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El desconocido del tercer piso

Cine negro. Intriga. Thriller El testimonio de un periodista sirve para llevar a un joven a la silla eléctrica. El reportero, torturado por las dudas acerca de su culpabilidad, cae en una telaraña de falsas pruebas que le señalan, ahora a él, como presunto autor de un nuevo crimen... (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
10 de septiembre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Boris Ingster, cineasta de origen ruso que no llegó a sobrepasar los tres títulos en la época dorada de Hollywood, El extraño en el tercer piso compone uno de esos mosaicos donde el ‹noir› se entrega a su vertiente más psicológica y disgrega las claves del género para poner a su protagonista en el ojo del huracán, volviéndose sobre sentimientos de lo más contradictorios que atormentarán a ese personaje revelándose como una de las claves de éste pequeño título, que merece ser rescatado.

A raíz de un presentimiento, uno de esos elementos tan infravalorados en el género que cautivó a más de uno en una obra capital como Perdición gracias a los enanitos de Edward G. Robinson, se forja en El extraño del tercer piso un atípico ‹noir› de serie B en el que Ward, un periodista local, cree haber identificado al asesino del dueño de un bar. La indiferencia tanto de juez como de jurado harán el resto condenando al presunto culpable (que, a su vez también es presunto inocente) a pena de muerte. A partir de ese momento, surgirá el remordimiento por la incerteza de haber tomado o no la decisión adecuada, haciendo que Ward se suma en una espiral de dudas que se acrecentará con la presencia de un extraño merodeando los aledaños del edificio en el que vive. Cuando ese extraño abandone el edificio tras ser descubierto —y perseguido, a posteriori— por Ward en el rellano de su piso, éste empezará a sospechar que uno de sus vecinos, por el que no siente ninguna simpatía, podría estar muerto.

Desde ese mismo instante se iniciará un verdadero ‹tour de force› actoral en el que Ward se verá asolado por la terrible sospecha de que él podría seguir el mismo camino del muchacho al que condenó, Briggs, volviendo así sobre los pasos de éste e incluso entrando en un halo pesadillesco cuya aura se va oscureciendo con los minutos y parece querer arrastrarle al mismo fatal destino de su acusado. John McGuire da la réplica perfecta sin desbordar un delirio que Ingster compone con trazo: una iluminación cada vez más tenebrosa y bizarra, una composición que se arraiga a la más pura alucinación y un mini-clímax que se funde en la más absoluta locura para destacar ese sentimiento de culpa. También se agradece la escasa teatralización a la que se expone McGuire con un personaje y un espacio que quizá hubiesen dado para ello, pero que el actor sortea hábilmente para terminar saliendo airoso.

También sale airoso un reparto que contiene nombres como los del mismísimo Peter Lorre, que en una sombría interpretación que expone las dudas existenciales de un personaje trastornado acierta en sus pocos minutos en pantalla, Margaret Tallichet —que dejó su corta carrera para casarse con William Wyler—, cuya solvencia queda fuera de toda duda, en especial dando el tipo ante uno de esos genios atemporales como el ya mencionado Lorre, y uno de esos (desgraciadamente) eternos secundarios, Elisha Cook Jr., cuya sola presencia ya merece la pena gracias a la expresiva mirada de un actor que con toda seguridad mereció mejor suerte.

