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España España · Madrid
Críticas de Todavía
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
10
5 de enero de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mitad voladora de mi corazón es mi mitad volátil: el lado más efímero y esquivo, fugitivo y secreto. Esa mitad que se duele cuando abre, hermosa como la flor de un cactus; ese lado más libre y más plegado, el más vigente y el más inaccesible…

Mi lado voladero tiene dentro al Oliverio más caníbal, a la puta más voluptuosa, a la muerte más enamorada, al Benedetti más poeta recitando en la lengua de sus profesores, a los moradores nostálgicos de un burdel de arrabal, la cama de dos lados con trampilla, las calles en otoño, los amigos geniales vivarachos…el amor y…las alas

A su lado -contrario mas contiguo- el lado des-alado de mi alma, la parte rígida del lecho sin trampilla donde reposo yo cuando no vuelo, el lado de oficina, colilla y cenicero, de rutina diaria, de ciudad atascada y lluvia ácida, de dinero que paga mis caricias, de trenecito eléctrico dando vueltas absurdas, de puta que reniega de volver a sentir, de exiliado marchito y herido de posguerra, de la muerte que mata, de editora chillona y exigente, de amigos fracasados…
Mi lado desplumado, está lleno de excusas y de miedo, está lleno de armarios donde me escondo yo con mis deseos, donde guardo las monedas que pagan mi silencio, los palos que rompieron en mi espalda, las muletas que sujetan mi alma…

Hay cosas que juntan ambos lados o todos los lados que un ser humano tiene...y, de repente, sienten al unísono y consiguen una unidad armónica en un instante pleno, la belleza, el amor, la poesía...

Eliseo lo hizo junto con Bennedetti, yo les doy a ambos las gracias por ello.
Todavía
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9
2 de enero de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los directores que mejor ha usado el referente femenino para asomarse al universo humano es von Trier.
En su cine, la aceptación del amor atormentado casi como mandato natural, así como la asunción incuestionable de las normas, que son establecidas con mensajes casi siempre codificados desde jerarquías poco explícitas, y el sacrificio consecuente de ambos, se constituyen como destilado de esencia humana, que aparece hábilmente mezclado con la ternura, pero sin que se vislumbre la menor forma de juicio ni de derivación moral desde el que rueda, sino que pareciera que emana casi a borbotones desde el que decodifica: el espectador. Esto lo consigue en todas sus obras, bien sea por ausencia de recursos visuales o escenográficos básicos (léase decorados en "Dogville") o porque -en el caso de "Bailando en la oscuridad"- la música, por ejemplo, no aparece como elemento de refuerzo de una situación dramática, sino como una huida hacia adelante y una explosión del mundo interior de la protagonista en oposición a su terrible realidad; lo que genera una atmósfera claramente controvertida que bambolea al espectador (pasa del drama a la fantasía con una sutilidad pasmosa en una atmósfera áspera y huraña).
Lo sorprendente de sus propuestas, es que alcanzan una profundidad extraordinaria mediante el uso de fórmulas representativas y cinematográficas aparentemente asépticas e incluso en algunos casos mezquinas, como si no hubiese, en absoluto, conexión umbilical entre aquel que narra y el que es narrado. Teniendo en cuenta los principios del voto de castidad del cine Dogma; lo magnífico de von Triers es que aporta cada vez algo nuevo, un más difícil todavía, de tal modo que logra que ese aparente distanciamiento se convierta en una potente omnipresencia evidente, marca de la casa.
Su cine es casi el opuesto absoluto al que basa su elaboración en la parafernalia cinematográfica, adoleciente extremo de contenido y personalidad, que cada vez se me diluye más rápidamente entre los ojos y el cerebro.
Entiendo que haya gente a la que Trier no atraiga, defensora acérrima de la visualidad del cine como elemento configurador del mismo, pero creo que hay que ser capaz de pasar por encima de lo aprehendido y aprendido (que hubiera sido del arte sin los –ismos), por encima de lo fácil. Eso es lo que verdaderamente penetra en el corazón humano para hacerlo avanzar. Es muy difícil conseguir con tan escasos elementos, que te lleguen en bruto las emociones, así, como si te abofetearan el alma. Ésta es una película de difícil recepción pero de inigualable calidad y cualidad.
Es un botón del cine más comprometido y el más difícil, muestra de las radicales diferencias entre el cine de género y el cine genérico, de la eterna polémica entre el cine entendido como séptimo arte o como industria del entretenimiento cada vez más parecida a la del videojuego. Por eso von Triers es un creador y Spilberg, fundamentalmente, un productor con talento para dirigir.
Todavía
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8
2 de enero de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reviví con el recuerdo pegado aún a algún lugar de la memoria. Era la segunda vez que la veía y la recordaré durante bastantes años más.

Es magistral encontrar un cuento que no acabe bien y que provoque tantas emociones, porque a los niños (y también a muchos mayores) hace falta enseñarles el no, que es una pauta frecuente e indeleble en la vida, y de la que también salen cosas bellas.

