Muchos hijos, un mono y un castillo

Ni risas, ni ternura, ni nostalgia, ni dolor, ni amargura, ni amor, ni dulzura... no conseguí que me transmitiera absolutamente nada a parte de VERGÜENZA AJENA.
Una viejuna diciendo bobadas: ese es el argumento de la película. Espero que no cuente como spoiler.
Puedo entender que todos nosotros tengamos sentimientos muy especiales hacia nuestros mayores pero no por eso se me ocurriría jamás hacer un documental en formato de entrevista sobre mi abuelo (que os aseguro que le pasaron cosas más interesantes que a esta señora, peripecias vitales de la guerra incluidas) porque entiendo que al resto de los mortales se la suda mi abuelo. Pues bien, los hijos de esta señora no se han percatado de este pequeño detalle. Pero es que, además, esta señora es cansina, vulgar, pesada, exagerada hasta la extenuación y con un punto de falsedad y naturalidad fingida que echa para atrás... vamos, un clon de mi suegra. Lo que pasa es que a esta última estoy obligado a aguantarla, y como a la protagonista de la pseudopelícula no, pues eso, la mandé a tomar por culo a la media hora.
Ojalá tuviese cojones de hacer lo mismo con mi suegra.

No llego a entrar en la película. No es que no me la crea -que por momento tampoco- pero igualmente no me interesa. Demasiado excesiva, demasiado intensa, demasiada sonrisa preparada, demasiado esperpento. Demasiada vértebra forzada.

Esto no es un documental, no es cine. Ganó el Goya a mejor documental siendo un vídeo doméstico, como el que te pone el típico amigo pelma cuando ha regresado de un viaje y te hace perder la tarde. Cuesta trabajo creer que esto ganó en los Goya a una película tan cuidada, pulcra y trabajada como Cantábrico.

No hay guión, ni tienen nada que contar, no hay calidad de imagen, no hay un resultado estéticamente bonito (sorprende que las mejores escenas sean las de recuerdos de infancia, filmadas seguramente en super8 por el padre o por algún familiar). Por si fuera poco pretenden que creamos que es una familia media...no señores, la familia media española en el año 2018 no tiene capacidad para endeudarse por 7 millones de euros.

Y el presunto carisma de la madre es otra falacia que nos han vendido, que a lo mejor para sus niños es muy carismática la señora, pero para el resto no tiene ni carisma ni gracia.

Y para rematar, por si acaso a alguien le parece que el "argumento" (por llamarlo de alguna forma) es muy original, la idea está plagiada de Carmina en las películas de su hijo Paco León (la primera, Carmina o revienta), aunque Carmina tiene mucho mas salero, más gracia y más mérito, y el resultado es mucho mejor.

Simpático documental sobre esa señora excesiva y esa família con síndrome de Diógenes. No se si hay material para un largo, pero Gustavo Salmerón se las apaña para dar un mínimo guión basado en esas vértebras huidizas. A partir de ahí...una existencia singular contada con algunos toques de gracia y bastante buen gusto cinematográfico.
Pero...no da para mucho más.

Me ha decepcionado. Había leído muy buenas críticas pero no se corresponden con mi impresión. La protagonista del documental tiene intervenciones brillantes, un humor muy suyo con el que conectas y te ata a la pantalla. Si no hubiera sido por ella, habría sido como esos eternos vídeos de boda que unos amigos lejanos te muestran en la sobremesa de vuestro primer encuentro tras la luna de miel. Una historia que te interesa un pimiento. Sin embargo, dos de los aspectos en los que debería de haber profundizado más el director, cómo aparece el castillo en sus vidas y por qué desaparece años después, los omite por completo y casi me lleva a profundizar en ello buscándolo en Google. Afortunadamente mi cabalidad se ha impuesto. Totalmente prescindible.