Primer largometraje de Raúl Arévalo donde presenta los hechos de una manera contundente y eficaz. Esta idea del director se plasma en la pantalla en forma de una historia que abarca rencores y remordimientos, quimeras y arrepentimientos, y sobre todo inquietantes y desasosegantes impulsos iracundos en un ambiente de penumbrosas características. Los agresivos arrebatos de Luis Callejo, la mirada penetrante y feroz de Antonio de la torre, y los vulgares personajes que constituyen tal sombrío entorno hacen de este negro relato un thriller más que bueno.

Aunque, en términos profesionales, es un serio largometraje hecho con el fin de cautivar y agradar al buen aficionado, recae continuamente, ahora en términos literales, en su seria y pausada trama, exenta de una requerida acción que intermitentemente amaga con aparecer, y sin embargo evitando así la falta de atención, por consiguiente no absoluta, del espectador.

La ausencia de regodeo esta justificada debido al adusto temperamento y huraño comportamiento del personaje, a quien en consecuencia le sigue una monótona vida y costumbres que no llaman la atención ni cuentan nada que no sea de lucrativo interés. Un aburrida personalidad conlleva la falta de entusiasmo que le consta al público, al no tener nada inquietante ni original que ofrecer. Paradójicamente es el actor y no el personaje, quien salva la película.

Una de las películas más angustiosas de todos los tiempos, si bien consideramos este cariz como una virtud respecto al genero que abarca esta película. Truculenta y arrolladora a la par. No apartaras la mirada de la pantalla debido a las sorprendentes escenas que ofrece dichoso film. Todo en esta película es modélico: el sentido con el que se desarrolla la historia, la turbadora intriga que crea verdadero estado de ansiedad en el espectador desde el primer minuto hasta el último, las caras de incomprensión de los diversos personajes frente a la terrorífica circunstancia en la que se encuentran y la originalidad en sí dan prueba de ello.

Entretenida más que nada. Un sacerdote totalmente fuera de sí, debido a su extrema devoción cristiana, se encamina hacia una aventura, acompañada de un coctel de profunda imbecilidad, que no para imbéciles, y una serie de múltiples peripecias, con la finalidad de salvar el mundo de un inminente nacer del anticristo. Satírica... graciosa... con el debut de Segura... premio goya al mejor director ... , no esta exenta de alicientes que justifiquen el hecho de atreverse a ver esta simpática comedia. Nada fuera de serie y totalmente prescindible... no obstante, pasable.

Una de las grandes obras maestras de Woody Allen. A su vez lo es también de su género (comedia romántica; aunque prefiero llamarla comedia inteligente si hablamos del género "Allen"). A su vez lo es también del cine, en todo su conjunto. Me explico:

En primer lugar es una de mis películas preferidas de este director porque, además de dirigirla, la interpreta como actor protagonista y es que una de sus grandes virtudes es su capacidad de presentarnos a ese hombrecillo de mediana estatura, escaso cabello y tranquilizador y simpático semblante, filósofo de todo lo cotidiano y gran conversador, capaz de deleitarnos con sus curiosas e inéditas ocurrencias sin que nos acometa el más mínimo instante de aburrimiento sino todo lo contrario. Este personaje tiene carisma, tiene chispa, y sobretodo tiene gracia; es y consigue resultar interesante, en todo lo que dice y hasta en lo que calla. Sus muecas, gestos, aspavientos, hacen que quieras quedarte siempre un ratito más sentado en frente del televisor; hacen que quieras que sus películas (nunca demasiado largas) duren un poquito más. Su bendita ingeniosidad como director te cambia un poco más la vida después de verla plasmada en la pantalla. ¡Qué gran capacidad, la de Woody, de hacerse atender!, de hacernos pensar. Siempre con su propósito didáctico mezclado con su imprescindible temperamento sarcástico. Una de las películas donde más irónico se presenta es Manhattan; y por eso nos gusta, porque si algo se le da bien es hacer uso de su afamada verborrea, llena de comentarios con simpático toque de sorna. Lo cotidiano lo convierte en algo insólito, sin precedentes; le da ese punto de vista del cual una persona normal carece. De lo más banal desentierra una genialidad.

El hecho de que sea una de mis películas preferidas del género comedia-romántica se lo debo a Diane Keaton por sus maravillosas interpretaciones. Doy fe de que juntos constituyen la más estrambótica, y a la vez genial pareja de enamorados de la historia del cine.

Meryl Streep estupenda, hermosa y elegante. Una Mariel Hemingway que enternece al espectador. Hasta me parece ver a Manhattan interpretando su propio papel.