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Críticas de McPherson
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de noviembre de 2017
12 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando voy a ver o escuchar algo de Berto Romero en televisión o radio, siempre tengo por seguro que me hará reir, siempre de manera intrascendente, ociosa y efímera. Y uso todos estos adjetivos en su mejor acepción.

Cuando supe de "Algo muy gordo", el proyecto estaba en sus primeros compases. La película no me suscitó ningún interés, más bien todo lo contrario. Además de un horroroso primer póster (aquel en el que se ve en un fondo azul a un Berto obeso vestido de niño), a primera vista me pareció otra comedia mala que se aprovecha de un humorista de cierta fama en el papel protagonista para llevar a cierta cantidad de público a las salas (véase como ejemplos de esto "Ocho apellidos catalanes" o "El Pregón").

Hay ocasiones en las que uno se alegra profundamente de que sus prejuicios sean sólo eso. Este es uno de esos casos. "Algo muy gordo" no es una mala comedia comercial. Ni siquiera es comercial. Es, por supuesto, una comedia, pero su poso no es intrascendente ni efímero Lo seguro es que no es mala. Es una película inteligente, compleja, rara, moderna y muy importante.

"Algo muy gordo" nos documenta a través de un making of (que no sabemos si es real, falso o ambos) el rodaje de una ambiciosa y descerebrada producción cimentada en el CGI que sabemos que nunca existirá, pero no si alguna vez pudo haberlo hecho. A partir de esto, la película consigue articular un discurso con voz propia, y, sobretodo, con valor.

Es una película desmitificadora. Por supuesto, el de "Algo muy gordo" no es el primer making of de la historia, pero si una de los primeros que nos muestra como de desalmados y absurdos que son los rodajes de la inmensa mayoría de las superproducciones taquilleras. La magia del cine muere entre pantallas verdes, arneses, trajes negros con luces y actores que interactúan con la nada.

"Algo muy gordo" también nos habla sobre fracasar, y pocas veces vi a una película hacerlo de manera más lúcida. Carlo Padial, una figura interesantísima de cierto renombre en lugares recónditos de internet (lo más interesantes), trataba con esta película hacerse un nombre en el cine mainstream. Berto Romero, un humorista de renombre en la televisión, trataba con esta película hacer algo importante, trascendente, una obra que no tuviera una fecha de caducidad de una semana (hasta la emisión del próximo programa). Ambos fracasan, porque salir de la zona de confort no es tan fácil. Porque no es fácil hacer un producto que triunfe entre las masas. Porque hacer una película, una que sea tuya, sencillamente, no es fácil. Todo lo contrario. Y por eso Carlo acaba volviendo a sus documentales autoproducidos. Y por eso Berto sigue volviendo semanalmente a el programa de televisión al que entra ovacionado por un millar de personas.

También hay espacio en esta inmensa película de sólo 87 minutos para hablar de la familia, del amor, de la responsabilidad de cumplir con las expectativas que hay puestas en nosotros o de lo duro que es decepcionarse a uno mismo.

"Algo muy gordo" no estará entre las favoritas para los Goya, tampoco estará entre las películas más taquilleras ni del año, ni del mes, ni de la semana, ni tampoco estará en demasiadas listas de la mejores películas del 2017; seguramente, detrás de la próxima película de Carlo Padial no estará una productora tan importante como Zeta, y seguramente la próxima película que Berto protagonice sea una comedia mediocre de gran rentabilidad. Pero "Algo muy gordo" es cine de calidad, de verdad, ese tipo de cine que no muere cuando aparece la pantalla de créditos, porque importa y trasciende, porque invita a la reflexión, porque, al final, "Algo muy gordo" es algo muy gordo.
McPherson
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