filipina actual es básicamente matriarcal, no es raro que la mujer ocupe allí los más altos cargos, asimismo es proverbial su belleza. ¿Traidores? Los españoles que allí viven recomiendan siempre desconfiar de las adulaciones. Por lo demás los filipinos admirarán y respetarán la gesta de aquellos héroes a los que rinden honores cuando deponen las armas.
Una notable película dedicada a una de las grandes gestas de nuestra historia. ¡Los "Álamos" que hubiera hecho Hollywood de haber estado Baler en Texas!
Cinta que debería presentarse en un pack con el engendro del mismo título perpetrado hace unos años por Calvo, para que sirviera al menos de cura de desintoxicación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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16 de marzo de 2023
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Año 1898: el imperio español, muy disminuido desde la emancipación americana a principios de ese mismo siglo, está convulsionado, se hallan insurrectas sus últimas posesiones de importancia en ultramar, la isla de Cuba y el archipiélago de las Filipinas, para ahondar en el desastre, intervendrán los Estados Unidos de Norteamérica, que ansían expandirse por esos territorios, con una injustificada declaración de guerra. Tras apenas tres meses de conflicto, y la pérdida de la Escuadra, España firmará la paz de París por la que cede todas sus posesiones en Asia (Filipinas, la isla de Guam y algunas pequeñas islas en el archipiélago de las Marianas) a la joven potencia norteamericana que también se anexionará la isla de Puerto Rico en el mar Caribe, además España ha de reconocer la independencia de Cuba. En definitiva el gobierno y el ejército español han claudicado, se han rendido incondicionalmente… No, todo no, un pequeño destacamento resistirá aún durante casi un largo año en la pequeña aldea de Baler en la isla de Luzón...

Perdón por este rollo histórico, sobradamente conocido, pero quería colocar en contexto el transcurrir de esta película, y el de su épica, algo que nunca le sentó muy bien al cine español -ni tampoco le gustó demasiado- ni siquiera al de por aquellos años. Cuántas películas, cuántas horas y horas de exaltación, no hubiésemos conocido hasta la saciedad, si tal hubiese sucedido con un grupo de soldados norteamericanos, si éstos hubieran resistido el asedio, en clara inferioridad, no un año, un solo mes, o tan sólo 55 días en Pekín. Y ni te cuento, si como en la Misión de El Álamo, no hubiese llegado a tiempo, para salvarles, la caballería...


Pero centrándonos en la crónica cinematográfica de esta película, basada en hechos reales, "Los últimos de Filipinas", he de decir que no está, aunque tampoco espere milagros, nada mal. Está bien dialogada, contiene buenas actuaciones y tampoco echa para atrás por un patriotismo exacerbado. Dentro de este tipo de cine, llamémosle patriótico (tan escaso en nuestro cine y tan abundante en otros), en mi opinión, es la mejor de ellas (incluida "Agustina de Aragón" o "Alba de América"). Luego, como representante del cine bélico deja algo que desear, y en este género existen mejores cintas españolas, como "La fiel infantería" o incluso la anteriormente citada, "Agustina de Aragón".

Por último me gustaría señalar que de vez en cuando -como por otro lado hacen en tantos otro países- hay que mirarse el ombligo, y poner de nuestra parte ciertos episodios históricos (revestirlos de cierta épica). Sin dejar por ello de hacer, lo que mejor hacemos; una mirada crítica y pesimista sobre nuestra historia.
Plácido Eldel Motocarro
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21 de septiembre de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superada por la versión del 2016 sin esfuerzo... Tiene una premisa interesante, como lo es la resistencia militar en un templo de Dios, única construcción de material noble, una profanación necesaria dada la circunstancia de un levantamiento independentista Tailandés, libertad efímera, al final solo cambiaron una dictadura por otra.

Lo hace de una forma torpe, las batallas campales son ridículas, el ropaje exageradamente deshecho en el corto tiempo de un año, para colmo los asiáticos parecen occidentales, los diálogos no ayuda a algo imperecedero. Así se fue al traste 400 años de colonialismo español por la potencia emergente Estadounidense, corrieron la misma suerte Puerto Rico y Cuba, Florida y archipiélagos del caribe fueron vendidas a EEUU y Alemania, provincias olvidadas casi una centuria por la corriente libertadora de Simón Bolívar.
John
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6 de abril de 2015
10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida en los estertores finales de la segunda guerra mundial, Los Últimos de Filipinas (Los Últimos de Filipinas, 1945) es una clara película propagandística, que pretendía inflamar el sentimiento patriótico en el espectador. Más o menos como sucedía en Raza (Raza, 1941), pues acabada la guerra civil, el cinematógrafo se conviertió en una herramienta básica para propagar las ideas del régimen franquista. Por eso no es de extrañar, que se escoja una de las hazañas más célebres de finales del Siglo XIX.

