John G. Avildsen se despide de su exitosa carrera con la que quizá sea su película más sesuda. Tras conseguir el oscar al mejor director con Rocky y triunfar en taquilla con Karate Kid, la industria parece renegar de este genio. Con el declive de los videoclubs que tanto le debían, se empieza a prescindir de un autor desubicado en el tiempo y el Sr Avildsen decide morir matando. Con esta película asesina al cine como Malevich asesinó a la pintura.

La película es otra reinterpretación del Yojimbo de Kurosawa. El Mifune, que pasó a ser Eastwood, y más tarde Willis, ahora pasa a ser encarnado por Van Damme, un guerrero de pasado incierto que ya no busca la lucha, sino que es buscado por ella. La acción se desarrolla, como no podía ser de otro modo, en un pueblo perdido en el desierto en el que una banda de malechores tiene atemorizada a la población. El escenario es el perfecto, como ya sabían los viejos padres del western, para que la justicia y la injusticia luchen de igual a igual, un lugar donde los muertos son sólo polvo que añadir al desierto. Los villanos no tienen otra razón de ser que la de devolver al héroe su fuerza perdida. Si Van Damme no hubiera pasado por allí, probablemente ni siquiera el pueblo existiría.

Con una breve sinopsis la película parece un western clásico. Con el nombre de Van Damme, incluso en el título, estaría claro que vamos a ver una película de acción pura, sin embargo la atmósfera general de la película nos hace evocar más al Lynch de corazón salvaje que a los sucedáneos rompetaquillas de Fast and Furious. Los secundarios que acompañan al héroe despiertan unos sentimientos entre la ternura y el asco difíciles de definir y las distintas situaciones alcanzan un nivel de subrrealismo que roza el absurdo.

Como digo, una película en la que resulta imposible saber la intención del director, a no ser que sólo pretendiera ver arder sus propias cenizas en el infierno de Van Damme.

Si, lo siento pero estoy de acuerdo con las dos vertientes de admiradores de la película, tanto con los que gozaron de la sangre y los bichos, como con los que disfrutaron de todo el aire periódico. Particularmente las criticas sociales y políticas me la traen bastante... pero si en lugar de intentar darme una clase magistral de moral dulzona y empalagosa como los "crashes y babeles" de turno, me ofrecen este engendro tan cachondo, me las trago mucho mas a gusto.

No tiene que gustar a todo el mundo, pero al menos hay que intentar pillarle el chiste al señor Verhoeven

Desde luego que no es la película mas divertida de la historia, (yo caí redondo en mi primer intento antes de quince minutos) pero si consigues mantenerte despierto lo suficiente como para que te hagan efecto los alucinógenos, la hipnosis, o lo que dios quiera que le hayan metido a la película, es posible que, como yo, acabes involucrado en un ejercicio de imaginación increíble. El director apenas muestra nada, mas bien todo lo contrario, cuenta con que el espectador sea capaz de recrear toda la atmósfera, que consiga sentirse como el cuarto viajero, tan confuso, tan asustado tan abstraído de la realidad como ellos. Por mi parte, simplemente agradezco las dos horas que han conseguido hacerme pensar, empresa bastante complicada para mis pobres neuronas, y aconsejo que se elija el momento de verla... con mucho cuidado

Un día vi un trailer con robots, samurais, dragones, zombis y chicas con catana y pensé que me encantaría verla en el cine y más sabiendo que era de Zack Snyder. Meses después vi que todas las críticas la ponían a parir y se me quitaron las ganas. Año y pico más tarde me arrepiento de no haber pagado la entrada para ver este gran espectáculo en la pantalla que merecía.
Espero que nadie busque aquí un gran guion, como espero que no lo halla encontrado en alguna con Oscar al mejor director. Aquí en lugar de tigre... que puede que no salga ninguno, sale todo lo demás, pero la moraleja es prácticamente idéntica. Al menos aquí te quedarás con unos cuantos iconos incrustados en la retina y en el tímpano. Porque la banda sonora es genial y la dirección artística va a cargo de un tal Rick Carter que no conocía hasta hoy pero que, según Spielberg, sabe bastante lo que hace.

Hay días para todo, quizá mañana apetezca Tarkovsky pero hoy me apetecía Snyder y por mi parte he quedado saciado.

Nunca había visto entera ninguna de las anteriores películas de la saga, por lo que llegué a este preestreno al aire libre sin ningún tipo de esperanza, aunque con muy pocos prejuicios. La sorpresa ha sido mayúscula.

Reto a los millones de hipócritas, que sólo aprecian las comedias de Woody Allen, a visualizar este esperpento de principio a fin sin soltar un risa. Ni el mejor concursante de "No te rías que es peor" ante Pedro Reyes es capaz de tal hazaña.

No es nada fácil hacer algo así, y lo hemos repetido mi compañero de butaca y yo durante toda la peli. Si piensas lo contrario es que nunca te has esforzado lo más mínimo en hacer reír a alguien durante más de un minuto.

Cada año se estrenan cientos de películas de pretendido humor,de todas las nacionalidades, que no consiguen más allá de una tímida sonrisa de complicidad, casi solidaria. En estos 90 locos minutos, en cambio, es realmente complicado no empalmar una carcajada con la siguiente, de escena en escena, incluso de un plano al siguiente.

Si piensas que eres demasiado culto o demasiado inteligente para disfrutar de esta película... créeme, te estás autoengañando. Por mi parte, nunca podré agradecerle lo suficiente a la persona que me invitó a este evento, la mejor hora y media de diversión artificial que recuerdo mirando a una pantalla.