La chica del dragón tatuado

Los críticos más informados tienen como referencia la novela del sueco Stieg Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres, primera de una trilogía policíaca titulada Millennium, y dos cintas basadas en dicho libro. Mis referencias previas a La chica con el tatuaje del dragón (EUA, 2011), de David Fincher, en cambio, son las películas del mismo director: Se7en (1995), El club de la pelea (1999) y Zodiaco (2007), entre otras. Es imposible —al menos para mí— ver la nueva cinta sin pensar también en el síndrome de Ciudad Juárez, por tratarse de un femicidio múltiple y sistemático, así como en el James Bond más viejo, chaparro y feo: Daniel Craig en el papel principal, que no es el de una “chica” tatuada, sino el de un periodista en aprietos legales. El título en este caso es el primer error de la cinta, pues efectivamente una “chica” protagonizada por Rooney Mara tiene un dragón tatuado en la espalda, pero eso no significa nada. La intencionalidad es evasiva, pues la versión sueca de la novela se llama Los hombres que odiaban a las mujeres, nombre que mejora el original en la medida que se apega más al trasfondo: una misoginia extrema. En español, el título es involuntaria y levemente misógino, inconsciente y sutilmente contradictorio, además de cacofónico.

Por lo demás, la truculencia de la trama le vino bien a Fincher, que parece tratar de especializarse en casos mórbidos y sórdidos, como The Silence of the Lambs (1991), de Jonathan Demme, cuyo éxito intentaría repetir Se7en con el mismo estilo, recargándolo de un morbo nauseabundo, pero sin pasar de la mediocridad. Basada en hechos reales, Zodiaco haría lo mismo doce años después. Con una duración en aumento, The Girl with the Dragon Tattoo (el título en inglés no es cacofónico ni misógino, pero los "traductores" suelen ser tan chapuceros como los exhibidores) intensifica la complejidad hasta el punto en que uno entiende que se trata de que entienda un carajo. Los subtítulos distraen la vista de imágenes repulsivas en fotografías decoloradas, mientras la música de Trent Reznor y Atticus Ross se propone ser pertubadora y lo consigue, fundiéndose con sobresaltos en el sonido.

Hacía tiempo que una película no me llamaba tanto la atención, y no se trata de la historia, sino de como esta hecha, de la complejidad de la historia pero como la dirección es genial a la hora de encajar todas las piezas del puzzle.

De eso se trata, de un puzzle, es complicadísimo, nada que no se viese en la versión original sueca, pero que la versión americana gana muchísimo, es el ejemplo de como el remake supera al original.

La ambientación, las actuaciones y la genial dirección, crean un ambiente bastante tenso en el que se desarrolla una genial historia psicológica, se adentra en los crímenes de una familia para diseccionar a muchos personajes a la vez.

Sin ninguna duda, el mejor personaje de esta película, y del que me enamoré por completo es Lisbeth, es sin duda, el nucleo de esta película, su triste historia es genial representada por la actriz Mara, un descubriento cinematográfico de los últimos años.

Lo malo de esta película, es que hay que verla dos veces para enterarse de todo, es decir, es una historia realmente compleja, con demasiadas piezas para captarlas todas de una vez, cuando se ve la película una segunda vez, se disfruta mucho más porque empiezas a colocar todas las piezas de esta complicada historia.

Gran guión, una dirección genial, y sobre todo, una magistral interpretación del personaje de Lisbeth.

Antes que nada indicaros que al tener muy presente la película original esta critica esta influenciada por la misma, por tanto sí es la primera vez que conoceis la historia puede que la nota fuera levemente superior.
Lo primero que tengo que decir es que el director ha realizado un trabajo de copia bastante burdo, sin ser la original una obra maestra, Fincher copia con descaro los planos de la original. El primer error es ambientarla en la propia Suecia, ya que ni Daniel Craig ni Rooney Mara dan el papel de suecos, a la par que las situaciones rozan en algún caso el ridículo (esta orientada para un claro público americano y el tema de la tutela es surrealista)
La historia esta bien contada y es interesante, por tanto si no se conoce el libro ni la película original pasará una tarde distraída en el cine.
Sin embargo el problema de la película es el casting, mientras que Daniel Craig pasa el papel con un aprobado (a veces muy bien, a veces demasiado tipo duro) el verdadero lastre es Rooney Mara. Muy mala elección de actriz, ya no solo en comparación con Noomi Rapace (que esta en otra liga) sino en comparación con gran cantidad de actrices de Hollywood. Sobre actuada es poco decir, esa cara tan dulce es imposible que cumpla el perfil.

Seguimos abajo...

La película sueca había dejado las expectativas muy altas, y los libros aún más, pero si mi director de cine favorito hace una nueva versión, no me podía negar a verla.
Y lo que he visto me ha sorprendido muchísimo, ya que, no solamente mejora al original, si no que además marca un antes y un después en la historia del cine moderno.
Vaya películón le ha salido al amigo Fincher, desde los títulos de crédito hasta el maravilloso final no paras de disfrutar, el guión te sobrecoge y no puedes quitar la vista de la pantalla.
Sin embargo, también hay un pero. Daniel Craig es un actor bastante deplorable, creo qu podría haber elegido a otro actor más expresivo para interpretar su papel. Y Rooney Mara, aunque está bastante acertada, no le llega a Noomi Rapace ni a la suela de los talones. Ella será siempre la auténtica Lisbeth Salander, un personaje que deja huella.


Mi nota: 10

No había visto la otra versión. Pero mi admiración por David Fincher, me aproximó a esta y debo reconocer que ha sido garantía de entretenimiento.

La vi en dos tiempos, pero no por ello se desbarató el ritmo. Está tan bien ejecutada que en las dos ocasiones me introduje en ella al momento.

Daniel Craig, y Rooney Mara que en principio pudiera llegar a pensarse que no tenían mucho en común, logran una muy convincente química para entregar una composición creíble, pese al planteamiento férreo y brutal de la historia.