Quizá por eso en esta película, todo lo que rodea al hecho dramático adquiere un carácter abiertamente mágico y nos hace sonreír, en ella es esencial la rareza como causa de admiración y de rechazo, como motivo de envidia y también de mofa, y como situación desde la que el protagonista consigue mostrar la belleza de las cosas, capaz incluso de inducir al amor.

Lo monstruoso para Tim, puede ser aún más bello y bueno que lo hermoso, ambos son parte de una misma realidad, pero lo monstruoso es rechazado y su desconocimiento abre una abismo creando dos mundos, esto provoca que el tacto entre los dos extremos se convierta en huida a su vez, por la necesidad de que los contrarios sean contrarios ....pero Burton siempre tratará de hacer ver en sus películas que el mundo de los monstruos es igual pero decorado de otra forma.

De las particulares maneras de plasmar el ying-yang del universo burtiano, Eduardo Manostijeras podría ser la más profunda de todas ellas, aunque despliegue fastuoso y preciosista que hay en su estética oscura esté más conseguido en Sleepy Hollow.

Por último, a veces, parece como si Burton terminara a prisa algunas de sus películas. Como si se entretuviera y disfrutara tanto en su realización, que de pronto se encontrara con la imperiosa necesidad de resolverlas rápidamente y eso puede provocar una momentánea salida de la atmósfera mágica en la que tan admirablemente es capaz de hacerte respirar.
Todavía
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9
2 de enero de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca es tarde para volver los ojos a la parte más vulnerable del corazón que es la que nos hace más personas.
Nunca es tarde para saber que la libertad está escondida debajo de cada piel...
Para entender que la dicotomía entre el ser y el pertenecer se desvanece cuando escuchamos la melodía de la bondad y la justicia...y que ésta es universal para cualquier ser humano, sea cuál sea el sitio en el que habite.
Nunca es tarde para entender que por mucho que encerremos a un pájaro, sólo cantará de verdad cuando desee hacerlo...
Nunca es tarde para captar la muerte como una metáfora de la asfixia del ser que verdaderamente somos…para saber que el valiente es alguien que no dice que tiene miedo...para saber que el amo necesita del esclavo para ser lo que es.
Nunca es tarde para ejercer la libertad o la tiranía...para dejarse conquistar por la angustia o por la voluntad... para sucumbir ante el terror o ante el deseo...
Nunca es tarde para entender la vida, para comprender que es verdaderamente vida sólo cuando es vivida como cuestión y duda...
Para ver y cerrar los ojos o para no ver, abrirlos y cegarse para volver a ver...
Nunca es tarde, a pesar de las piedras, de los muros, de las consignas, de lo aprendido, de lo seguro, de lo marcado...
A pesar de sólo saber vivir dormido nunca es tarde para despertar, para agradecer, para luchar , para andar, para crear o para amar...
Nunca es tarde para darse cuenta de que las cadenas se pueden romper cuando se rompen dentro del corazón...
Nunca es tarde para ver los espejos, para entender que el reflejo del otro soy yo... y hacernos así libres los unos a los otros...
”La vida de los otros” es una película redonda, noble, es distante y tangente, delicada y fría, es tierna y cruel, es dura y triste...emotiva y optimista.
Destacada ambientación y escenografía. Estupendos los actores, sobre todo Ulrich Mühe.
Todavía
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7
2 de enero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y que nadie te diga lo buena o mala que es una película.

Y que nadie te hable de las referencias de la directora ni de lo que se parece o no se parece a Lars von Trier.

Y que nadie te condicione para comparar las cosas.

Dicho esto y, por tanto, sin tábula rasa; la vida secreta de las palabras es una película pretenciosa que intenta ser sencilla, con algunos accesos de excesivo melodrama y resuelta como un cuento para niñas, lo que le proporciona cierto tufillo a culebrón. Tiene un argumento original pero una puesta en escena artificiosa porque su parquedad puede llegar a resultar postiza. Tiene una gran fotografía, a pesar de alguna que otra sobredosis lumínica en el rodaje de interiores. También tiene un guión cuya profundidad a veces hace aguas, agujereado por algunas pinceladas inverosímiles a las que ni tan siquiera los esfuerzos interpretativos consiguen dar veracidad, pero que posee destellos de gran fuerza, sobre todo en determinados momentos en los que la interpretación acompasa armoniosamente diálogos potentes y emotivos. En fin, el film, es, a mi desvirgado modo de ver, una película irregular y, caricaturizando, una especie de "con chándal y con tacones, arreglá pero informal" cinematográfico.

A parte de este análisis, tratando de hacer oídos sordos a lo escuchado e intentado ser un poco menos cáustica, es una película muy agradable de ver, con monodosis de emoción y belleza lo bastante estimulantes y que está muy por encima de casi todo el cine que se hace hoy en día.

Lástima haber ido a verla con prejuicios, me habían hablado demasiado de ella y, por eso, no me llegó en estado puro.
Todavía
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