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En el camino

Drama. Aventuras Tras la muerte de su padre, Sal Paradise (Sam Riley), un neoyorquino que aspira a ser escritor, conoce a Dean Moriarty (Garrett Hedlund), un expresidiario de un encanto arrollador y casado con la liberada y seductora Marylou (Kristen Stewart). Sal y Dean se hacen amigos al instante. Sedientos de libertad y decididos a huir de la rutina y la monotonía, emprenden un viaje hacia el Sur con Marylou. Adaptación de la novela homónima (1957) ... [+]
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
19 de diciembre de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es que la película sea mala, lo que pasa es que le falta “eso”. Lo intenta... Pero no llega. La fotografía está lograda, pero se queda en eso: sacos llenos de superficialidad desordenados y con muchos agujeros. Le cuesta arrancar, le cuesta acabar... Hasta que al final ves que sí, que te ha dado una patada en los morros. Ya te habían avisado pero aún así querías verla.

En dos palabras: Mala adaptación.
Nada más. Si no has leído el libro puede que hasta te guste.

¿Lo mejor? La música, los coches y la monada de Kristen Stewart (Marylou).
¿Lo peor? La imagen garrula y actual que se le da Garrett Hedlund (Dean Moriarty). Su "look" no parece propio de los años 40: La ropa, el pelo... En fin.
gallagher234
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18 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de contarnos una historia como la de Diarios de motocicleta, con ese pequeño toque histórico y una maleta llena de sueños y buenas intenciones, el brasileño Walter Salles se deshumaniza y nos presenta unos personajes fracasados envueltos en un viaje a ninguna parte, disfrazados de falsos intelectuales banales. La idea parte de una amistad forzada y de un juego de sexualidades ambiguas que parece tener la única finalidad de atraer a un público más variado, más heterogéneo. El hecho de contar con Kristen Stewart en el reparto ya debería dar una pista de por dónde van los tiros, aunque Salles se cubre las espaldas rellenando la trama con un reparto coral bastante curioso.
Salles nos lleva a un viaje por Estados Unidos en coche, muy similar al viaje que emprendieron Ernesto y Alberto en moto por Sudamérica, con la diferencia que la finalidad no es la misma. En esta "On the Road" nos hace disfrutar tanto de la ciudad de Nueva York a finales de los 40 como del desierto de Colorado, pero valerse de tales escenarios no es excusa para endosarnos personajes vacíos de dudosa moral con un grave problema de madurez, que si bien parece que se comen el mundo, en realidad no es así. "On the Road" no lleva a ninguna parte, y su historia cae (y seguirá cayendo) en saco roto. Ahora bien, hay que reconocer que en algunos momentos asomaba un chispazo de genialidad, un atisbo del dramatismo que se echa de menos durante todo el trayecto de dos horas y cuarto de duración, un ejercicio que se repite una y otra vez como unas cinco veces: introducción, carretera y desfase.
Se trata de una historia de historias, o más bien, de una historia de episodios, episodios éstos todos iguales en los que mete un nuevo personaje a su antojo, a su libre albedrío. Algunas piezas no llegan a encajar (relaciones que ya existían en el pasado, familiares salidos de la nada, pretextos absurdos para explicar sus comportamientos,…), y las interpretaciones resultan anodinas. En ningún momento llegué a sentir empatía por ninguno de los personajes. Bueno, en realidad sí. La corta intervención de Kirsten Dunst sí resulta evocadora e inspiradora, pero no deja de resultarme un papel muy pequeño para esta actriz, más después del gran papel que tuvo en Melancolía o en Las vírgenes suicidas. Lo dicho, interpretaciones muy grises, hasta tal punto que la amistad entre los dos protagonistas parece falsa, como impuesta. No terminé de creerme sus historias, sus momentos de intimidad, sus conexiones, nada, absolutamente nada.
Las expectativas eran bajas, y el resultado final fue acorde a las mismas.
Para perder el tiempo sentado en la butaca y ver alguna que otra escena dramática interesante y/o escuchar algún chascarrillo gracioso, pero poco más. Personajes poco atractivos, nada interesantes y una historia que, repito, no lleva a ninguna parte. Todo un despropósito. Una lástima.
Kosti
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19 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Diarios de Motocicleta, Walter Salles relataba con mano maestra el viaje que transformó a Ernesto Guevara en el ‘Ché’. Aquel viaje, que tuvo lugar en 1952, hizo que un acomodado estudiante de medicina tomara conciencia de los males que asolaban a América del Sur. Guevara, acompañado por su amigo Alberto Granado, cambió su orden de prioridades y se propuso cambiar el mundo con las luces y sombras que tan elevada empresa pudiera acarrear.

Unos años antes, el escritor Jack Kerouac emprendió una serie de viajes por Estados Unidos junto a otros representantes de la posteriormente denominada ‘generación beat’. La alabada obra literaria titulada En el Camino fue el resultado de aquellas marchas por las interminables carreteras norteamericanas. Salles repite equipo con los brillantes Rivera (guión), Santaolalla (música) y Gautier (fotografía) en esta adaptación, pero el resultado final decepciona.

