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El conformista

Drama Cuando tenía trece años, Marcello Clerici le disparó a Lino, un adulto homosexual que intentó seducirlo. Años más tarde, Clerici es un ciudadano respetable, profesor de filosofía y va a casarse con Giulia. Pero ideológicamente Clerici es fascista, tiene contactos con el servicio secreto y se muestra dispuesto a combinar su luna de miel en París con un atentado contra un exiliado político italiano que había sido profesor suyo. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
11 de agosto de 2018
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veo esta película 48 años después de su debut.
Sinceramente me he aburrido bastante. Frente a genialidades fotográficas hay un guión tan conformista como el título de la película.
No es fácil seguir al conformista Trntignant ante tanta impasibilidad en la que, contra todo lo que contienen las críticas de esta portal, aburre pues no te decides a definir al personaje como conformista o simplemente como un soso rematado.
Las disquisisciones sobre la burguesía pudo causar furor en aquellos espléndidos años del cine italiano, pero esta película es mejor olvidarla. Ni hay continuidad en el conformista ni la hay del director presentando a los personajes (caso de Anna).
Insisto, me he aburrido y los mensajes hoy en día resultan excesivamente manidos.
amorsau
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3 de febrero de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reúne muy buenas características:

-Aire oscuro como una peli de gangsters.
-Perfectas interpretaciones.
-Una combinación perfecta de flashbacks
-Una perfecta integración del juego de cámara: luces y sombras, espejos, varias habitaciones, miradas, paisajes, hojas secas...

En resumen, me ha encantado. Eso si, hay que estar muy atento a los avances y retrocesos que se hacen, pues se puede perder el hilo. La duración me parece perfecta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
CHIRU
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20 de diciembre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la epoca de esplendor del trhiller politico, Bertolucci nos muestra una interesante adaptacion de una interesante novela de Alberto Moravia, en la que el protagonista noes un luchador por la libertad , ni un contestatario cualquiera, si no un burocrata inadaptado, que quiere ser uno mas en la nueva sociedad del momento, con esos largos planos secuencia en grandes edificios vacios y decadentes, un hombre con dudas sobre su sexualidad, que quiere ser un burgues cualquiera. Magnifica interpretacion de Trintignant, como el burocrata en cuestion, el personaje de Stefania Sandrelli peca de sobreactuado y irritante, como tambien el personaje del policia de la piovra( la policia secreta de Mussolini) que tiene el defecto de algunos personajes del cine italiano, la sobreactuacion y el histrionismo mas hiriente, aunque la siempre fascinante Dominique Sanda nos muestra un personaje lleno de matices, algo alargada, para mi gusto, el triangulo entre el profesor, su mujer y su supuesto discipulo , para hacer un epilogo demasiado brusco, en general bastante bien.
zuriman
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25 de marzo de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
37/02(04/03/19) Crítica realizada en tributo al cineasta parmesano Bernardo Berttolucci, fallecido recientemente (26/11/2018) en Roma, para ello disertaré sobre la que es probablemente su mejor obra, este drama político incisivo donde se conjugan con una miscelánea punzante la reflexión y la ambientación, he leído encuestas donde ponen que la cinematografía de Vittorio Storaro para esta cinta es la mejor de la Historia, film grandemente influyente, por ejemplo para “El padrino”, donde recogió los tonos sepia Gordon Willis para crear un halo dramático, e incluso contrató a Storaro para su épica bélica “Apocalypse Now”, Paul Schraeder fichó al diseñador de producción de “El conformista” Fernando Scarfiotti para “American Gigolo” y “Cat People”, también hay una escena en la popular serie “Los Soprano” que homenajea otra de esta película, "Pine Barrens", de la tercera temporada , dirigido por Steve Buscemi. Guión por Bertolucci basado en la novela homónima de 1951 de Alberto Moravia, protagonizada de modo superlativo por Jean-Louis Trintignant y Stefania Sandrelli. El director vuelca un tremendo expresionismo en los fotogramas, con ampulosos decorados art decó que empequeñecen al ser humano, de claras reminiscencias fascistas. Una narración que mezcla flash-back, y ensueños, en un relato cargado de complejidad, con actitudes ambiguas, traiciones, decadencia sexual, donde se tocan temas como el peso pasado, las ansias tribales de pertenencia a un grupo, las frustraciones sexuales, el choque de ideas políticas, en lo que es una dura crítica a la burguesía, algo muy del gusto de Bertolucci.

