Los primeros 5 minutos me han sorprendido gratamente, ya que el protagonista tiene una forma de contar su situación muy original, haciendo una comparación con las tribus indígenas a la vez que así introduce el tema de su padre. Cuando llegan a la casa la película empieza a hacerse lenta y a meter escenas de relleno, he estado por quitarla. Pero he aguantado porque tenía que mejorar, y así lo hizo. Pasa un acontecimiento bastante interesante que arrastran con gracia hasta el final.
La evolución de los personajes me ha parecido correcta, excepto por la madre, que de un día para otro, pasa de ser una drogadicta a ser una madre de catálogo sin explicar nada. En cuanto a la del protagonista, no ha sido especialmente notable hasta llegados casi al final.
En resumen, una película que a primeras no aporta mucho, pero de la que se pueden salvar unos cuantos diálogos y escenas. Cumple su cometido sin destacar.

Es una película rara de cojones. Pero rara para bien. Y la crítica podría acabar ahí perfectamente. Pero me debo a mis lectores (que no tengo) y seguiré. Rara de cojones es el adjetivo perfecto para describirla. Empieza con una escena mega rara que ni siquiera recuerdo porque mi mente sólo pensaba "¿Qué coño estoy viendo?" Pasado esto, introduce al personaje de Jake Gyllenhaal, un profesor de historia bastante triste y apático. En unos 4 minutos, reflejan muy bien su personalidad. Un día, un compañero le recomienda ver una película, y ahí comienza su calvario. Después de verla, el prota, Adam, sueña con una escena, y decide revisarla en busca de lo que el sueño le ha revelado. En un fotograma, ve a un hombre idéntico a él. A partir de ahí, no parará hasta encontrarle y así lo hace. Me gustaría poner la lupa para ver cómo cambia Gyllenhaal su interpretación de un personaje al otro. Adam, el profesor, con sus tartamudeos, su postura introvertida y su mirada tímida. Mientras que Anthony, el actor, saca pecho y habla con más confianza que Mel Gibson en Braveheart. Aunque lleven la misma ropa o se hagan pasar el uno por el otro, en medio segundo sabes quién es quién.
La película avanza y te dices cada cinco minutos "ahora tiene que pasar la gran cosa y la peli va a dar un giro de la hostia". Pues no. Pero no llores por mí Argentina, porque el apocalíptico final te dejará con un "¿QUÉ COJONES?" en la cabeza durante tiempo, y te olvidarás de que en realidad en la peli no ha pasado nada espectacular.
Resumiendo, me ha encantado. No por el desarrollo, que tampoco ha estado mal, sino por eso, porque es rara de cojones, y a mí las pelis rarunas me pierden.

Iba con altas expectativas respecto a esta película y me ha dejado fría. Presenta de forma correcta a los personajes. Podrían haber indagado más en ellos, porque eran unos personajes muy fuertes y buenos. La historia parece ir sin rumbo pero encarrila con la llegada de Diego, el hermano de Lupe y antiguo compañero de grupo. El dolor de Lupe se ve mejor reflejado en Pancho, su hijo, que en ella misma. Víctor, el Kurt Cobain español, es un puntazo. Pena que fuese un secundario, porque era uno de los mejores. La evolución de los personajes ha sido muy notable y buena. Se ve cómo Lupe, Pancho, la abuela, e incluso Diego (un fantasma) evolucionan, y superan la carga emocional que tienen. Se reconcilian consigo mismos. Buena música, buenos personajes, y una buena historia a la que, por desgracia, no han sabido sacarle todo el jugo que podrían haberle sacado.

Antes que nada, debo decir que es la primera película que veo de Wes Anderson. Había visto que tiene un estilo muy peculiar, inconfundible. Pero no sabía que era tan precioso hasta que lo he visto durante hora y media. Los colores, los planos, la decoración, la vestimenta, todo. En fin, vayamos a la película.
Empieza con el gran Tom Wilkinson, al que recuerdo por interpretar a Gerald en la entrañable película Full Monty, y sigue con actorazos de la talla de Bill Murray, Jude Law, Adrien Brody, Willem Dafoe, Edward Norton, Owen Wilson, Lea Seydoux... La mayoría con pequeñas apariciones, haciendo brillar la pantalla con su presencia.
La historia es un flashback dentro de otro flashback. No hay sitio para las escenas paraditas, cada cosa pasa justo después de la otra, cosa que dota a la película de un ritmo fantástico.
La evolución de los personajes no se queda corta, se ve cómo van cambiando ellos y sus relaciones con los demás personajes a través de las situaciones que afrontan y que les hacen crecer.
Una cosa que me llamó la atención fue el humor que hay en algunas escenas. Un humor muy moderno a pesar de estar ambientada en los años 30. Me chocó bastante, y me encantó, porque dejó esa confusión de "¿De verdad están en esa época?", como ya me pasó con Una serie de catastróficas desdichas.
Para acabar, una película de aventuras en toda regla que al llegar los créditos, te sorprende dejándote una sonrisa en la boca.

La película comienza presentando la excentricidad del personaje principal, un tío que es capaz de parar el tiempo a su gusto y que además es artista, y parece augurar un film de lo más interesante. Va avanzando y el espectador no sabe muy bien por dónde le da el aire. Algo normal, ya que la película pierde el rumbo constantemente. Cuando parece que encarrila, meten una escena de relleno que no tiene nada que ver con la trama, que es pobre de por sí. Entre relleno y relleno, se pueden encontrar muy buenas reflexiones sobre el tiempo, la belleza, el arte, y las personas. Se pueden salvar también un par de escenas curiosas. Por lo demás, es una historia "romántica" que por mi parte, carece de interés alguno. Unos personajes planos que en algunas escenas hasta parece que tienen sentimientos.