Si mis hijos salen del cine cantando y bailando, y yo con una sonrisa en la boca, no puedo decir que sea mala. ¿Simple?: si. ¿Previsible?: si. Nos lo han dado masticado, y -salvo algún giro argumental- cualquier espectador habría podido reescribir de esta manera el genial guión que Disney nos presentó en 1992.

Pero, ... ¡qué bien lo han hecho! Se plagian a sí mismos en los dos principales temas musicales de la película de animación (lo contrario no se lo habríamos permitido), mantienen la esencia del filme y de sus personajes y mejoran lo todo cuanto pueden. Si lo mejor de la anterior (imposible no compararlas, ustedes me perdonarán) era el genio, su homónimo de 2019 lo iguala a su manera. Qué sencillo habría resultado darle el papel a Jim Carrey y matar al personaje, y en cambio y por fortuna, cómo se/nos divierte Will Smith reinterpretándolo.

Muy agradecido.

Para todos los públicos pero no para toda la familia, "El Grinch" está ideado -o eso parece- para los más pequeños de la casa. Con ellos cumple: humor blanco, personajes muy perfilados, trama sin dobleces, una estética sin aristas y un poco de ñoñería propia de las fechas en que transcurre.

Ningún guiño en especial para los adultos -si bien ha caído alguna risa en escenas puntuales- a quienes no llega a entretenernos hasta bien avanzada la película. Nos queda el consuelo de no haber tenido que aguantar en esta ocasión los excesos con los que Jim Carrey tuvo a mal bombardearnos hace dieciocho años (en este sentido y paradójicamente este Grinch es mucho más humano) y, sobre todo, saber que los pequeños se lo pasaron bien, que de eso se trataba.

Si lo viera con ojos de niños le habría puesto más nota, pero no ha sido el caso y bastará reconocerle el mérito con un seis.

Veo la película -por vez primera- veintiséis años después de su estreno. Sin ser capaz de contextualizar la carrera de unos y otros actores, intuyo que alguno de ellos ya se encontraba consagrado y otros en el proceso, si bien me han parecido correctas las actuaciones de todos, tanto los principales como los secundarios.

Cierto que sin demostrar ninguna química especial entre ellos, sin embargo el romance entre John Berlin (Andy García) y Helena (Uma Thurman) resulta creíble, y ambos realizan un trabajo cuando menos aceptable (en el caso de él) y notable (en el de ella). Algunas situaciones resultan ciertamente muy forzadas (ver spoiler 1) y otras poco convincentes (spoiler 2), y sin embargo la cinta presenta el mérito de mantener un buen ritmo narrativo y la tensión del espectador durante largo tiempo, e incluye algunas escenas memorables (spoiler 3).

Le he puesto un 9 porque me ha sacado de mi vida diaria y me ha metido de lleno en el metraje, y a pesar de las altas horas de la madrugada en que la veo y de su ritmo pausado (que no lento), el carisma que desprendieron los personajes y la tensión creciente de la cinta me mantuvieron despierto, entretenido, expectante, a ratos sorprendido y finalmente satisfecho y hasta agradecido de haber contemplado todo cuanto podría pedir a un clásico del suspense.

La película es lo que es: entretenimiento basado en un personaje de cómic infantil y juvenil que, a su vez, es una parodia de Superman. Nadie podía esperar que de aquellos mimbres saliera “El Séptimo Sello”, y mucho me temo que de haberse respetado a rajatabla alguno de los guiones originales del cómic (recuerden a modo de ejemplo los diálogos de “El Señor de los Chupetes”) el espectador menos avezado no habría logrado seguir la trama con un mínimo de coherencia.

Partiendo de aquella premisa, sólo podía hacerse una cosa: lo que se hizo. Y lo que se hizo sólo habría podido hacerse de dos maneras: o bien, o mal. Y se hizo bien. Porque el filme está conseguido en su conjunto y también en todos sus elementos, desde los títulos de crédito hasta la canción del cierre. Muy creíbles Dani Rovira (Juan López y Superlópez) y Alexandra Jiménez (Luisa Lanas), a quienes sus respectivos personajes les sentaban como sendos guantes, especialmente a ella, quien por momentos calcaba la postura corporal de la Luisa Lanas de papel. Excelente Pedro Casablanc (Juan López padre) en todos los perfiles de su personaje, a quien no le fue muy a la zaga Gracia Olayo (su esposa, la madre de Juan López hijo). Actuaron a buen nivel Julián López (Jaime) y un difícilmente reconocible Gonzalo de Castro (padre extraterrestre de Juan López).

Bien la estética, los efectos visuales, la adaptación del cómic a la actualidad, las licencias del guión, la relación de pareja entre Juan y Luisa, la intromisión inicial de Jaime, y sobre todo la acción, que transcurre a un ritmo similar al trote: sin llega a agotar, pero avanza con suficiente celeridad.

El detalle a tener en cuenta: en la sala se oyeron risas y hasta carcajadas en bastantes ocasiones, y provenían de espectadores de todas las edades.

Como todo no iban a ser parabienes, dejo para el final los dos apuntes negativos:

1. Mi lamento por el personaje de Ágata, que con una indumentaria más propia de Megamind que de Superlópez desentona con el resto del guión y de los personajes y -sobre todo y tristemente- presenta un perfil tan plano que no permite el más mínimo lucimiento del contrastado oficio de Maribel Verdú.

2. Un detalle que para la mayoría de espectadores pareció pasar inadvertido, aunque a mí llegó a resultarme desagradable. Lo comentaré en la sección de Spoilers.

Salvando lo anterior, y en definitiva: un producto divertido, próximo, original y nada pretencioso, bien llevado y suficientemente entretenido, que no quedará en la memoria como una gran película, … pero tampoco lo necesita. Le doy un 7.

Con el pretexto de un trauma nunca superado, la película ofrece una perfecta introspección psicológica en la vida de Diana (Uma Thurman), tratada con tanta respeto a la condición humana que bien pudiera tratarse de su vida, o de la mía.

Tras un comienzo inesperado, la confrontación entre la deriva emocional de una vida adulta, cansada y abatida -que se había presumido plena durante la juventud- y la adolescencia tardía (que vislumbra un mundo nuevo y desconocido, motor de la ilusión por el porvenir frente a la apatía por lo vivido hasta la pubertad) inquieta tanto o más que la trama principal o las desasosegantes y sin embargo poéticas escenas que jalonan la película.

Poéticas.

Si, “poesía” puede ser el término que mejor defina el ritmo narrativo de esta obra, que nos transporta con calma de una a otra época de la existencia de todo ser humano a través de los ojos de sus dos protagonistas, encarnadas por cuatro actrices que, al igual que los secundarios, brindan unas bien dirigidas interpretaciones (sobrias, comedidas y verosímiles) que dotan de credibilidad a la película, sustentada -por otro lado- por un buen guión, un refinado gusto por la imagen, una paciencia narrativa necesaria, unos diálogos convincentes y una banda sonora más que adecuada.

Tanto y tan buen cine presenta, sin embargo, dos “peros” importantes. Los veremos en los spoilers.