La cinta resulta sugerente desde su inicio, con un plano parpadeante a través de una ventana de un luminoso de neón (Lavieestanous), tras un par de visiones pasamos a un plano del protagonista Marcello Clerici (Jean-Louis Trintignant), tumbado vestido en una cama, con las luces de neón rojas parpadeándole encima, por su lenguaje corporal parece nervioso, oye el teléfono lo coge, habla por él, se apagan los neones, tras lo cual (en plano-secuencia) se levanta se pone una chaqueta y el chaquetón, abre un maletín, del que coge una pistola, se acerca a la cama vemos que junto a él había una mujer denuda dormida de espaldas, y encima de su trasero el sombrero del hombre, que coge y lo acomoda en la testa, tras lo que cubre con una sábana las posaderas de la acompañante, tras lo que sale de la habitación, todo asistido por una melancólica música, sugiriendo que algo dramático va a suceder.

Resulta la cinta un retrato de personalidad profundo, con claros toques agudo-psicológicos, hablándonos de como el conformismo puede ser el primer paso a dejar entrar en nuestras vidas el radicalismo (como bien le dice un agente secreto a Marcello: “Sólo unos pocos creen en el fascismo. Unos nos apoyan por miedo y otros por dinero”), en este caso el fascismo (mussoliniano). De cómo el culto Marcello se deja llevar por los acontecimientos cual pluma mecida por el dominante viento, la marcial ideología fascista sirve como rígida guía para un protagonista deseoso de ser conducido más que de pensar por sí mismo. Es un tipo de clase alta, que en su infancia sufrió un trauma que le marcó de por vida, carcomiéndole los remordimientos. A través de este trauma hay quien ha visto una historia sobre como la homosexualidad (y sexualidad) reprimida puede llevar a la violencia latente.

Además el film deja un subtexto de alegoría sobre que Marcello se asemeja al protagonista del Mito de la Caverna de Platón, al que hace mención el ínclito en la más hermosa escena del film, cuando este relata al profesor Quadri la fábula del griego, lo hace en el despachos de este último, donde Marcello cierra la ventana para no entre luz, apenas entran unos rayos por otra ventana, creando un halo expresionista sublime, narrando el fascista la historia desde el lado de que la luz exterior de la cueva es el fascismo, mientras el profesor le da la vuelta, remarcado cuando abre la ventana y la sombra de Marcello se difumina bellamente.

Una historia en la que también hay cabida para una acerada crítica a la Iglesia Católica, sobre su connivencia con el poder fascista, sobre su homofobia (melifluo y turbador el flash-back nos lleva a la juventud de Marcello, vemos su turbulenta experiencia con Lino, un chófer), sobre su hipocresía, reflejada en la frase que Marcello le dice a su futura esposa "El cura da la absolución a todo el mundo", reflejo del proceder del Estado fascista.

Potente alegoría se da cuando Marcello asiste al cuartel general de la policía secreta, allí ve a su amigo Italo (no hay mejor nombre como epítome de la nación transalpina), hablando por radio sobre la bonanza de la alianza italo (Mussolini)-germana (Hitler). La simbología se da por el hecho de que Italo es ciego, reflejando la ceguera italiana con respecto al extremismo nazi (y el fascismo propio).

Destacar las escenas sexuales, tan gratas de incluirlas Bertolucci en sus películas, aquí sobresaliendo las transgresoras que mantienen Giulia (Sandrelli) y Anna (Dominique Sanda), quizás como ejemplo de la libertad sexual como epítome de la Libertad en todos los sentidos, que el director junto al cinematógrafo baña en una luminosidad tórrida, creando un aura cuasi-febril de idealización del sexo.

