Desaparecer por completo

Desaparecer por Completo (2022) se trata de una película mejicana dirigida por Luis Javier M. Henaine que después de haber sido estrenada en su país de origen, ha tenido una segunda vida en las plataformas en VOD. La obra trae algo de frescura al cine de género, desde una perspectiva formal con algún elemento novedoso.

Harold Torres interpreta a un reportero fotográfico que trabaja para una revista de sucesos, vendiendo fotos de crímenes que básicamente explotan el morbo para poder vender más números. Sin embargo, la actitud del personaje ante su trabajo (y aquí nos encontramos con el primer detalle interesante del guion) es artística. El reportero toma sus fotografías sobre estas víctimas como si estuviera pintando un lienzo en blanco. La película insiste en este detalle, mostrándonos en varios momentos al personaje en su propio estudio retocando sus fotos, buscando la perfección estética. ¿Es acaso un elemento simbólico, un trasunto del propio espectador? ¿O es una metáfora del propio género de terror, que embellece la propia violencia creándola arte? La respuesta en todo caso parece tener un componente moral, ya que el personaje que interpreta Harold Torres en cierta manera tendrá que pagar por su conducta, al ser "castigado" por su trabajo. 

Desafortunadamente, el resto de la trama es mucho más convencional. Nuestro protagonista acaba por azares del destino pillando una maldición que le hará perder paulatinamente los sentidos del cuerpo. Para poder solucionar el entuerto en el que se ve envuelto, buscará soluciones en fórmulas paranormales (en muchos sentidos podemos indicar que el guion que escribe Ricardo Aguado es puramente mejicano, introduciendo numerosos elementos propios de la cultura, véase la violencia y la relación con el crimen, o el ritual chamán).

Es en este desarrollo de los sentidos y la pérdida progresiva de ellos donde la película saca a relucir sus ideas más brillantes. Cierto que la pérdida de los primeros sentidos no tiene grandes secuencias detrás (la pérdida del tacto podría haber sido mucho mejor explotada), pero todo cambia cuando vemos el progresivo deterioro auditivo del protagonista, que es quizá el mejor logro de la película, consiguiendo que empaticemos con el traumático proceso por el que pasa el personaje, realizado de una notable forma por el director, que poco a poco utiliza el sonido para conseguir crear esa atmósfera desacoplada con la realidad. 

Es en este desarrollo de los sentidos y la pérdida progresiva de ellos donde la película saca a relucir sus ideas más brillantes. Cierto que la pérdida de los primeros sentidos no tiene grandes secuencias detrás (la pérdida del tacto podría haber sido mucho mejor explotada), pero todo cambia cuando vemos el progresivo deterioro auditivo del protagonista, que es quizá el mejor logro de la película, consiguiendo que empaticemos con el traumático proceso por el que pasa el personaje, realizado de una notable forma por el director, que poco a poco utiliza el sonido para conseguir crear esa atmósfera desacoplada con la realidad. 

La producción cumple con los estándares y sabe ofrecer secuencias más que dignas. La fotografía brilla sabiendo realizar un contraste en las secuencias grises que acompañan la monotonía de la vida del protagonista y las propias creaciones artísticas que realiza en su estudio (los pocos colores cálidos que hay son siempre en secuencias muy concretas). La puesta en escena crea escenas memorables como el ritual chamánico o los últimos compases de la película, que son la antesala de la pérdida final de los sentidos. 

Conclusión

Desaparecer por completo es una película más que digna que demuestra cierto talento detrás, sobre todo mediante un guion y una dirección que saben aprovechar una idea fresca dentro de un género más que trillado para poder ofrecer algo que supone más que un mero entretenimiento.

Crítica escrita para Cinemagavia.es

Quien siga día a día el periódico Pásala, mexicano y actualmente en edición, puede darse por aludido.
La película tiene buena premisa, los escenarios y ambientes son buenos, pero; la trayectoria no es lo suficientemente impresionable, en mi opinión.
Por hacer una comparación, por ejemplo, en la escena del ritual, con The Walling ( el extraño) ¡Ahí si hay película de verdad !

Maldiciones para todos los aludidos...

Desaparecer por completo es una película que no acaba de despegar, en un inicio su trama parece tener un sustento lógico pero según avanza no se termina de concretar las ideas.

Lamentablemente no empaticé con el género de terror desde cómo lo expone la película, la falta de presupuesto se siente y él guión que debería rescatar esto se vuelve monótono según avanza, por eso mi puntuación va más por la propuesta, ya que el terror latinoamericano es bastante flojo.

Este tipo de terror podría ser de mayor impacto con respecto a la realidad de algunas minorías creyentes y/o practicantes del ocultismo, en un país donde la libertad de culto es verás y existen lugares visiblemente reconocidos en los que se ejerce un comercio destinado a lo relacionado con ello.

