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España España · Ciudad Esmeralda
Críticas de Jenny Mellor
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
8
15 de octubre de 2013
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Tú has bebido agua de mar!
He perdido la cuenta de las veces que he parafraseado los gags, bromas, pullas y diálogos de esta película, y es que es una de mis favoritas, no de dibujos animados, sino en general, porque reúne aventuras y humor, porque la banda sonora es genial, porque los ojos me hacen chiribitas con los colores como a las urracas con los brillos y porque tiene uno de los mejores "bromances".
Pero sobre todo considero que es una gran película porque tiene la clave para que una "de dibujos" funcione para niños y para adultos, y es la doble lectura. La misma historia ofrece dos versiones, una light y otra picantona, visible sólo para los adultos: aventuras, amistad, superación, y chistes para los niños, y para los adultos, un extra de sensualidad y malicia.
Para ponernos en situación, la historia nos cuenta las aventuras de Tulio y Miguel dos españoles vividores, mujeriegos y amigos del alma, que no piensan trabajar honradamente así los maten. Miguel tiene un apetito insaciable de aventuras, y Tulio nunca tiene suficiente oro, pero los dos comparten un don para meterse en líos (aunque también para salir de ellos). Así es como dos pícaros acaban embarcados rumbo a las Américas en el barco del conquistador Cortés, aunque su destino no es ningún secreto porque ya lo revela el título: "El Dorado", la mítica ciudad de oro que tantos quebraderos de cabeza produjo a los exploradores, rodeada de leyenda y gloria para los amantes de la riqueza.
"El Dorado" es una ciudad, pero también una metáfora sobre los límites de las pasiones, un reflejo del espíritu de cada uno, un catalizador de lo mejor y lo peor que hay en los protagonistas, pero sobre todo, terminará siendo una prueba de supervivencia, y sobre todo, de amistad, porque "no es oro todo lo que reluce".
Sin dar más detalles, la película funciona básicamente porque parte de la premisa de la aventura con unas escenas de acción estupendamente coreografiadas y que (sorpresa) ofrecen algo nuevo, y marcha sobre unos diálogos genialmente construidos, con gran cantidad de escenas cómicas, pero también se preocupa de dibujar (jejejeje, es de dibujos) la psicología y motivaciones de los personajes lo suficiente para que resulten creíbles (dentro de lo increíble) y sobre todo humanos y cercanos, porque es tal la química que existe entre Tulio y Miguel, Miguel y Tulio, que casi parecen actores de carne y hueso. Mérito en gran parte de las voces de doblaje, que les infunden una vida y una chispa impagable.
Por si fuera poco, la película también se preocupa de reflexionar sobre lo humano y lo divino, sobre la religión, el poder, el amor, la vida y la muerte. Grandes temas con un tono ligero para ser apta para menores, pero con la profundidad y sencillez necesaria para resultar mínimamente interesantes y lograr un equilibrio.
A destacar, por supuesto, la banda sonora, en la que destacan los cuatro temas cantados (en la versión española) por Sergio Dalma, cuya voz encaja perfectamente con el tono vital, colorido y amante de la película.
No olvidar tampoco el hecho de que es, que recuerde, la única película de dibujos animados en la que hay una heroína verdaderamente atípica, porque físicamente no es una muñeca perfecta de volúmenes estándar. No. Y además tiene carácter. "Chel" tiene unas piernas tan firmes y rotundas como ella, porque es decidida, independiente y fuerte, y consigue casi tanto protagonismo como Tulio y Miguel, y todo, sin necesidad de que sea "su" historia.
En definitiva, esta película no es más que oro para ti, oro para mí, ¡oro para dos!... Digo, una delicia de película injustamente infravalorada y desconocida. Entretenimiento de calidad.
Jenny Mellor
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6
7 de mayo de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
...De las mejores formas de ganarse un dinero “fácil”. “Aprendiz de gigoló” es una tragicomedia que narra la pequeña aventura de dos neoyorkinos con apuros económicos a los que se les presenta la oportunidad de pagar facturas, respectivamente, como chulo y gigoló.

Ante todo diría que es una película escrita para Woody Allen, para su lucimiento, o mejor dicho, el del único personaje que le hemos visto interpretar, casi sin matices, en cada una de sus apariciones cinematográficas, ese neurótico hombre de mediana edad, judío no practicante, con una relación de amor-odio por la ciudad de los rascacielos, culto, que tartamudea y sufre de verborrea en las confrontaciones.
En mi opinión él es lo mejor de la película, el nexo de unión entre los personajes y el encargado de poner la nota cómica en cada escena, llevándose las mejores frases, picantonas y desinhibidas, de unos diálogos a ratos brillantes, y es que cuando falta en pantalla, se nota.
Esto, que para los fans de Woody Allen es una razón suficiente para verla, hará que quienes sufran escalofríos con cada unos de sus tics aborrezcan cada aparición suya, y por ende la película.
Y no sólo en que la co-protagonice Allen se nota que está hecha para él. Es un homenaje a su cine, y si ésa no era la intención, al menos ha sido el resultado, porque encaja bastante con algunas célebres frases de Allen:

El sexo sólo es sucio si se hace bien.
En mi casa mando yo, pero mi mujer toma las decisiones.
El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas.

