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Un pie en el infierno

Western Mitch Garrett perdió a su esposa embarazada por no poder pagar una medicina. Nadie acudió en su ayuda para prestarle el dinero; por eso Mitch, ofuscado por el odio, decide arruinar la vida de las gentes del pueblo. Al frente de una banda de forajidos se propone robar todo el dinero del banco. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
19 de noviembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas en las que una estrella de Hollywood -a la que normalmente ves interpretar a personajes positivos, buenos o heroicos- encarna, como por sorpresa, a villanos, tienen algo especial, porque no sólo ves otra faceta y otros registros de ese actor, sino que le ves como transformado, como si fuera otro actor, y ese villano al que pone su rostro parece casi más malo aún que si fuera un actor al que habitualmente vieras en papeles de malo. Esto es así, por ejemplo, en "El hombre de Colorado" (The Man from Colorado, 1948), de Henry Levin, donde Glenn Ford hacía un gran papel como el malo de la función, o en "Hasta que llegó su hora" (C'era una volta il West/Once Upon a Time in the West, 1968), de Sergio Leone, donde Henry Fonda componía un inolvidable papel de villano sin escrúpulos.

"Un pie en el infierno", una de las últimas películas de Alan Ladd, y además, como los dos títulos antes citados, un "western", puede sumarse a este grupo de filmes porque aquí Ladd es un tipo muy malo. Según comienza la historia parece bueno, pues sufre por su mujer y por la muerte de ésta, y entendemos su resentimiento hacia los vecinos del pueblo que no le quisieron ayudar cuando más ayuda necesitaban él y su esposa. Ahora bien, esa falta de hospitalidad -que no vemos en el personaje del médico (Larry Gates), un personaje importante, que prueba que no todos en ese pueblo son tan poco serviciales con los forasteros-, y la tragedia personal que vive el personaje de Ladd, no justifican su comportamiento posterior. Ladd no sólo trama una retorcida venganza contra ese pueblo, sino que va dando señales de su frialdad y su maldad, hasta el punto de que va convirtiéndose en un auténtico psicópata. Ahí, creo, es donde están la grandeza y la originalidad de este largometraje: la historia de venganza, motor dramático habitual de tantos y tantos "westerns", no es nada habitual porque nos va dejando ver que esa venganza es desproporcionada e injusta, y también, que Ladd se ha convertido en un asesino frío y sin escrúpulos, y en un monstruo ávido de dinero y poder.

Es de ese modo como toda la historia se transforma y se vuelve más compleja, y como los roles se invierten: si al aparecer Don Murray él es el antagonista y Ladd es el protagonista, luego serán aliados y finalmente...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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19 de noviembre de 2020
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arranque de la cinta no puede ser más brillante y original. Apremiado por los dolores del parto inminente de su esposa llega Mitch Garret (Ladd) a la ciudad de Blue Spring. Cuando ya parece que van a resolverse los problemas, es cuando surgen las últimas dificultades que le plantean un hotelero y un droguero egoístas y desconfiados, junto a un sheriff también malpensado. El médico, Dr. Seltzer, había pedido con urgencia un medicamento que finalmente llega demasiado tarde y muere la parturienta y la criatura.
Los vecinos del pueblo son conscientes de su pecado y tratan, tardíamente, de compensar al viudo ofreciéndole el cargo de ayudante de sheriff. El resto es una complicada, mal explicada y peor entendida venganza, en la que intervienen sin saberlo cuatro personajes más extraidos del lumpen, entre los que destaca un antiguo teniente sudista alcohólico y buen dibujante, Dan Keats (Murray), que pronto se erige en el segundo gran protagonista del dramón.
Como ya se ha dicho lo mejor es el comienzo, tan impactante como inesperado. Lo demás un dejarse llevar preparando una venganza que se oculta al espectador al que se hurta la posibilidad de conocer las intenciones de Mitch hasta bien avanzada la película. Aquí radica en nuestra opinión el gran fallo de la misma, no mostrar aunque fuera discretamente la personalidad y el dramático estado mental del viudo, aunque solo fuera para justificar luego sus sanguinarios proyectos.
Entre los secundarios merece destacarse la integridad profesional del médico, lo mismo en la atención a Eli la esposa de Mitch que cuando desinfecta y cura a éste una herida superficial de bala que ha recibido. Más retorcido es el dueño del almacén de droguería encargado de preparar con urgencia el jarabe para Eli, que no entrega si no se le paga antes el dólar y los 87 centavos de sus honorarios, lo que nunca hubiera pasado en una oficina de farmacia convencional por el compromiso ético profesional que conlleva el Juramento Hipocrático.
Por lo demás es una película que no pasa de discreta.
Lafuente Estefanía
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