Star Wars: Los últimos jedi es la mejor película de la saga, a la altura de El imperio contraataca (incluso la supera en ciertos aspectos). Rian Johnson supera con creces el trabajo anterior de J.J Abrams. Estamos hablando de un film estelar que renueva la saga sin renunciar a su propio estilo. Es, sin duda, una obra maestra de la Ciencia Ficción de nuestro siglo.

Decenas de frases como éstas llenan los periódicos, blogs y portales de opinión en estos días. Evidentemente, un auténtico fan de la saga original (las seis primeras películas), como el que escribe estas líneas, no podrá estar menos de acuerdo con cualquier adjetivo positivo dirigido a esta “película”. Que Disney desvirtuó la saga creada por George Lucas con ese semidecente remake encubierto del episodio IV que era El despertar de la fuerza y con la insulsa Rogue one es sabido por todos, pero al menos, esas cintas tenían una lógica dentro de la saga, respetaba, en mayor o menor medida, los personajes clásicos, la mitología de los jedi y los sith, el tono general de la saga… En Los últimos jedi (ojalá fueran realmente los últimos y dejaran en paz la serie de una vez) nos encontramos una parodia de sí misma, un producto que no llega a tomarse en serio a sí mismo en ningún momento, pues en TODAS las secuencias (hasta las que deberían ser épicas, incluso míticas) tiene que haber un chiste sin sentido, muy propio de la (mafia) empresa de la rata. Por no hablar del uso de la Fuerza. La han convertido en el peor hechizo de la saga Harry Potter, dejando para la Historia secuencias realmente vergonzosas (no las diré por no hacer spoiler y por no recordar ciertas ridiculeces).

En cuanto a los personajes, no ha quedado títere con cabeza. Desde los nuevos (completamente olvidable el personaje de Laura Dern) a los más antiguos, ninguno se salva de su parodia, pues ninguno conserva su carácter, algo imperdonable en una película (ya lo vimos en la reciente Thor: Ragnarok, también de la ma(fia)jor Disney), mostrando comportamientos impropios de la personalidad de los hombres, mujeres, monstruos y robots que hemos conocido en anteriores entregas. Y sus diálogos… Tildarlos de bochornosos es quedarse corto.

De la dirección de Rian Johnson, decir que, en consonancia con los demás aspectos del film, deja bastante que desear, muy amateur para tratarse de una superproducción. Amateur y egocéntrica, pues quiere incluir en una película el mayor número de “sorpresas” sin conseguir siquiera que alguna quede épica, pues sus incoherencias y sus chistes estropean cualquiera de ellas. Es decir, que el acaparador RJ ni siquiera ha acompañado su mediocre dirección con un guión sólido, o por lo menos solvente. Son incontables las escenas, diálogos y personajes que destacan por su penosidad e inverosimilitud. Lo que empieza siendo una película de Star Trek con guiños a la saga original acaba siendo Spaceballs 2, con la diferencia de que esa película ya te avisa desde el título y el cartel que es una parodia. El pseudo-producto dirigido y escrito por Johnson no te avisa, utiliza vilmente el nombre de Star Wars para reírse del espectador. Una vergüenza para la saga, el género y, sobre todo, el fan de siempre.

Para sacar algo positivo de esas dos horas y media que perdí y no volveré a recuperar, decir que los efectos especiales son decentes. Bueno, mejor dicho: no destacan negativamente (tampoco positivamente). Aunque teniendo tantos despropósitos narrativos y demás, en lo que menos se fijó un servidor fue en los efectos especiales. Ya estaba alucinado con tanta salvajada. A rescatar la primera secuencia, la música y la interpretación de Carrie Fisher (aunque tiene la escena más vergonzante, que ya es decir, una pena que éste sea su último trabajo). Al menos en el maratón nos pusieron anteriormente El despertar de la fuerza, que, sin ser la panacea, al menos era entretenida, tenía buen ritmo y no nos insultaba de la manera que lo hace este episodio VIII. Rara vez he salido enfadado de un cine y nunca he abandonado una sala en mitad de una película, pero en este caso, faltó muy poco para que esto último sucediera.

Para concluir, avisar al fan de Star Wars. Que no te engañen, esto no es la saga que nos enamoró de niños, estos no son los personajes que conocimos. No, esto es una parodia de Star Wars al estilo Scary Movie. Al menos, con ésa te ríes un poco. En definitiva, ojalá alguien me haga un obliviate para borrar de mi mente tal espectáculo (y no en el buen sentido). Ése sí que es un buen hechizo.

Lo mejor: La primera secuencia, la interpretación de Carrie Fisher y la música.

Lo peor: Que no avisen en ningún sitio que se trata de Spaceballs 2.

Nota: 2

Catorce años después de Los increíbles y tras secuelas/precuelas tan decepcionantes como Cars 2, Monsters University o Buscando a Dory, Pixar vuelve a ofrecernos una nueva sobreexplotación de uno de sus éxitos. A la dirección vuelve Brad Bird, director de Misión: Imposible Protocolo Fantasma y a los roles protagonistas, los mismos personajes de su predecesora: Mr.Increíble, Elastigirl, Violeta, Dash y Jack-Jack, que aquí adquiere mucha más relevancia que en la entrega anterior.

