Un carnaval de fantasías que trata de satisfacer nuestras infinitas ansias del ¿por qué no?.
Esa necesidad de viajar a mundos muy lejanos y tan distintos que se puedan parecer al nuestro en lo imprescindible, para hacernos sentir que podríamos estar allí, porque en esencia necesitamos estar allí.

Escenografía, ambientación, fotografía, vestuario, maquillaje,... IMPRESIONANTES.

Realmente te hacen sentir que puedes estar allí, pero desde la comodidad de nuestros sofás. Desde esa hipnosis placentera que nuestra privilegiada situación nos permite, es fácil la condescendencia a empatizar con cuestiones candentes tan actuales como la necesidad de emigrar.

Las diferencias culturales y su inevitable lucha contra el mestizaje se mezclan con los idealismos y los pragmatismos, con un trasfondo de intereses ocultos. Inevitable no acordarse del muro en México, el Brexit, también no revivir la vergüenza de nuestras guerras mundiales,....., ya pueden ser lo mundiales que queramos, pero son muy nuestras.

También detrás de la pantalla nos permitimos la distancia con los estilos de vida y sus férreos mecanismos de defensa que hacen siempre omnipresente el puritanismo y sus contradicciones. La evolución necesita del caos. El sexo y el erotismo siempre están ahí para hacerlo posible.

Producción muy importante y ambiciosa. Visto lo visto con GoT, ¿quién diría que no viene a llenar ese inmenso hueco que nos dejó su final?. La primera temporada promete mucho y en sí misma ya merece la pena por el buen trabajo de los actores en general. Sin entrar en detalles hay que destacar entre sus protagonistas a Orlando Bloom. Otro guaperas que parece haber sido capaz de superar con la edad el techo de cristal del exceso de atractivo físico para parecer creíble en una realidad que nos pueda ser cercana.

La trama principal es imprevisiblemente sorprendente y las tramas secundarias son sorprendentemente imprevisibles en su destreza para converger. Se disfruta en cada uno de los capítulos aunque a veces pueda parecer de ritmo lento. En realidad se coge carrerilla para los saltos que los cambios de ritmo te hacen sentir vertiginosos los segundos al caerse en todo su estruendo las suposiciones.

Los sentimientos se entremezclan en el mestizaje de una melancolía placentera al constatar una vez más la insondable capacidad de barbarie del ser humano que le posibilita para el crimen y la heroicidad.según como le pille.

Claramente espero que haya más temporadas, el campo ha quedado bien abierto para ello. Espero que el éxito pueda acompañar unos presupuestos que seguramente crecerán y nos harán crecer en el caos de las nuevas realidades audiovisuales, con las que podamos seguir teniendo fantasías cada vez más fantásticas.

Muy buena película pese a las muchas licencias imaginativas a la realidad probable y experimental que la película se toma tanto a nivel de la casuística científica como de la historia que nos relata
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Exagerada en muchos aspectos hay que valorar el esfuerzo de correlación especulativa con los conocimientos científicos actuales de la gravedad y la teoría de la relatividad, consiguiéndose el difícil equilibrio entre ciencia y ficción tan determinante en las buenas películas del género a las que se recuerda..

Una obra de arte que homenajea a la ciencia haciéndola partícipe y protagonista, donde el relato compone un drama que nos hace sentirnos muy pequeños, míseros por momentos y a la vez grandes e importantes, por formar parte de la humanidad, que es capaz de conocer y adaptarse en parte a la inmensidad del universo y sus leyes físicas.

La banda sonora acompaña la montaña rusa de emociones y está basada en el sonido de los órganos catedralicios, que en la edad media eran la vanguardia tecnológica y el máximo exponente para llevar a las gentes de aquella época, al éxtasis y la sensación de acercamiento a la plenitud espiritual.

De igual forma que en la edad media. seguimos necesitados de trascender. Esta amalgama de ciencia, música y las historias de amor y desamor, con los imprescindibles villanos y héroes de siempre, hacen de Interstellar un viaje hacia esos momentos de admiración por el universo, el ser humano y la ciencia, que nos hacen estar tan cerca del misterio.

Esa perplejidad que no dejará nunca de envolvernos por mucho que la ciencia avance y nos acostumbre a hacer cotidianos fenómenos extraordinarios, como también lo siguen siendo las bóvedas, la luz a través de sus vidrieras, y el espacio inmenso de las antiguas catedrales.

Imprescindible película para los amantes de la ciencia ficción y también para todo tipo de público. Una vez más una oportunidad de admiración del mundo y los milagros de la naturaleza del universo junto con una historia que pese a sus excesos no deja de conmovernos.

Curiosa coincidencia del nuevo estreno de la película de Aladín con las convulsas situaciones políticas que sufrimos.

El viejo cuento de las mil y una noches es a poco que se piense una historia cargada de significado moralizante en cuanto al poder y las situaciones por conseguirlo.

Cuántos Aladdines y Yafares ha habido y hay por el mundo? Y siempre los habrá.

Empiezan de monaguillos y sisan del cepillo de la colecta de la Iglesia o son los organizadores de fiestas de instituto, dónde suelen aparecer las primeras estafas en nuestros años de adolescencia, como virginales experiencias para lo que luego nos espera.

Después es muy difícil cambiar los vicios o las malas costumbres. Cuántos empiezan de sisadores raterillos que terminan a manos llenas?

Imprescindible el diálogo entre Yafar y Aladín a la entrada de la Cueva de las Maravillas.

Si es que cómo no va a haber politicastros corruptos después de criarse viendo en la tele películas Disney como Aladín, donde los ladronzuelos son güachis pirulis y terminan llevándose a la princesa al huerto.

Concretando, Aladín la nueva versión live action de Disney es lo que pretende ser.

Diversión palomitera para todos. Una película que le saca partidazo al 3D. Impresionante. Muy recomendable por la experiencia visual.

Una buena comedia dura, como la vida misma, porque entre que te ríes y se te queda a ratos esa sonrisa torcida, mueca de los momentos tragicómicos y patéticos donde te reconoces, se pasa un buen rato y te llevas alguna que otra reflexión.
Una secuela a la española de resacon en las Vegas, que tira del hilo comercial abierto, convertido ya casi en un género, para un público ya mayor con morriña de las pasiones y la irracionalidad adolescentes de la siempre sobrevalorada juventud.

Buenas actuaciones que tiran del guión, ya que el realismo de las situaciones deja poco margen a las exageraciones sobreactuadas; así es la vida, llena de risas y llantos, y así nos la cuentan en forma de cuento.