De obligada visión. De gran valor pedagógico. La fuerza del pensamiento crítico, la defensa de la ciencia frente al dogmatismo religioso. La tolerancia ilustrada frente a la violencia del fanatismo. La revuelta creacionista que se puede, todavía hoy, rastrear en internet contra esta película, es demostración de su absoluta vigencia y necesidad. Los hechos en que se inspiró son parte de la historia de la infamia, el mensaje que comporta, un elemento fundamental para la "educación por la ciudadanía".

La sana prevención que uno tiene cuando al inicio del film se le anuncia "Basado en hechos reales" se confirma una vez más. La película no está mal, mantuvo mi atención durante todo (o casi todo) el metraje, pero las concesiones al drama materno-filial son excesivas. Y sobre todo, el perfil excesivo de los personajes malos-malosos. Todo es demasiado evidente. Hemos visto demasiadas pelis de polis y psicópatas para creernos éstos. A pesar de todo, vale la pena.

No puedes dejar de seguir los capítulos hasta el final: combina muy bien los tópicos... asesinato incomprensible, culpable que no puede serlo, detective descreído y con problemas personales, cuestiones religiosas de fondo... pero una propuesta tan arriesgada debía haber sido más valiente... te deja con la sensación de "lo que pudo haber sido y no fue"

Cuando se te queda cara de besugo , desde el principio al final, es porque la película tiene magia. Soy reticente al abuso de lo fantástico, y sin embargo Tim Burton no cae jamás en ese abuso. Sabe contagiarte del pálpito exacerbado de su imaginación sin caer en lo infantiloide, o en la receta fácil, o en lo lacrimógeno... El papel del padre-pez es un super-ego cachondo, quizá el que todos quisimos tener, aunque de haberlo tenido nos habríamos irritado tanto como ese pobre hijo... porque debe ser duro que tu padre sea tan niño y tan sabio, tan rebelde y tan irresponsable, tan fantástico y tan outsider... Tim Burton abre una puerta muy poderosa: la que nos permite imaginar mundos posibles para vencer las miserias de nuestro mezquino mundo.

Excelente retrato de la reciente historia de Irán, a través de los ojos de una niña que se hace adulta entre la crueldad de un revolución que perdió su bello nombre desde el principio y de una terrible guerra en la que colaboraron "desinteresadamente" las potencias occidentales. Perspectiva progresista, laica, o sencillamente digna, que conecta muy bien la crítica política con las viviencias personales y humanas. Visión imprescindible. Mazazo, desde la integridad ética, tanto hacia el integrismo islámico como a la impotente autosatisfacción occidental.