Su hubiese que achacarle algo al trabajo de Ingster sería un último tramo en el que intentando atar cabos y buscando una solución que no comprometiese en exceso una conclusión que podría caer en el ridículo, deja la resolución en manos de una baza demasiado vaga a la que tampoco favorecen sus ingenuos diálogos y que, sin terminar de desmontar ese convincente final —en especial, gracias al trabajo de un gran Lorre que nos convence de la naturaleza de un personaje al que, inteligentemente, no se había dado espacio ni margen para ser examinado anteriormente—, sí resta enteros a una propuesta donde Ingster expone soslayadamente un alegato en favor de la presunción de inocencia ante la impasibilidad de una sociedad —reflejados en ese despreocupado juez o algún miembro del jurado durmiendo— cuyas preocupaciones iban más allá de los granujas que un día ellos mismos crearon.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Grandine
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17 de septiembre de 2008
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un periodista declara en un juicio de asesinato y el sospechoso es condenado, aunque proclama mil veces su inocencia.
El juicio es un auténtica representación teatral en la que se recrea el director Boris Ingster, que al parecer sólo dirigió dos películas más.
Esas escenas del juicio serán la causa de una pesadilla que obsesionará al periodista al pensar, tanto él como su novia, que el acusado pueda ser inocente.
El periodista a continuación vuelve a ser testigo de otro asesinato similar en la habitación de al lado de la suya, llegando a ver al asesino con su bufanda blanca.
Con esto llega a la conclusión que el acusado anterior es inocente pero el fiscal lo que deduce es que él puede ser el asesino ya que está presente en los dos casos y manda a la policía que se lo lleven. La novia se pondrá a buscar al hombre de la bufanda blanca.
Nos encontramos en un ambiente cargado, un film psicológico, policíaco y de intriga que por momentos logra seducir con las apariciones de Peter Lorre y con la fotografía.
Es curioso como el argumento al que se refiere al primer asesinato de un empresario con el cuello cortado y el posterior arresto de un sospechoso sobre el que recae la culpa lleve rápidamente a recordar la película Ejecución inminente del año 98, de Clint Eastwood, haciendo de periodista además. El crimen al que se enfrenta es igual al de esta película, con las mismas connotaciones.
El final del film está acomodado con descaro.
floïd blue
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23 de junio de 2013
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta y sencilla trama que gira alrededor del sentimiento de culpa que atormenta a un periodista que cree haber sido el responsable de que un hombre haya sido declarado culpable injustamente.
El director se vuelca en el sentimiento de culpa introduciendo los pensamientos del protagonista empleando la voz en off y ensoñaciones fruto de las inquietudes y preocupaciones del mismo.
Pequeño ejercicio de misterio, que no alcanza altas cotas de complejidad pero que resulta interesante, donde destaca la corta y destacable presencia del enigmático Peter Lorre, ese extraño hombre de característicos rasgos faciales que suma otro personaje misterioso a su habitual rol en el mundo del cine.
Jon
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30 de diciembre de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El desconocido del tercer piso", que así reza el título en España de la edición en DVD que acabo de ver de esta película, es un film dirigido por el desconocidísimo -para mí- Boris Insgster, para RKO. La película es una mezcla de cine policíaco y suspense psicológico que se sitúa, más en lo formal que en lo temático, en los inicios del "boom" del cine negro de Hollywood. Pese a sus hallazgos y/ o libertades formales, en cuanto a fotografía, iluminación y dirección artística, no es una película realmente sólida, al menos en cuanto a la historia y el guión. El protagonismo del siempre inquietante Peter Lorre es más teórico que real, y el onirismo expresionista de la secuencia de la pesadilla del personaje de John McGuire (que para mí es el verdadero protagonista de esta historia) resulta un poco barato y manido, y traído por los pelos, así como el tema, tan del cine de Hitchcock, del falso culpable. Por supuesto, la reflexión sobre la culpabilidad y la inocencia es interesante, pero la forma de llevarla a la pantalla, en este caso, es algo forzada, apresurada, y poco convincente, especialmente en el desenlace final.

El personaje más interesante es el del asesino interpretado por Lorre, pero este actor aparece muy poco, y eso resta fuerza e interés al conjunto. Para mí, en suma, este film es una obra muy sobrevalorada (por algunos especialistas en cine negro, al menos) y que no merece la fama que tiene, salvo por algunos aciertos parciales, como toda la secuencia de la pesadilla.
Pedro Triguero_Lizana
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18 de junio de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha encantado. Me parece una joya escondida. La hubiera podido firmar Lang, sin ninguna duda. Si en vez de John McGuire, para el protagonista lo hubiera filmado un actor más consagrado, estaríamos hablando de una verdadera obra de arte del cine
negro. En las voces en off se nota que no tiene el registro adecuado.
Al parecer es una de las primeras películas de cine negro, empleando los claroscuros, los contrapicados en los planos, las voces en off, las sombras de las rejas en las paredes, la sordidez del ambiente, el alcohol y las timbas de poker de los periodistas, etc.
También interviene Margaret Tallichet, luego mujer de William Wyler, en una de sus últimas películas en la carrera cinematográfica, más tarde dedicada a su marido, y el absolutamente reconocible por el público Peter Lorre, en uno de esos papeles entre marginado y delincuente.
Tiene un punto Kafka muy interesante. Si te dicen que esta película está firmada por Fritz Lang no detectas que no es así.
ÁAD
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