Historia basada en un relato de John Scalzi, que a su vez me recuerda mucho al inicio de "El fin de la infacia" de Arthur C. Clarke por la premisa de que un ente de gran inteligencia, externo a la humanidad, coge las riendas de su gobierno y lleva a ésta a la felicidad y la riqueza material.
La historia está bien articulada en los escasos 5 minutos de duración en los cuales predomina un amable tono jocoso.

Rossellini hace un retrato crudo, auténtico y sin artificios de la Roma y la Italia inmediatamente anterior a la toma de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Para entender esta cinta, el contexto histórico es primordial.
Rossellini narra un momento clave en el devenir de la guerra en Italia, la entrada de los aliados por el sur, hizo que Roma fuese declarada "ciudad abierta" para que ésta sufriera los menores danos materiales posibles. Roma, esperando la conquista aliada, se haya aún nominalmente bajo la dirección de Mussollini y su "República de Saló", pero de facto controlada por los nazis y las SS.
A destacar cómo con tan pocos medios, se puede contar tanto, y cómo la historia de unos personajes casi anónimos pueden representar a toda una época.
Un acertado Rossellini da alas al neorrealismo italiano y logra despegar definitivamente en su carrera como director.

Típico argumento que hemos visto mil veces pero que no deja de ser efectivo: dos personajes desconocidos con caracteres opuestos, cada uno de un mundo social y cultural distinto, se van conociendo y aceptando poco a poco a lo largo del viaje para terminar como grandes amigos.

Blanco italoamericano de clase trabajadora, zafio, charlatán y "de mundo" VS pianista afroamericano de clase alta, culto, refinado y que vive en su torre de marfil.

Todo ello con el telón de fondo del racismo latente en la norteamérica de los anos 60.

Le añadimos un poco de moralina y obtenemos un producto que funciona.