El actor galo Jean-Louis Trintignant borda su complejo rol, hierático, actuación que combina mundo interior con pasividad, con fragilidad, con tormento, con flema, con impasibilidad, un nihilista agarrado livianamente a ideales volátiles. El actor aprendió sus líneas en idioma italiano fonéticamente, según la práctica común en la industria cinematográfica italiana en ese momento, más tarde fue doblado por otro actor, Sergio Graziani; Stefania Sandrelli como Giulia aporta sensualidad etérea, encanto sardónico, una esposa mediocre para un tipo mediocre;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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11 de octubre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Conformista (Bertolucci, 1970), adaptación de una novela de Moravia, es una de las obras donde mejor se tratan los entresijos de la psicología de masas en la Italia de Mussolini. En esta ocasión, por no ampliar innecesariamente el número de valoraciones (algunas de ellas brillantes) sobre la psique fascista en la película, resulta revelador pensar la adaptación del director italiano desde la óptica de decepción que vivía la izquierda post-Mayo del 68. Bertolucci aprovecha la historia, que se desarrolla justo antes de la Segunda Guerra Mundial, para hacer una crítica a la función política del cine francés a través de las tribulaciones del personaje principal, el tipo que se ofrece voluntario para cometer un crimen fascista en París (¿dónde iba a ser si no?).

En El Último Tango en París (Bertolucci, 1972), el polémico film que aparecería dos años después de El Conformista, las referencias críticas al cine de la Nouvelle Vague son más evidentes a través del papel secundario interpretado por Jean Pierre Léaud, para muchos el alter ego de Truffaut, y una de las caras visibles del nuevo cine francés. Recordemos que Leaud representa un director de cine obsesionado por convertir en una película su relación amorosa con Maria Schneider. Aquí, Bertolucci muestra un personaje más bien patético que, escena tras escena, teatraliza y frivoliza las expresiones que trata de rodar, el amor o la revolución, anteponiendo la cámara a los sucesos, la forma al contenido. Esto es, sin tapujos, un ataque feroz a los presupuestos del cinéma-vérité y la cámera-stylo. Unos supuestos que después han sido recuperados, por los cinéfilos y nostálgicos, y que probablemente hayan tenido una gran influencia en la forma de hacer cine en Europa, pero que, en los 70, tras el ‘chasco’ que se llevó el comunismo europeo con el Mayo del 68, parecían equivocados y, en el fondo, pequeño burgueses.

Así, del mismo modo que la elección de Jean Pierre Léaud para la película de El Último Tango en París es intencionada, podemos imaginarnos que la apuesta por Jean- Louis Trintignant como protagonista de El Conformista tampoco es casual, pues nos remite a su actuación idéntica en Mi Noche con Maud (1969) de Eric Rohmer, uno de los más reconocidos integrantes del grupo de críticos-cineastas de los Cahiers du cinéma. En ambas películas, Trintignant interpreta el papel de un hombre que duda entre dos mujeres que representan, en oposición, el cumplimiento del orden y el desafío a lo establecido.

El personaje de Trigtinant suscita cierto fastidio a los espectadores por la falta de arrojo y determinación propia de los héroes. Nos encontramos frente a un Ulises moderno, con sus neurosis y miedos impensables en los mitos clásicos. Al igual que Ulises, el protagonista termina tomando la decisión de cumplir con su destino; volver a casa junto a Penélope y dejar atrás antiguos devaneos. La Odisea, en cierto modo, es el periplo del marino por entrar en razón y volver al hogar. Así, el dubitativo Trintignant, deja que los agentes fascistas asesinen a la mujer que ama en El Conformista y también desestima un idilio con Maud para montar una familia católica en Mi Noche con Maud. El orden siempre gana, sólo que en Trintignant no lo hace después de 20 años recorriendo todo tipo de aventuras marinas, sino tras un sinfín de miedos e indecisiones que le llevan a tomar el camino conservador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ujaraq
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