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España España · Ferrol
Críticas de Gelio
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
2
16 de enero de 2008
48 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debemos suponer que el amigo Larry tuvo la loable intención de hacer un retrato de un grupo de adolescentes marginales sin más fines en la vida que meterla en caliente e ir "al parque a colocarnos y ver que hacen los colegas" (frase ésta pronunciada en la peli por uno de los protagonistas con una forzadísima expresión de 'qué malo soy y como paso de todo'). El problema principal de la pelicula es que no cuenta nada, sólo asistimos a un empachante recital de conversaciones en torno a las pollas, los coños, las corridas, las mamadas, las drogas... en distintos contextos (la calle, una casa, el metro, el parque...), pero que da la impresion de que todas son la misma conversación y no aportan nada ni a la trama ni a la descripción psicológica de los personajes. Unos personajes que también tienen delito, más que nada porque no hay dios que se los crea, con actitudes demasiado exageradas e incluso paródicas que en más de una ocasión provocan la hilaridad del espectador más que otra cosa.

Por debajo de toda esa parafernalia de conversaciones y comportamientos simiescos el sufrido espectador puede adivinar una subtrama con el sida de por medio pero que carece de la carga dramática y del necesario desarrollo como para que haga valer su peso en el metraje.

En definitiva, una pérdida de tiempo. La idea es buena, pero vilmente malgastada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gelio
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4
15 de noviembre de 2005
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica en cuanto a fotografía, música, e interpretaciones, resaltando en este último apartado la actuación de Candela Peña en el papel de Caye. También es más que correcto el acercamiento que hace Fernando León a la historia de Luzema (Micaela Nevárez), real y reconocible, ajena a los efectismos y bien contada. Lamentablemente no puedo aplicar los mismos adjetivos a la historia supuestamente principal, la de Caye (agudeza sin límites de Fernado León al pensar el nombre, por cierto). Y no puedo aplicar esos adjetivos porque para empezar Fernando León se hace el longis a la hora de darle un sólo motivo sólido (y no sólido) y palpable de porque el personaje interpretado por Candela Peña se ve abocada a ejercer la prostitución: es una chica de clase media, con piso propio, sin bocas que mantener al margen de la suya, no existe ningún chulo que la chatajee de modo alguno y ni siquiera tiene problemas de drogadicción. El espectador se pregunta: ¿porqué es puta entonces? No hay respuesta. Al espectador (al menos a mí) se le hace dificil empatizar con los abatares y desasosiegos por los que atraviesa la protagonista sin conocer el porqué, el origen de toda la situación. Es como si fuera puta porque le da la gana.

Mención aparte merecen los "sesudos" dialogos que intercambian Candela Peña y Micaela en diferentes momentos del filme. Quien haya visto la peli sabrán a cuales me refiero: esos en los que más que putas parecen filósofas de tres al cuarto. Diálogos trufados de frases sensibleras, absurdas, ajenas al contexto y encajadas a martillazos en conversaciones que hasta ese momento se mantenían en una cotidianidad más real y creíble. Evidente y cantosa la intención de Fernando en manipular los sentimientos del espectador de la forma más barriobajera.

Finalmente pregunto si Fernando León tomó al sufrido espectador por tonto o se creyó que vive en el país de las maravillas (él mismo o el espectador) y que se iba a tragar sin sonrojarse la escena de la limusina. Ya sé que se ha nombrado esta escena en otros comentarios con igual o mayor incredulidad, pero que por mucho que lo pienso no sé que pinta esa increíble (en el menos positivo sentido del termino) escena en una pelicula que se supone que pretende pintar la realidad con rigor.
Gelio
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8
6 de diciembre de 2005
20 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá nos encontremos aquí ante la obra más controvertida de Stanley Kubrick (un director ya controvertido de por sí) y la que, como aquí mismo se puede comprobar, más opiniones enfrentadas despierta.

La temática (o temáticas) del filme se debaten entre la ciencia y la mística: el germen de la inteligencia; la evolución de la humanidad peligrosamente sustentada en la tecnología, con la amenaza de que ésta acabe volviéndose contra su creador; y finalmente la necesidad de un paso del hombre a un estado posthumano al margen del cuerpo y la materia para que la humanidad recupere el poder sobre sí mismo. Es decir, el pasado, presente y quién sabe si futuro de la humanidad. Una auténtica odisea con tintes épicos, que desde el momento de su estreno, se convirtió en un auténtico fenómeno cultural que hizo correr ríos de tinta sobre sus posibles interpretaciones destacando la enigmática figura del monolito, llegando a ser junto con el ordenador Hal9000 el inanimado protagonista del filme.

