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España España · Huelva
Críticas de Raven
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
6
13 de julio de 2007
22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, suscribo lo que dice Maldito Bastardo pero, además, añado:

Haneke no debió adaptar este libro de Kafka. Ciertamente hay otros mucho más propicios para llevarlos al cine que una obra inconclusa. Inconclusa y compleja; porque el universo en el que nos sumerge Kafka en la novela no se ve para nada reflejado en la película, y es que es imposible.
Dos horas no bastan para recrear esa atmósfera de tremenda impotencia que siente un forastero cuando llega a una aldea y se encuentra con que las leyes y normas protocolarias que la rigen son diametralmente opuestas a las que uno está acostumbrado. ¿Qué hacer cuando has sido contratado para un trabajo y luego no lo ejerces porque la densísima burocracia nos avoca a los malentendidos?, ¿y si además has abandonado tu país, tu vida, recorriendo un largo camino, para luego encontrarte con esto?. Pues lógicamente luchas por lo que crees te pertenece por derecho.
Pero en ESA aldea, toda lucha es en vano.

La película no funciona para ninguno de los dos casos posibles; a saber:

-Si no has leído el libro, no te gustará porque, además de aburrirte, no entenderás nada, no le verás sentido a las acciones y, para colmo, la película no tendrá final (ciertamente, da la sensación de que Kafka podría haber seguido escribiendo sobre el Castillo hasta el infinito).

-Si has leído el libro, no te gustará porque no verás en pantalla lo que la novela se merece, y no por incompentencia del director; pues, para ser sinceros, la fidelidad es máxima (incluso la mayoría de diálogos están extraídos literalmente de la obra), sino porque, en definitiva, veo imposible adaptar este libro al cine; un formato que requiere presteza, espectacularidad visual, inicio, nudo y desenlace; justo todo lo que la obra Kafka no tiene, pues si bien se distingue por algo es por su lentitud, tranquilidad, densidad y complejidad.
Raven
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7
8 de mayo de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sidney Lumet es bien conocido por sus adaptaciones al cine de novelas (Veredicto final, Serpico, Asesinato en el Orient Express) habiendo dirigido además la que es probablemente la mejor adaptación de una obra teatral y una de las mejores películas de la historia, Doce hombres sin piedad. Pues bien, veinticinco años después de esa pequeña joya del cine, Lumet se atrevía de nuevo con una obra de teatro, esta vez de Ira Levin (La semilla del diablo) que se prestaba a ser llevada a la gran pantalla, sobre todo si es de la mano de las interpretaciones de un siempre genial Michael Caine y un correcto Christopher Reeve que la rodaba entre Superman y Superman.

Orquestada a través de una puesta en escena que respeta profundamente su carácter teatral, La trampa de la muerte es, precisamente, una trampa para todos los implicados en ella, desde los personajes que la protagonizan hasta los propios espectadores, con los que se juega constantemente haciéndoles creer cómplices de una trama mediante una falsa omnisciencia que se retorcerá varias veces a lo largo del metraje. Así, la película recuerda inevitablemente a la extraordinaria La huella (Mankiewicz, 1972) con la que comparte más de una coincidencia: repite Caine en el reparto, está basada en una pieza teatral y su desarrollo es un continuo juego de engaños. Y es que ya desde el afiche –un cubo de Rubik en el que están atrapados los tres protagonistas- se nos advierte que el intrincado galimatías que vamos a ver es digno del mismísimo Lubitsch, que siempre sacaba una vuelta de tuerca más de donde no la había.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Raven
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8
5 de noviembre de 2007
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durísima película del rumano Cristian Mungiu que en 113 minutos nos sobrecoge aun cayendo a veces en el morbo, con una historia de una estudiante embarazada sin desearlo y su amiga, que la ayuda en todo el proceso clave: el aborto.

Me da la sensación en ciertas escenas que bebe del cine de Haneke (planos largos y estáticos, pero cargados de una enorme significación y dramatismo, a la vez que brillantemente interpretados) e incluso esa tensión preliminar que te va poniendo mal cuerpo hasta que ves lo que llevas esperando que suceda me recordó a la amarga Hard Candy.

En fin, una gran y recomendable película que he tenido la posibilidad de conocer gracias al Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Raven
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2
11 de enero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julio Medem es un director de actualidad: su última película, Habitación en Roma está ahora en cartelera y, a falta de verla, según lo leído no parece que le vaya a posibilitar librarse del marchamo de modernillo de medio pelo, provocador irreverente y presuntuoso esteta que se ha ganado a pulso con su filmografía.

Y es que, como el título de esta crítica, soportar y entender las dos horas que dura la cinta que analizamos hoy sin dormirse, levantarse de la sala o apagar la pantalla de televisión o del ordenador es quizás el acto más heroico que una persona puede hacer a lo largo de su vida como espectador de cine. Para los más agresivos será inevitable refunfuñar, desesperarse o contener las ganas de coger un mazo y destrozar el televisor; para los más tranquilos, será inevitable bostezar o dedicarse a otra cosa ante semejante espectáculo, bochorno nacional, locuaz pantomima con aires de superioridad que es Lucía y el sexo.

Porque, vayamos al grano, Lucía y el sexo es un coñazo pretencioso y gazmoño, una grotesca e impúdica representación de una cursi y anticinematográfica poesía amateur, recargada de diálogos afectados y vehementes que en no pocas ocasiones están al límite de la vergüenza ajena y en la que, en definitiva, uno se pregunta qué lleva a un productor a invertir dinero en ella.


Creerá Medem que enseñando carne y caras bonitas –sí, preciosa Paz Vega; lujuriosa Elena Anaya- al son de una banda sonora analgésica genera una manifestación extemporánea del lirismo sexual.

Creerá Medem que haciendo uso de una fotografía sobresaturada se potencia el valor onírico de unas imágenes hueras que no logran epatar por mucho que recalquen su condición de bellas.

Creerá Medem que recurriendo a juegos metafóricos, saltos en el tiempo y sentenciosas frases de (supuesto) calado filosófico surge una obra axiológica deslumbrante, cuando la realidad es que, frente a ciertas escenas, se hace imposible reprimir la carcajada.

Medem entendió la navaja de Ockham al revés: para él, la teoría más compleja es la mejor. Y esa voluntad de alambicar todo el relato no encaja con una historia que, para el que busque una experiencia, digamos, hedonista, se quedará exigua y encontrará en el cine porno un compañero mejor.
Raven
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6
24 de enero de 2007
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inocentona comedia ésta con breves dosis de crítica muy cogida con pinzas y un reparto desaprovechado.
Se alarga demasiado, entretenida en general, decae en la segunda mitad y, por ello, aburrida por momentos; poco pretenciosa, prejuiciosa y lo que es peor: típica.
Tradicional comedia norteamericana con alguna que otra situación divertida y digna de una risotada que retrata las vivencias de la clase acomodada (o muy acomodada) jugando con el tema de la edad en el amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Raven
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