Este domingo tuve la suerte de experimentar 'La inocencia' en el Festival de Almería (FICAL) y digo por suerte por qué ver por primera vez una película en un festival de cine significa tener 0 expectativas, no ha habido críticas, no ha habido redes sociales...Disfruté de la película sin pensar que me encontraría o un bodrio o una maravilla.

Me resultaba familiar...una película sobre la juventud y descubrimiento, una sociedad que rechaza a la protagonista...estaba experimentando otro 'Carmen y Lola'. Con esto no quito merito ni mucho menos a la película, las similitudes están ahí pero lo que consigue Lucía Alemany a sus 34 años es una película con la que empatices, hayas nacido en pueblo o ciudad, una película potencialmente emocional con personajes a los que podrías poner en sus caras las de conocidos de tu propio alrededor. El naturalismo extremo que lleva a Lucía Alemany a grabar en su propio pueblo durante las fiestas reales del mismo es ovacionable.

Lucía Alemany demuestra tener una gran mano en la dirección de actores que se refleja en la pantalla.
Por supuesto Laia Marull y Sergi López hacen un trabajo superorgánico en la película impresionante y Joel Busquets demuestra por qué debe estar en el panorama del cine español, pero quien realmente se echa el peso de la película es una niña de recién cumplidos 16 años llamada Carmen Arrufat quien ha emergido como toda una prodigio del sector, actuando como actuaria alguien con una experimentada carrera y que sin duda alguna será candidata al Goya a mejor actriz revelación.

'La inocencia' en si tendrá la oportunidad de alzarse con algún que otro cabezón en las categorías de actuación y dirección.

Una película que si te obsesiona el realismo en la pantalla es fundamental en tu lista de películas vistas.

Se observa a la vista la cantidad de películas en la que puede estar basada (quitando la propia novela) 'Ventajas de viajar en tren' entre ellas 'Relatos Salvajes' o incluso el 'Club de la Lucha', parece una película hecha por Wes Anderson mientras le susurra al oído David Lynch...y esto no creo que sea necesariamente bueno.

Este jolgorio de personalidades convierte a 'Ventajas de viajar en tren' en una película sin identidad, sin alma, pero... esta misma falta de identidad la vuelve más peligrosa más indescifrable, no sabes en que momento vas a reír...llorar...o agarrar el asiento de tu butaca, y esto es algo que el novato director Aritz Moreno sabe hacer muy bien.

Podemos estar ante la película más difícil y al mismo tiempo fácil de querer por el público, con críticas positivas y negativas constantes.

Aritz Moreno no creo que haya conseguido hacer la película del año pero de lo que si estoy seguro es que ha conseguido conmover al espectador con todo tipo de emociones y eso es algo que se vuelve cada vez más difícil con un público por momentos más insensible y dinámico.

Alejandro Amenábar, uno de los maestros del modernismo cinematográfico en España vuelve de nuevo a la acción, esta vez con una representación del preludio de la guerra civil a través del legendario escritor Miguel de Unamuno.

Una representación totalmente plana, sin nada nuevo que ofrecer, con planos aburridos y simplificados, solo salvables las partes de Santi Prego, quien caricaturiza a Francisco Franco como en su momento ya interpretaron a otros dictadores, Bruno Ganz con Hitler en el Hundimiento.

La triste realidad de la cinta es que Amenabar lleva 15 años, desde Mar Adentro, sin convencer con sus películas y genera cierta repetición.

No ayuda su absurdo posicionamiento en el filme donde a través de Unamuno se decanta por no entrar en ninguno de ambos bandos cuando constantemente caricaturiza la derecha y engrandece la izquierda, un posicionamiento político que podría respetarse si no se tapase sus verdaderas intenciones.

Da sensación de que podría ser una película que te encontrases haciendo Zapping una tarde de domingo, y se hace asombroso como la política puede tapar un muy regular guión y una película totalmente olvidable sin nada que ofrecer al margen de puntuales interpretaciones.

Hace una semana que vi la tan hablada 'Joker' y tras 121 minutos salí del cine sin poder dar una clara crítica, casi aturdido después de tantísimo impacto visual. No podía dar una crítica constructiva al haber presenciado un acto comparable en la playa de fuegos artificiales, y digo fuegos artificiales por qué 'Joker' ofrece una constante secuencia de fotogramas con las claves para fascinar al espectador.

Colores sucios cuando el protagonista es Arthur, colores vivos cuando es Joker, cámaras lentas con canciones apasionadas y con ritmo, una banda sonora donde predominan violines y violas, todo y digo todo esta perfectamente elaborado para que el espectador se sienta incomodo y al mismo tiempo una fascinación incontrolable.

Esto es algo que el director Todd Phillips sabe hacer perfectamente, contentar al espectador. Ya lo hacía con 'Resacón en las Vegas' y lo consigue con 'Joker' , sabe cuando y con qué el espectador va a reír y con que va a sufrir. Recuerda con su técnica cinematográfica al mejor Steven Spielberg, un maestro del cine que también sabía que plano y que técnicas usar para contentar al circunstante.

Joaquin Phoenix hechiza con su actuación y ofrece una tremenda sensación de agobio y empatía en tiempos de odio irracional social.

Y es esa misma idea de contentar el punto negativo de la película, su frustrante mensaje de 'odio social' que tanto adora el postureo digital, una propaganda simplista y barata de lo mal que hace la sociedad al individuo con frases redundantes que bien podrías leer en cualquier publicación en twitter, una cándida técnica para un fácil movimiento de masas.

Nada de esto quita que 'Joker' sea una de las películas del año y posiblemente de la década ya no cinematograficamente si no de manera y aceptación social, causando un impacto generacional que no tantas veces hemos visto a lo largo de la historia.

Debut del director Jon Mikel con soberbia actitud hollywoodiense que poco impresiona de principio a fin.

Un guión flojo que va perdiendo fuerza conforme arranca la historia, con personajes que engañan constantemente durante todo el film con personalidades que poco tienen que ver con lo que ya habían presentado desde el inicio. No crecen ni aprenden, simplemente cambian de un momento a otro.

Los actores y actrices poco tienen que hacer ante tales diálogos y una pésima dirección artística, ninguno engancha, no te encariñas con ninguno de ellos. Mikel intenta generar un realismo con pésimos resultados al querer unirlo con ese toque americano, quiere abarcar todo y acaba abarcando nada.

No hay novedad en un género ya repetido hasta la saciedad.

La fotografía es como una constante montaña rusa, neutral nada atractivo pero que de vez en cuando ves chispas de calidad sorprendente.

Hay que dar valor a la apuesta por ir estrechando el formato hasta solo quedar una linea, pero poco aporta a la historia más allá de la novedad.

Jon Mikel tiene un atisbo de director americano que puede algún día recaer en una buena película, pero que aún está muy verde con una opera prima nada atractiva, que se hace larguísima con solo 93 minutos de metraje.