Las dispares lecciones que aprendieron Kerouac y Guevara en aquellos viajes son las que convierten a Diarios de Motocicleta en una película inmensamente superior a On the Road. O lo que es lo mismo, las diferencias entre norte y sur, entre ricos y pobres, entre una juventud desarraigada y una juventud comprometida. Mientras que Kerouac huía de una sociedad que repudiaba, sustituyendo los valores tradicionales por sexo y drogas como método para rellenar su vacío existencial, Guevara tomaba conciencia de la terrible pobreza existente a su alrededor. En definitiva, Diarios de Motocicleta posee el alma y la poesía de la que carece On the Road.

El viaje de Kerouac a México es una buena muestra de las mencionadas diferencias entre el norte y el sur del continente americano. Mientras los jóvenes norteamericanos disfrutan de la música, el alcohol, el sexo y las drogas como forma de evasión, los mexicanos se lo ofrecen con el único objetivo de sobrevivir. Salles no es capaz de dar empaque a la liberación espiritual que nos dejó en herencia aquella ‘generación beat’, a través de estos jóvenes perdidos en una carretera sin horizonte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
yesterday
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26 de marzo de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Sería On the Road, de Walter Salles, el manifiesto artístico, emotivo y sensorial con el que soñaban Kerouak, Cassady, Gingsberg o Burroughs? Lo dudo mucho. Esta es la crítica más dura y definitiva que puede hacerse a la adaptación cinematográfica de ese mito de la generación beat, que como mito que es, resulta imposible de adaptar al gusto de todos.

En On the Road existe, no obstante, un intento de acercarse a la esencia y la verdad de la novela, un intento que no siempre funciona, pero que consigue captar, en cierta manera, el errante destino de la generación post segunda Guerra Mundial, asfixiada por el formalismo y el American Way of Life, por lo que se esperaba de ellos y lo que les habían dejado. Por eso la película acierta al no apostar por un guión meramente narrativo y mantener el flujo libre de ideas de sus creadores, con el lenguaje crudo y veloz que les caracteriza; pero también se evidencia la dificultad de las formas: On the Road se escribió en su día bajo una nube de narcóticos, y sus inflexiones y las distintas voces que aparecían en la prosa, no intentaban contar una historia de forma convencional, sino una serie de sensaciones y emociones plasmadas en varios viajes y destinos vitales.

Para la adaptación cinematográfica tal vez se hubiese necesitado un enfoque más arriesgado, más del cine del tipo de Pasolini o Trufaut (o para el caso, de Howl, con James Franco sobre Allen Gingsberg), un cine más anclado en las ideas que en las historias. Eso no desmerece la puesta en escena de Salles, que sabe crear intimismo en un gran aparato de producción (fotografía, escenarios, diseño de producción: están cuidados al detalle), y que trata de salirse de la norma, en la medida de lo posible, en el cine norteamericano con estrellas.

Pero a pesar de todo, On the Road, la película, si mantiene esa cadencia de una melodía de jazz, y ese espíritu de desolación en el asfalto, de un grupo de personas auto excluidas del sistema que busca en el horizonte un verdadero sentido: existencial, filosófico o afectivo. Sus actores, todos ellos, incluso los menos venerados, tratan de recuperar las mentes y corazones de los verdaderos beats, desde unos impagables Amy Adams, Viggo Mortensen y Steve Buscemi de caracterizaciones extremas; hasta Kirsten Dunst, Kristen Stewart, Garrett Hedlund, y especialmente Sam Riley, que saben que su juventud no es la que fue de Keruac y compañía, y aciertan con valentía a saltar hasta esa incógnita vital con la que los beats se enfrentaron: cómo construir un mundo honesto y verdadero, en el que el talento no sea necesario medirse, en el que la vida, la existencia, pueda fluir como un viaje, o cómo el propio rollo mecanografíado original de Keruac, surgió.
jaly
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14 de julio de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y así, sin más, está resumida la cinta, porque es eso: alcohol, tabaco, sexo, carretera, sexo, drogas, carretera, sudor, sexo, psicotrótopicos, alcohol, carretera... así durante dos horas de metraje en las que no pasa absolutamente nada. Podría haber sido perfectamente la secuela directa de MIEDO Y ASCO EN LAS VEGAS (para mi humilde opinión una basura del tamaño de esta). Supongo que soy un perfecto ignorante porque me parece un grandísimo bodrio sobre desequilibrados, drogas (todo el tiempo presentes), sexo (parece que esta gente se ponían con viagra), carretera, mucha carretera, sin ton ni son, ni sabes a que van, ni sabes a que vienen... ¿Argumento? ¿para qué? si llenamos la cinta con dos horas de lo ya descrito... Lo único que se podría salvar es la interpretación del impresionante elenco de actores que aparecen... Pero ni aun así se salva de la quema. A LA HOGUERAAAA!
PALOMOCOMIKERO
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