Cuando somos pequeños todo es un mar de dudas, a la hora de comer, veíamos un alimento y no sabíamos cual iba a ser su sabor ni textura, con el tiempo nos vamos acostumbrando a todo y sabemos predecir que sabor o textura va a tener algo, lo mismo pasa con las películas, sabemos por la sinopsis, director y producción que esperar de la gran mayoría de películas y nos encontramos con que finalmente hemos acertado en nuestra predicción.
Con Stalker se podría decir que he vuelto momentáneamente a la infancia, no sabía que esperar al comienzo y conforme he ido degustando los minutos de este lento pero lleno de contenido film, me he ido dando cuenta con grata sorpresa que esto era diferente, un nuevo sabor, una nueva textura inesperada. Ciertamente hay que encontrar un momento para verla, dedicarle el tiempo que te pide para pensar un poco acerca del mensaje que te quiere transmitir, pero si juntas ese tiempo y una predisposición adecuada ante la película, ciertamente podrás disfrutar como un niño que descubre por primera vez el mar.

Entre los comentarios de unos y otros casi delego esta película a un día perdido en el que la emisora de turno le diese por estrenarla en la pequeña pantalla.
Joaquin Phoenix tiene su magnetismo de siempre, y a través de su casi monólogo vemos lo que es una vida atormentada. Es un héroe, es un cínico de cojones abriendo cabezas, es un nostálgico y seguro que algunas cosas más, aspectos que el paso de las escenas ayudan a perfilar demasiado bien.
El héroe, salvador invencible, se descubre con maestría hasta el final ayudado por la atmósfera de la película.
Muy buena película para mí, con una narración original, con un interesante juego de espejos entre la niña y Joe, y una banda sonora de lujo.
El mejor actor secundario, sin duda, el martillo.