Desde Gabacholandia nos llega este film de humor europeo que ha sido una revolución en el país vecino batiendo records de audiencia y recaudación.

En sí, la película esta cocinada por y para público francés, ya que se basa en el choque cómico entre la cultura del norte y del sur de Francia (eso se puede aplicar perfectamente en nuestro país e imagino que en cualquiera), por lo que las peculiaridades que allí son archiconocidas aquí nos quedan un poco lejos.

No obstante, es resultona, divertida en muchos aspectos y verdaderamente tierna en casi todo su desarrollo. Tiene quizás un estilo de cuento cómico que la hace muy accesible a todo tipo de público, y por supuesto que tiene una serie de moralejas (no solo al final de la película sino durante toda ella) más que acertadas.

Los personajes son un poco exagerados, como era de esperar, pero agradables y casi creíbles. Las actuaciones están más que decentes y el apartado técnico bien cuidado.

El resultado es una película entretenida, bastante divertida, entrañable, y que se hace corta.

Suecia sorprendió en Sitges con un cuento de amor y terror ambientado en el Estocolmo de hace un par de décadas. No es un film de terror al uso, más bien una historia con toques sobrenaturales y algún que otro chorretón de sangre que sirven para unir una trama que habla con imágenes y que deja al espectador que ate cabos para entender la relación entre los personajes y los cambios que sufren los mismos.

Déjame entrar, es el sugerente título que para los más duchos en leyendas y en cine de terror ya sabrán a que se refiere… a los vampiros, puesto que estos necesitan ser invitados para poder entrar en las viviendas de los demás. Vampiros sí, pero no tratado como hasta ahora, con un halo de bondad/maldad que resulta seductor ante los ojos de los mortales, sino como una enfermedad que no se desea, podría haberse tratado de cualquier otro problema y el film sería prácticamente igual (claro está, no habría tanta sangre).

Por momentos enternece, por momentos desagrada por su crudeza y realismo, incluso es capaz de entonar un humor caustico, es única en un género tan denostado como el de terror, y quizá de los mejores films estrenados en España este año.

Los actores (desconocidos aquí) están excelentes, y aunque la película peca en un principio de lentitud argumental, pasado ese trance inicial el interés va en aumento. Sin duda, una proeza del cine Sueco que debe verse.

Difícil apuesta cinematográfica la del director Jacques Audiard de llevar a la pantalla esta historia social que se mueve entre el terror y la bondad de lo humano. Con un título poético en sintonía con la trama del film, Audiard nos describe un mundo de depredadores (inmobiliarios) dispuestos a todo para conseguir su objetivo (dinero), en ese mar de tiburones está Tom que hereda con orgullo de su padre ese talento para el mal, y toma de su madre un talento para la música.

Entre la codicia y las notas de un piano se debate el joven Tom (acertadamente interpretado por Romain Duris, el de la exitosa producción europea “Una Casa de Locos”), un personaje que llega a repugnar y que también consigue el afecto del espectador.

Globalmente la película consigue atrapar en la trama desde el inicio y mantiene un ritmo más que adecuado que nos mantiene siempre pendientes de lo que va a suceder. Desgarradora y humana sin buscar la emotividad fácil. Muy recomendable.

Este film, de ciencia ficción aborda de manera acertada y sencilla el muy en boga, mundo de las hipotecas, aunque en este caso no se traten de hipotecas de viviendas o vehículos, sino de órganos artificiales, sin embargo no es nada difícil encontrar la crítica al capitalismo liberal actual causante de un estado de desbienestar.

El plantel de actores, discretos y adecuados, a excepción del siempre cuestionable Liev Schreiber (Lobezno, Salt), que tanto gusta a ciertos críticos, carece del impacto que por el nivel a priori de protagonistas (Law y Whitaker) debería tener.

La situaciones se suceden en un montaje rápido que no permite tiempo al aburrimiento, ni a la reflexión de lo que está pasando. Procura mantener un discurso sobrio y oscurantista, aunque a veces e incomprensiblemente busque situaciones cómicas fuera de lugar.

En líneas generales es original, ligeramente atrevida y sin más aspiraciones que las de entretener y proporcionar una edulcorada crítica social a través del protagonista, objetivos que consigue sobradamente. Lástima de no querer haber entrado más en el trasfondo social del mundo creado para desarrollar el film, por el que pasa de puntillas, quizá por falta de ganas o de presupuesto.

Mediocre comedia con un doblaje pésimo (Florentino Fernández y Santiago Segura) que la convierte en aun peor. Cierto que cuenta con dos actores de cierto renombre (Ferrell y Reilly) que según donde se mire se pueden encontrar que han tenido algunas interpretaciones aceptables en diversos films. Sin embargo en esta película de humor grosero y de cuestionable gracia lo único salvable es el apartado técnico, ese del que nadie se fija si está bien hecho, y lo está.

Producida por el prolífico Judd Apatow (director, escritor, productor, actor y músico, entre otras cosas) que es conocido en el mundo de las “comedias groseras” (como la entretenida: Virgen a los 40), que en esta ocasión no ha sabido elegir adecuadamente donde meter su dinero (es de imaginar que no se ha involucrado mucho en el proyecto).

Podría haber sido una idea pasable para una comedia absurda americana, pero la han estirado demasiado por el lado de lo ridículo y se ha roto dando como resultado un producto milagrosamente estrenado en cine que tiene más aspecto de serie B que de film hecho para la gran pantalla.