La tangible realidad con que se dota «desaparecer por completo» hace ese reconocimiento de lo habitual por sobre los efectismos del terror convencional y grandes presupuestos, en el que el esoterismo gana terreno a la par que la angustia de ir perdiendo la esencia de la percepción del contexto inmediato.

Un fotógrafo de nota roja —interpretado por Harold Torres—, trata de hacer tomas a través de su cámara con cierto valor estético para periódicos, sin embargo, la demanda de estas imágenes explícitas y escandalosas es mayor, por lo que no existe tregua para encontrar entre las aspiraciones de la labor y las exigencias de quien paga el material. Con esto se develan la falta de reconocimiento, los excesos del morbo social e incluso la ambición, que van por esa desensibilización que sobrepasa la ética y los valores del periodismo y lastimosamente en lo habitual.

En su acontecer se topará con un caso inexplicable en el que lo paranormal alcanzará su estabilidad para irlo desbordando hacia la desesperación y las ambiciones pasarán a segundo plano. La perdida de los sentidos será un asfixiante transmitido más allá de la pantalla, recordando que el ocultismo, la magia negra, y la idiosincrasia mexicana son conceptos poco explorados en el cine de horror de nuestra región.

Una película que recae de lleno en Harold Torres, quién no defrauda en esta película de género.

Desaparecer por completo.

Desde México llega esta producción del genero de terror, que basa su subgénero en las brujerías bajo una premisa interesante de la que poco a poco se va encargando de enterrar sus ambiciones de vuelo, a sabiendas que no abunda el terror en el cine latinoamericano se agradece la valentía, aunque con muchos fallos y en los que sus aciertos son solamente etiquetas de lo correcto sin generar una supremacía sobre lo que podría haberse afirmado para sostener un buen recorrido en su andar sobre tierra pantanosa.

Su sinopsis es atractiva e invita a incursionar en ella, vinculando desde un principio una critica hacia el amarillismo de la prensa, y el todo vale por un clic, además de congeniar toda la corrupción que se encuentra establecida tras ello rompiendo todo tipo de limites, trazos iniciales de los cuales pronto irán quedan a un lado para darle consecución a una serie de sucesos paranormales en los que empiezan a aparecer las dificultades para la película, que posee distintos tramos que no puede unirlos en una misma mezcla ni lograr crear un contenido que pueda ir atando cabos sueltos y que solo se van sucediendo porque si.

Sus pasajes de terror como tal son un paso totalmente en falso, no pudiendo complementarlos sobre una base que les dé sustento ni logren darles efectismos, tornándose predecibles y por lo tanto perdiendo un valor esencial para una cinta de estas características, además de que todo su camino configura una sensación anticlimática total de la que parece huir de sus posibilidades de elevar la potencialidad de sus cuestiones en las que podría haberles sacado mejor provecho, desarrollo que a medida que avanza va perdiendo estabilidad e interés por completo, caos que termina haciendo irreversible en sus últimos 30 minutos donde se convierte en algo pesado que le cuesta caminar y que ya da señales de no haber podido crear un hilo de conducción certero como sostén.

Las actuaciones son bastante flojas en su determinación y también en construcción, intentando dejar en ellos un trauma el cual superar además del conflicto central pero que a fin de cuentas no permite que sean resueltos con efectividad, unos personajes que no dejan que el espectador empatice con ellos, demasiado planas desde sus edificaciones e intereses sin nada más para entregarle al contenido, del cual tampoco el propio contenido puede devolverles potencia a ellos mismos.

Lo que saca pecho de alguna manera y a modo de solo permitirle etiquetarse de correcto, es su apartado técnico, es bastante limpia en su realización y manejo de la cámara, sobre una fotografía que entrega lindos planos que también acompaña un buen diseño de sonido que trata de componerse de fragmentos inmersivos que claro, el resto no se acopla para lograr tal sensación, una imagen que se mueve en un cuadro de 4:3 que podría haber sacado posibilidades de percepción bajo lo opresivo y el encierro que podría haberle generado al personaje principal que lo desaprovecha en grandes opciones ya que toda la estructura no se vincula como tal a esas apreciaciones.

Desaparecer por completo, valga la redundancia, termina desapareciendo por completo, un proyecto que desde la lectura empieza bien y desde su ejecución todo o casi todo es fallido, historia que se dispersa y no se amalgama, interpretaciones flojas sin pasión ni energía donde lo único discreto es su apartado audiovisual, se agradece el arrojo hacia una realización del género así, pero no todo lo que brilla es oro, y aquí queda demostrado.

Calificación: 4.9