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Nadie huye eternamente

Acción. Thriller Scobie Malone (Rod Taylor), un detective australiano, debe viajar a Londres para detener al Alto Comisario Sir James Quentin (Christopher Plummer), acusado de haber matado a su primera esposa. Sir Quentin admite el crimen, pero Malone sospecha que con esa confesión el caso no queda resuelto. Además, Malone, sin pretenderlo, se convierte en el guardaespaldas del diplomático, salvándolo de dos atentados. Entre los sospechosos se ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
7 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida. Sin más. Se deja ver y poco más. Plummer muy bien, y también Rod Taylor. Pero el guión es algo inverosímil, y flojea en el desarrollo, pero no va más allá.
Policía australiano en Inglaterra que busca llevar de vuelta a su país a un alto cargo de la embajada para que responda de una acusación de comicio, en concreto de su primera mujer.
Pero la cosa se complica y termina siendo el guardaespaldas del embajador, porque cree que los cargos no son sólidos, todo lo contrario, y que la misión que desempeña el embajador es importante, muy importante: trazar un plan para que los países cooperen entre sí no se sabe muy bien para qué...
Se hace raro lo de la conferencia y la insistencia en volver de vuelta a Australia.
ÁAD
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21 de febrero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un policía australiano (Rod Taylor) acude hasta Londres para detener al alto comisionado (Christopher Plummer), acusado de asesinar a su primera mujer años atrás. El momento parece ser de lo más inoportuno, pues el embajador se encuentra haciendo grandes avances en la diplomacia de Oriente Medio. Así pues, su detención queda en ‘stand by’ hasta que finalice una delicada cumbre, dando lugar a un monumental embrollo de intriga que despunta cuando intentan liquidar al propio diplomático.

La película no es brillante pero mantiene el interés hasta el final, cosa que no es poco en una trama de espionaje un poco caótica y difícil de seguir. Entre los mejores momentos, sin duda la secuencia durante el partido de tenis en Wimbledon y el angustioso acto del desenlace (la escena del “reloj”).

El reparto aguanta la embestida, especialmente Christopher Plummer, exquisito como embajador australiano acusado de asesinato, pero al que le rodea una gran incertidumbre. Plummer maneja como nadie esa ambigüedad de su personaje.

Rod Taylor, que interpreta al policía que escolta al alto comisionado, se muestra en ocasiones excesivamente rudo para el papel, pero acabas simpatizando con su campechanía en medio de tanto esmoquin.

Mención especial merece Lili Palmer, que venía de trabajar con el mismo Plummer en ‘Edipo Rey’ (1968), y cuya inquietante presencia aporta emoción a la película. Sin embargo, hay momentos -ya sea por la estética sesentera o por la frescura de Plummer- en los que más bien parece la madre que la esposa (lo siento, tengo que decirlo).

En resumidas cuentas, 98 minutos bien aprovechados.
Nashville
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