Turturro hace un ejercicio de mímesis como director y guionista en muchos aspectos, los más sensoriales, la ambientación, con una Nueva York otoñal de fondo, barrios residenciales con altos árboles y casas de gente pudiente, algún toque nostálgico como un pequeño parque de atracciones, una banda sonora llena de temas de jazz y melancólicas melodías europeas, y sobre todo, una temática, choque cultural y de mentalidades en relación al sexo, muy suya.
Como intérprete, hay una palabra portuguesa con la que Murray (el personaje de Allen) le define y que es muy acertada, y es que imprime cierta pesadumbre a las escenas en las que no está su contrapunto tartamudo para compensarle, cambiando el ritmo de la narración, profundizando un poco en el drama. Pero me quedo con la parte cómica. Puestos a no dar en el clavo, mejor no tener pretensiones.
El tono de la película es bastante ligero, pasando de puntillas sobre el dilema moral que supone dedicarse al oficio más viejo del mundo, pero que tiene más vis cómica cuando lo hace un hombre (y no muy agraciado), y dedicándole atención desde la perspectiva de la rígida ortodoxia judía como elemento de tensión y carcajada.

El continente femenino está habitado por mujeres variopintas, algunas decididas y seguras de sí mismas, otras con inseguridades, pero de las que los dos protagonistas aprenden, como son una sólida Sharon Stone, una conmovedora Vanessa Paradis, la siempre apasionada Sofía Vergara o la visceral Tonya Pinkins en su papel de Othella.