Cripticismo y filosofía aparte, 2001 es, por encima de todo, una experiencia audiovisual. La película transcurre con lentitud, como a ritmo de vals, deteniéndose en los detalles para que el espectador deguste a sus anchas el poder de seducción de cada cada plano, de cada fotograma. Todo el metraje es un prodigio de perfección técnica y visual, que junto con la acertadísima elección de las piezas de música clásica, dotan al filme de unas vibraciones atemporales y universales, a la par que extrañamente emocionantes y enigmáticas. Estas peculiaridades narrativas hacen de 2001 un obra única y especial que hay que saber ver. No es este un filme al uso, es como contemplar una pintura abstracta. No importa mucho que no haya apenas diálogos, o que los actores no brillen o que la trama parezca confusa en momentos: sus prioridades son otras. Las imágenes penetran en el subconsciente del espectador, que aún no necesita entender perfectamente el significado de las escenas para que estas le logren transmitir emociones.

Escenas como la del simio golpeando los huesos, la atrevida y genial elipsis hueso-nave, dando un salto de tres millones de años en apenas un segundo, la estación espacial danzando al ritmo del "Danuvio Azul" de Strauss, o el negro monolito, o el desenlace en la habitación de hotel, son íconos inamovibles de la historia del 7º arte.

Como único punto negro a mi juicio hay achacarle un exceso innecesario de cripticismo en algunos momentos del filme (el propio Kubrick llegó a declarar que "hubiera fracasado" si el espectador entendiera la película al primer visionado) que impide entender completamente la película por si misma con lo que se debe recurrir a la novela o a fuentes ajenas a la película. Una obra debe ser autosuficiente y explicarse por si misma, y este filme contiene pasajes que no se explican completamente.

A pesar de esto último 2001 es una de esas obras que todo el mundo debería contemplar al menos una vez en su vida. Un filme necesario.
Gelio
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10
6 de diciembre de 2005
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces me verán decir esto de una película nada más empezar, pero no me puedo contener: esta película es una OBRA MAESTRA. Todo en ella es memorable: la actuación de Malcolm McDowell en el papel de Alex, la extraña y magnética estética futurista, la belleza de las imágenes, el guión, los diálogos, la música...

Película repleta de momentos inolvidables. Impresionante obra, quizá lo mejor de Kubrick.
Gelio
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7
19 de febrero de 2008
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las gamberradas de los Coen, al estilo de Arizona Baby: personajes pintorescos viviendo situaciones surrealistas para descojone (o no) del personal.

"El Nota" es un hippie cuarentón que lleva una tranquila existencia hasta que unos tipos entran en su casa y orinan en su alfombra confundiéndolo con otro individuo con su mismo apellido cuya esposa parece deberles dinero. Aconsejado por su demente amigo Walter (John Goodman) el Nota irá a reclamarle los daños en la alfombra al tipo que realmente les debe el dinero. Así comienza una trama que acaba haciéndose bastante liosa y que en varios momentos del metraje parece ser una mera excusa para que los personajes hagan sus locuras y aparezcan algunos secundarios y escenas bastante prescindibles para la trama (como personaje prescindible léase el personaje encarnado por Julianne Moore). Eso sí, la película cumple su principal cometido: hacer reir (y mucho, al menos en mi caso), aunque en ocasiones se tiene la impresión de estar viendo una sucesión de sketches más que un filme con un argumento interesante más allá de los diálogos descacharrantes entre los personajes y las absurdas situaciones puntuales en que se meten.

Por otro lado los actores están todos geniales, como casi siempre pasa en los filmes de los Coen, los personajes son delirantes pero auténticos, te los crees (¿excepción hecha de Julianne Moore?, quizás..., puede ser). Jeff Bridges y John Goodman están soberbios y hacen memorables a sus personajes. La dirección es magnifica y resulta interesante la aparición del narrador al principio y al final de la película dandole un aire transcendental al filme y casi convirtiendo al personaje del Nota en todo un filósofo de vida cuyo axioma humildemente intenté reflejar en el título de mi crítica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gelio
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