Cuando empezé a ver esta película supuse, por el extracto del guión, que me iba a encontrar con un remake argentino de la prodcción española REC, pero nada más lejos de la realidad.

La historia se centra en una comunidad de vecinos que es puesta en cuarentena ante la aparición de un virus extremadamente peligroso. Hasta aquí parece similar, pero es el único punto en común. La candidez inicial de sus dos protagonistas, Coco y Pipi, que parecen no darse cuenta de la situación en la que están inmersos, contrasta con la preparación de su vecino Horacio (Yayo Guridi) para este tipo de contingencias. Gran papel de Federico Luppi que cambia de registro de una manera inquietante.

La película te va arrastrando a un final previsible, pero en su recorrido te sorprende constantemente con humor y dramatismo a partes iguales. Hora y media de metraje que se hace corta.

Visualmente cautivadora para aquellos que no hayan visto "Moulin Rouge" de Baz Luhrmann. Lamentablemente el director se dedica con tanto esmero a la estética y el montaje que se olvida de los personajes y la historia.
Keira Knightley parece encerrada en un interminable anuncio de perfume, y Jude Law maniene el tipo como puede.
La escena del vals roza el límite del ridículo y la película poco a poco se desvanece entre escenas visualmente potentes pero vacuas. Una pena.

Iñarritu nos muestra la parte más oscura de Barcelona a través del personaje de Uxbai al que da vida un fabuloso Javier Bardem. La película juega tímidamente con el tiempo en su secuencia inicial, para poco a poco sumergirnos en el mundo de su protagonista, un vidente que también se dedica a labores más terrenales. Esa mezcla de espiritualidad y brutalidad son las que elevan la interpretación de Bardem incluso por encima de la película en si.

Todos los personajes resultan creibles, y tanto el ritmo como la fotografía mantienen el interés aunque la trama no sea agradable de digerir.

El único "pero" que se le puede achacar es el deficiente sonido de la cinta. Una película en la que casi durante la mitad del metraje los protagonistas están susurrando debería cuidar más ese detalle técnico.

Parece una constante en Hollywood que cuando una actriz se empieza a ver mayor, inmediatamente se rodea de jovenzuelos para hacer una comedia y sacar a relucir su lado más atrevido. Cameron le saca casi diez años a sus dos partenaires en esta comedia sin gracia de la que solo se pueden extraer un par de chistes. Una perdida de tiempo.

Franklyn cuenta la historia de tres personas (David, Milo y Emilia) que buscan la manera de superar sus fantasmas sin ser plenamente conscientes de ello. Esa búsqueda divide la cinta en tres historias paralelas que se entrecruzan en distintos puntos para acabar uniéndose al final.

David vive en un mundo paralelo, convertido en el detective Jonathan Preest, donde las sectas religiosas ostentan el poder y los ateos son perseguidos. Milo, incapaz de mantener una relación estable con sus parejas, busca en las calles de Londres a su primer amor. Y Emilia utiliza su proyecto videográfico para llamar la atención de su madre filmando sus intentos de suicidio.

La realización es impecable, pero el guión tropieza en varios puntos lo que hace que se pueda perder el hilo y el interés. Aún así, si somos pacientes la película nos deja un buen sabor de boca. Lo mejor, la hipnótica presencia de Emilia (Eva Green) que nos mantiene pegados a la pantalla cuando las otras dos historias comienzan a flaquear.

Habrá que seguir a Gerald McMorrow en sus próximas películas.