En definitiva, una entretenida comedia sobre el amor y la amistad, que gustará especialmente a los fans del estilo de Woody Allen, y que supongo dejará más fríos a quienes no lo sean.
Jenny Mellor
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10
8 de julio de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Culmina la historia de amor de… ¿Jesse y Celine? Sí, ¡por supuesto!, pero iba a decir de Richard Linklater y los veneradores de esta trilogía, entre los que me cuento. Con una espera de casi diez años entre entregas (que yo afortunadamente no he tenido que sufrir) director y protagonistas, coguionistas todos ellos, cierran el círculo con el broche final: “Antes del anochecer” es la mejor de las tres películas, logro increíble teniendo en cuenta las expectativas acumuladas durante tanto tiempo, y con el listón tan alto marcado por sus predecesoras.
Antes del anochecer permite al espectador asomarse durante 109 minutos (y prometo que cuando aparecieron los títulos de crédito pensé: “¿Ya? ¿Ha pasado en serio una hora y media?” Y resulta que habían pasado la hora y cuarenta minutos, y yo no sentía el trasero, no porque se me hubiese quedado cuadrado, sino porque estaba levitando en el asiento, demasiado etérea todavía para levantarme y salir de la sala).
Pero volviendo a la película, éste es el relato de la madurez del amor, superado el enamoramiento en el que todo es color de rosa llega el verdadero amor, conscientes ambos de los defectos del otro. El tono es menos vitalista, más sereno, y las reflexiones más profundas, los conflictos más amargos. A destacar, sin embargo, que es la entrega con más momentos cómicos de las tres, y también, la que más nudos en la garganta proporciona. Las emociones se polarizan.
Los diálogos son tan fluidos y realistas como siempre, o quizás incluso más, porque discurren por senderos más oscuros, menos agradables de tratar, como la caducidad del amor, el sacrificio del “yo” por el “nosotros” y las frustraciones que produce, etc. Ethan Hawke y Julie Delpy siguen derrochando esa maravillosa química y compenetración que los hace personas de carne y hueso, y todo, en conjunto, crea la sensación para el espectador de haberse convertido en un voyeur, en un mirón de una escena privada, de dos personas reales que se desnudan emocionalmente frente a la cámara.
Por último, a destacar la ambientación, esta vez gracias al encanto del verano en el Peloponeso griego, pero en segundo plano, como fondo privilegiado, como en Antes del atardecer, y no la Viena protagonista de Antes del amanecer.
En resumen, una obra maestra sobre el amor de pareja y el amor de familia, el paso del tiempo, las expectativas, la maduración y la necesidad de ir cerrando etapas.
Recomendable es poco. Necesaria es casi literal.
Jenny Mellor
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7
21 de mayo de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anticipadísima –un año hace que pudimos ver el tráiler- adaptación de la novela cumbre de Scott Fiztgerald, “El Gran Gatsby” es fría y frustrante, porque hay algo que subyace a lo evidente y que la prosa no termina de atrapar.
Ésa su mayor virtud, a pesar de una historia nada emocionante y cuyos detalles se borran nada más acabarla. Pero perdura el sentimiento de decepción, por culpa de una grandeza que se desmorona como un castillo de naipes. Quizás es por ello que es una obra de espíritu americanísimo, y por ello casi incomprensible para mentalidades europeas que no arrastran en su memoria histórica el feliz sueño de los años 20, tan inconsistente que se desvaneció nada más abrir los ojos.
Partiendo de una trama que a mí personalmente no me emociona, era justo y necesario que viniera Baz Luhrmann con sus toneladas de purpurina para animar la fiesta.
El resultado es que el fondo permanece pero la forma explota en un festival de giros de cámara, superposiciones, fiestas escandalosas, y una banda sonora repleta de éxitos de R&B. Aunque es visualmente apabullante y se aprecia el buen uso del 3D, la fórmula no termina de cuajar, quizás porque está pensada como un musical, sin serlo. Pero precisamente esa fastuosa carcasa, en contraste con unos personajes planos y una trama canija, es lo que hace de la película una perfecta adaptación cinematográfica de una novela que habla precisamente de eso, de personas vacías rodeadas de ruido, reducidas a la nada en cuanto se acaba la música.
Repetición de un punto de partida ya conocido, en el que un joven con aspiraciones de escritor se ve inmerso por casualidad en una burbuja de felicidad embotellada, con la diferencia de que Nick Carraway es un narrador espectador, un invitado en una historia ajena.
El trabajo de Luhrmann no se reduce ni mucho menos a orquestar semejante festival de luz y de color. Se nota en el elenco. Leonardo DiCaprio, más protagonista que nunca, se atreve a romper sus propios tabúes saliendo de su zona de confort, en los últimos años acomodada en thrillers y dramas, para explotar su cara bonita y preocuparse de lucir bien en cámara. Y más que eso, para interpretar un personaje que bien podría ser una caricatura de sí mismo. Resultado: Gatsby cobra vida. Todo lo malo que podría decirse de su interpretación –personaje poco definido, plano, contradictorio- es simplemente una traslación a la pantalla de la enigmática personalidad del Jay Gatsby de Fitzgerald. Lo mismo se aplica a Carey Mulligan, una maravillosa Daisy, con todas sus virtudes y todos sus defectos. Joel Edgerton, el más sólido y convincente, hace de Tom Buchanan una persona de carne y hueso.
Pero volviendo a DiCaprio, es especialmente apreciable que se haya acercado tanto a la comedia, pues a ratos mantiene el equilibrio perfecto entre la autocomplacencia de Gatsby y reírse sutilmente de un personaje que de otro modo habría podido acabar siendo ridículo, como ridículo es el circo que le rodea. Si tuviese que hacer una sinopsis, la resumiría así: ¿Quién es Gatsby? La respuesta es un misterio.
En resumen, la sensación de insatisfacción y pesadumbre que deja la novela es la misma que se siente cuando la pantalla funde a negro. Impecable adaptación.
Jenny Mellor
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7
1 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El camino de vuelta” es muy, muy indie.

Esta tragicomedia cuenta el verano en la playa de un adolescente que se siente como un pez fuera del agua: a su falta de carácter se suma un padrastro autoritario, una madre alienada, una hermanastra digna hija de su padre y unos vecinos inoportunos y cargantes. A Duncan ni siquiera le gusta la playa, así que decide escapar de la casa del terror y dando un paseo en bicicleta se topa con Owen, un alma libre que le despabilará y le ayudará a sentirse útil y a forjar su personalidad.

Es por tanto una historia familiar y modesta, que suma puntos gracias a su tono light, su ambientación casi onírica, y dos acertadas interpretaciones de dos grandes actores: Steve Carell, en la piel de padrastro en el sentido peyorativo de la palabra, consigue hacerse verdaderamente antipático, y sobre todo (lo reconozco, tengo predilección por él) Sam Rockwell, que interpreta al excéntrico encargado de un parque acuático, el contrapunto del amuermado Owen, con unos diálogos surrealistas, gamberros, que sacuden al espectador con estupefacción y carcajadas consiguiendo que sintamos la misma revolución que el chico al despertar de su letargo y recuperar la energía de vivir.

Gran apuesta para ver una tarde, sin ambiciones, pero muy agradable, y sobre todo eso, muy, muy indie.
Jenny Mellor
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