En excrementos comerciales como este lo habitual es moverse en una especie de doble plano del cliché: por un lado se piensan y se graban una serie de escenas que todo el mundo ha visto ya hasta la saciedad (situaciones; dilemas, comportamientos, conversaciones, persecuciones, etc.) mientras que por el otro se intenta dar cierta apariencia de "todo" encajándolo lo mejor que se quiera en un guión que es a su vez un gran tópico. Toro es algo excepcional en este aspecto: en varias escenas este encaje en el guión ni siquiera se ha intentado; las situaciones simplemente se yuxtaponen sin que la coherencia, la miserable coherencia de la historieta más mercantil, sea intuible. El personaje de Sacristán es absolutamente inenarrable.

Una bazofia comercial sin paliativos. Hará pensar al fan de Star Wars si no ha estado engañado todo este tiempo. La película es tan terrible, tan infame en su predicibilidad que en los primeros diez minutos se destripa a sí misma. Algún día, que por desgracia se intuye bastante lejano, generaciones enteras renegarán de esta inmensa hez.

"Jurassic World: the fallen kingdom" es una secuela de Jurassic World, a su vez cuarta entrega de la famosa franquicia de Jurassic Park. Es, por decirlo así, una "meta-secuela" o secuela de secuela: el argumento de esta quinta parte es la continuación, protagonizada por los mismos personajes, de una historia comenzada en la cuarta parte y que a su vez se encuadra en una historia mayor que dio comienzo en 1993 con Jurassic Park.

Ante la insoslayable falta de ideas, se decidió que en Jurassic World (recordemos: cuarta película de la saga), el dinosaurio antagonista, bautizado Indomitus Rex, sería un híbrido fabricado por científicos a partir de varios dinosaurios, entre los que destacaba por su mayor aportación genética el celebérrimo Tiranosaurio Rex. En esta quinta película el malo es otra creación humana, combinación del antedicho Indomitus y un nuevo popurrí genético de dinosaurios varios con predominancia, esta vez, del esquilmado velocirraptor.

El resto del argumento de "The fallen kingdom", en la línea de la saga, puede resumirse como sigue: la urgente necesidad de volver a una isla en manos de dinosaurios desemboca en un enfrentamiento entre el corporativismo despiadado (con momentánea victoria de este) y la rectitud moral de nuestros héroes. Esta integridad ética, que en anteriores entregas la encarnaba un animalismo discreto, se convierte en "The fallen kingdom" en un antiespecismo desaforado que ilumina varias decisiones estúpidas que los protagonistas toman en aras de revivir una trama siempre moribunda.

Es una película bastante mala. No sorprende nada y se hace muy larga.

Hay algo místico, algo inexplicablemente irresistible en la fantasía sobre mundos post-apocalípticos. Walking dead es cumplidora, entretenida a rabiar, muy atractiva y muy meritoria en el aspecto técnico (exteriores, etc.).
Los guiones, por supuesto, son bastante terribles. Incluso más superficiales, se dice, que los de los cómics, en los que por lo visto se aprovechan más las posibilidades de interacción entre los integrantes del grupo. El balance total se mantiene, sin embargo, positivo: el atractivo de una fantasía bien ejecutada compensa los personajes caricaturescos y la concatenación de ex-machinas en que consisten las tramas.

Los guionistas no cesan de insistir en algunas inverosimilitudes demasiado recalcitrantes que supongo que todo el mundo habrá comentado ya:

Otra película detectivesca. Lo presuntamente innovador, en este caso, es el tema de la pedofilia. Por lo demás, el desarrollo es un cliché que en determinados momentos, como cuando se escenifica la devoción justiciera de algunos de los personajes, roza la autoparodia. He que reconocer, sin embargo, que al consumidor que soy le reconforta recibir su regular dosis hollywoodiense de iconoclasia.