Las preguntas inevitables que asaltan nuestras mentes antes de afrontar Los increíbles 2 (título nada original ni mínimamente meditado) son: ¿Ha merecido la pena esperar catorce años? ¿Era necesario hacer esta secuela (y de manera tan tardía)? La respuesta a sendas cuestiones es la misma: NO. No engañemos al respetable, la película que nos ocupa no tiene razón de ser más allá del descubrimiento de nuevos poderes de Jack-Jack, el personaje que al fin y a la postre salva y ensalza un producto que se limita a copiar el mismo esquema que la película de 2004 con una única variación: en esta ocasión, el papel más relevante recae sobre Elastigirl, reforzando (o forzando) el mensaje feminista acorde a los tiempos que corren (pecando de exagerado en más de una escena y de impostado casi siempre). Que el guion de la cinta se sustente sobre los mismos pilares narrativos que su precursora hace inevitable que el conjunto se antoje previsible en cuanto el espectador se percate del plan ideado por el director y guionista Brad Bird (aunque simplemente bastará con conocer un poco la falta de riesgo marca de la casa). A esto además se le añade la falta de equilibrio entre las tres etapas del largometraje, quedando un planteamiento que deja en mera anécdota el final de la primera entrega de la saga y desaprovecha un villano que podría haber dado mucho más juego, un nudo más largo de lo deseable nutrido de las escenas más divertidas (sobre todo las referidas a Jack Jack y Mr.Increíble) y un desenlace que se presenta algo brusco y falto de interés al asemejarse a tantas y tantas cintas de la compañía MARVEL que acaparan las pantallas semana sí, semana también. Tampoco es muy esperanzador el mensaje que deja: “vale más el vendedor que el creador”, que podríamos extrapolar a la marca Disney, más interesada en vender productos caducos que en crear ideas nuevas.

Pero Los increíbles 2 no es un desastre insalvable. Brad Bird demuestra que viene de dirigir la cuarta entrega de la famosa saga protagonizada por Tom Cruise, dejándonos secuencias de acción que nada tienen que envidiar a las más célebres cintas de James Bond y similares. Además, la animación del film que nos concierne es la mejor de las vistas en los productos de la factoría Pixar hasta la fecha, evidenciando la progresión técnica (inversamente proporcional a su declive creativo) que lleva mostrando la compañía en los últimos años. Si a eso añadimos un personaje tan entrañable y amoroso como Jack-Jack, unas escenas cómicas que hacen amena gran parte del metraje y otras que evidencian la importancia de la mujer en el ámbito social y laboral de la época actual, lo que nos queda es una película divertida y amable que hará disfrutar al espectador menos exigente y, por qué no decirlo, al más infantil.

Lo mejor: Jack Jack, la animación y las escenas de acción.

Lo peor: Sus mensajes puramente capitalistas, la falta de equilibrio entre sus partes y un final que lastra el conjunto y que no aporta más que los mil veces vistos en las cintas de MARVEL.

NOTA: 6,2

Un año después de aquel inquietante homenaje a Scream llamado "You´re gonna die tonight", el director Sergio Morcillo (Metamorphose,2013) nos trae "Gotas", el que es sin duda su mejor cortometraje hasta la fecha.

Con una realización digna del más veterano de los cineastas y una fotografía que ensalza la obra hasta altas cuotas, Gotas se presenta como uno de los más dignos e interesantes cortos de su género en la actualidad. Morcillo, en la intención de dejar a un lado el gore y el terror más convencional que caracteriza sus anteriores trabajos, nos deja un thriller elegante que opta por la reducción de diálogos al mínimo, pues aquí lo que vemos en pantalla cuenta más que lo que se pudiera escuchar en boca de los personajes. Con un ritmo tan pausado como efectivo, Gotas es un thriller psicológico que homenajea con mucha probabilidad a Cisne negro (Darren Aronofsky, 2010) y con total certeza a Suspiria (Dario Argento, 1977) (ambas joyas cinematográficas a los ojos de quien escribe). Desde el juego de espejos con el que arranca el metraje hasta el atuendo de danza que viste a la protagonista, pasando por el color rojo que tiñe por completo la pantalla en la primera escena; todos esos elementos nos retrotraen a aquellas películas, aunque eso no signifique que Gotas carezca de estilo propio, pues, a pesar de que cuenta con elementos de otros productos audiovisuales, el cortometraje que nos atañe tiene su personal e intransferible forma de mantener la incertidumbre y la intriga en el espectador desde el minuto 1 hasta el 13, haciendo que parezca más corto de lo que es.

Pero la gran sorpresa que nos deja Gotas es Marina Romero, que en su debut cinematográfico nos deja claro que ésta es la primera baldosa de un largo y próspero camino hacia la gloria. Con cierto parecido a Rooney Mara, hace totalmente creíble su personaje protagonista. Cada grito, cada gesto, cada silencio suyo son gotas que caen hasta llenar el vaso que conforma el film que nos ocupa, un vaso que tragaremos a pequeños sorbos y que dejará en nuestros paladares un regusto tan amargo como reconfortante.

Pero como en todo cortometraje, no todo es perfecto. A fin de que en futuros proyectos se pulan los pequeños fallos que Gotas pueda tener (casi todos ellos pertenecen a la parte del guion), diré que sus múltiples e interesantes mensajes (como el de que todos tenemos nuestros fantasmas y monstruos internos-también nuestros ángeles-), llamados a ser universalizables a pesar de que el conflicto se centre en el drama adolescente que se nos presenta, se ven lastrados por culpa de una voz en off final que sobreexplica al mismo tiempo que simplifica lo anteriormente visto, haciendo que el relato, abierto a diversas lecturas quede menos extrapolable y universal de lo que pareciera a priori. Algunos diálogos poco naturales entre los protagonistas también podrían ser mejorados en el futuro.

En definitiva, aun con sus inevitables fallos que en absoluto merman el conjunto, Gotas es un thriller que mantendrá al público pegado a la butaca mordiéndose las uñas mientras espera los futuros proyectos de la prometedora Marina Romero y del consolidado y competente Sergio Morcillo.