La película se basa en los hechos reales que tuvieron lugar durante la guerra Hispano-Americana, conocida también popularmente como el desastre de cuba o la guerra del 98. La guerra que supuso con el tratado de París la pérdida definitiva de las últimas colonias españolas (Cuba y Filipinas a la cabeza) no era en general un conflicto a rescatar, sin embargo nos encontramos con los hechos de la defensa de la iglesia de Baler, que representaban para el incipiente franquismo una historia útil. Y es que aún habiendo firmado el tratado de París, unos solados españoles se atrincheraron durante nada más ni nada menos que durante seis meses en la iglesia de Baler, en Filipinas, desconociendo que hacía tiempo ya que estaban en paz.

Que la película está realizada en las postrimerías de la guerra mundial se puede palpar en un elemento muy significativo, y es que los norteamericanos no son definidos como los enemigos de los españoles (a pesar de que en último término la guerra es contra ellos) sino más bien como un aliado cercano (no en vano, en el inicio del filme se nos anuncia la participación del ejército norteamericano en la producción).

La película no tiene un argumento demasiado complejo. Se trata de un filme bélico que nos presenta un asedio convencional, donde los enemigos lanzan continuos ataques, que una y otra vez son repelidos por los españoles. No hay demasiada historia en el guión, que se acerca a las producciones bélicas que ya eran más que habituales en la década de los cuarenta en el cine internacional del momento.

Nacionalismo ante todo. Las situaciones que se proponen en la película son más que arquetípicas. La película introduce una historia de amor (en la que interviene ni más ni menos que Fernando Rey), pero no la resuelve nada bien. Los personajes están construidos como auténticos héroes y lo único que consigue humanizarlos es algún toque cómico que consigue romper la falsa arrogancia con la que se los describe. España, patria, nación…palabras que se repiten ad nauseam. Contraplanos que tienen la intención de ensalzar a ciertos personajes (el cura ante el campanario, así como sus discursos) o diálogos que pretenden poner de relieve la firmeza del capitán, que se mantiene en sus trece pese a las inexistentes posibilidades de sobrevivir.

El sacrificio se incluye como un concepto básico. El guión de hecho se dedica a colocar pruebas constantes a lo largo del metraje, que tienen mucha relación con el desafío y el sacrificio. Nuestros personajes habrán de superar una serie de pruebas o retos, que les irán colocando sus enemigos y que en ocasiones se llevará a la muerte. Son piezas indiscutibles para el reconocimiento final, en el que son coronados como patriotas (fijémonos en la secuencia final, en la que los periódicos nos advierten de que en España se han convertido en auténticas celebridades).


Que los filipinos importan poco para Antonio Román es más que evidente. ¿Cuál es la única figura nativa que el cineasta no pinta como un demonio? Efectivamente, la protagonista que encarna Nani Fernández (para más inri una actriz española). Y el porqué es sencillo de adivinar. Nani Fernández encarna el prototipo de nativo, sumiso ante los soldados españoles y dispuesto a ayudarlos en todo momento. Es la imagen del indígena sometido, que no dista mucho de la del negro de The Birth of a Nation (El Nacimiento de una Nación, 1915) de D.W. Griffith. Es curioso comprobar cómo trata la película al resto de nativos. Y es que en esta ocasión no son más que insectos, que se acercan a los españoles como oleadas de bárbaros, y cuya muerte importa más bien poco ante el desarrollo dramático[1]. La cámara nunca se detiene ante los cadáveres de nativos que se agolpan ante la iglesia cada vez que se frustra un asedio, mientras que si lo hace con cada uno de los protagonista principales.

La Voz en off se muestra como un ejemplo propagandístico mas, y es que no tiene ninguna utilidad real, más allá de subrayar ciertos fundamentos. Es el caso del final, donde nuestro capitán desfila junto a sus soldados mientas abandona la iglesia. La Voz en off nos comenta el futuro de nuestro protagonista y su recepción en la península. Realmente se podría prescindir en todo momento de la Voz en off, pero Román la utiliza como una herramienta que subraya el contenido ideológico, y por eso no es nuca una voz en off neutra, sino que está (per)vertida.

[1] SANTAOLALLA, Isabel, Los “otros”: etnicidad y “raza” en el cine español contemporáneo, Ed. Prensa universitaria de Zaragoza, Zaragoza 2005, p. 56

https://neokunst.wordpress.com/2015/04/06/los-ultimos-de-filipinas-1945/
Kyrios
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24 de febrero de 2021
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narra la historia real de la resistencia española en Filipinas, e incluso cuando España se había rendido.

La cabezonería española, porque en la película, aunque seguramente sin quererlo, queda retratada. Hay un momento que un jefe de alto mando dice: ¿que tenemos que hacer para que nos creas? Y responde: no sé... en fin, cabezonería... u orgullo patrio también podría ser.

Esta película está hecha para ensalzar aún más el cuerpo del ejército y que aunque sea para hacer el tonto, hay que dar la vida por España. Es decir, no tener cabeza y ser un títere. Por esta parte está bien hecha, e incluso se nota el presupuesto en la película por algunos efectos especial están bien conseguidos.
edugrn
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