Comenzare advirtiendo mi desconocimiento ante la vida y obra de la escritora Sylvia Plath. Pero esto no es relevante para percibir una película cargada de emotividad, sentimientos y dramatismo que llegan al espectador a través de una magnífica interpretación de Gwyneth Paltrow.

Somos espectadores de la vida de una mujer que cuanto mayor es el declive personal por el que atraviesa mejor es la escritora que muestra. Es entonces, cuando permite mostrar sus sentimientos desgarradores, su tristeza, su ansiedad. Tal vez, Christine Jeffs se queda anclada en la mujer obsesionada, depresiva, y celosa que llega a estar tan perdida que nada, ni siquiera su tan querida poesía la llegan a aliviar el sufrimiento por el que atraviesa. Una pena que no nos muestre otros recursos de la poetisa en su búsqueda de la felicidad, ya sea, a través de su obra, o de la falta de comunicación con quienes la rodean (sólo se muestra intimista y vulnerable en momentos donde quiera aparentar fortaleza).

El aire melancólico de la película se consigue además por la buena ambientación de una fotografía oscura e intimista de John Too, acompañada por la banda sonora de Gabriel Yared (compositor entre otras de Cold Mountain y La vida de los Otros).

M. Night Shyamalan consigue, extraordinariamente, reflejar en esta película un cuento moral con muchas lecturas, en donde yo destacaría el miedo como característica natural del ser humano. Acaso, hay algo peor que el miedo a lo desconocido, el miedo a lo conocido, el miedo a lo diferente, el miedo a la soledad, el miedo a lo incontrolable, el miedo al propio miedo.

Por tanto, no estamos ante una trama que quiera asustarnos, ni que demos botes en nuestros asientos, no se trata de asustar al espectador con un par de sustos “gratuitos” provocados por un aumento en el volumen de la música o una escena grotesca.

En definitiva, estamos ante el miedo como algo innato a la condición humana y que es muy difícil de erradicar a pesar de ser conscientes que las acciones tomadas no son "totalmente buenas", tal y como nos reflejan los personajes de William Hurt y Sigourney Weaver.

Esta secuela se aleja en el plano argumental del Planeta de los Simios, al dejar su carácter alegórico y filosófico, mostrándonos un film de aventuras con cierto sabor a western. Esto no quita para que el film sea interesante y entretenido.

Como novedades destacar que la historia se centra en la “Zona prohibida” y buscando un nuevo golpe de efecto (debido a que no podemos contar con el factor sorpresa de su predecesora) nos incluyen la presentación de los humanos-mutantes coetáneos con curiosos poderes psíquicos, fruto de milenios de radiación nuclear. Estos mutantes viven en una sociedad teocrática y mística, donde su dios es una bomba atómica.
Con su final recupera el aspecto crítico de la primera, con una mirada cruda hacia la naturaleza humana capaz de conducir al exterminio a todo el planeta.

El argumento resulta inquietante, pues va más allá de mostrarnos a un hombre marginado dentro de la vida de los humanos que se acaba integrando mejor con las ratas, las cuales le ayudaran en su venganza personal. La forma de tratar la marginalidad y soledad que sienten algunos humanos no es novedosa, lo hemos visto en otras películas como "Carrie" de Brian de Palma (chica adolescente marginada por sus compañeros); en el taxista Travis Bickle de "Taxi Driver" de Martin Scorsese (un hombre con serios problemas de inadaptación social), etc.

La grandeza de todos estos personajes reside en que todos nos hemos sentido en alguna ocasión con un sentimiento de rechazo que nos ha conducido a la soledad. La diferencia está en aquellos que saben aprovechar los períodos de soledad y aquellos que se hunden, aún más si cabe, llegando a volverse excéntricos.

Destacar de manera excepcional la composición del personaje principal servida por Crispin Glover, pese a que evoluciona a impulsos. El lado oscuro del personaje queda interpretado por una jauría de ratas, que recuerdan más a un hámster que a una rata de alcantarilla. Es una lástima que la película no consiga superar el mero entretenimiento.

Estamos ante una película que “quiere” sorprender, mezclar el mundo de las tradiciones y leyendas con el mundo de lo sobrenatural, de lo incorpóreo. Y sin embargo, este ejercicio no consigue su objetivo. Desde unos actores que difícilmente consiguen transmitir sentimientos (exceptuando Maria Bello) hasta unos vacíos de guión y de continuidad en la trama que no llegan a saber hilvanar ni solucionar (por no mencionar incoherencias en la historia y que te expliquen situaciones que aún no han sucedido).

Lo más reprochable: que quieren alargar la historia, llega a aburrir y te acaba dando igual que le ocurrió a la niña, solamente quieres que se acabe. Y cuando, por fin llega el desenlace, te ofrecen una galería de imágenes cada vez más oscuras (igual que el guión) que mezclan con otras que nos evocan el comienzo de la película ..... en definitiva un autentico lío al que dan una vuelta de tuerca más, totalmente previsible.