La fotografía es maravillosa. Los encuadres y los planos están cuidadosamente confeccionados para que cada escena sea digna de análisis. Incluso la escala de grises parece haber sido creada especialmente para la película, con un contraste muy ligero que difiere del blanco y negro moderno. Por otro lado, a pesar de la lentitud del filme, la tensión entre los personajes es constante y la brutalidad de algunos momentos evita que el espectador se desconcentre. Es más, consigue crear una sensación de agobio a partir de diálogos escasos y concisos, valiéndose de la crudeza de las imágenes y de la sobriedad de los actores. Totalmente recomendable: hace que salgas del cine dándole vueltas a lo que acabas de ver.

El problema que identifico en esta película suele estar en boca de muchas personas que la han visto. Ante unos planos cuyos colores, estética y fotografía son simplemente maravillosos, el director nos presenta un argumento bastante mediocre. He de confesar que en varias ocasiones dejé de prestar atención a los diálogos (la trama no me interesaba mucho) para concentrarme en el espectáculo pictórico que estaba contemplando. Cada escena es un cuadro. Y esto hace que se pueda introducir la reflexión sobre si la historia narrada nos parece tan sumamente frívola porque la vemos compitiendo con el carácter de auténtico esteta que posee el director. En otras palabras, nos preguntamos si las imágenes subyugan tanto al espectador que este no puede ni prestar atención a la historia, ni sumergirse en ella, ni tan siquiera apreciarla. Personalmente no opino así (quien ha dado este punto de vista es el escritor de las memorias tempranas de Wes Anderson y defensor a ultranza de su cine). Considero que este filme es un pequeño patinazo en la carrera del realizador debido a lo plano y vacío de la sinopsis: es de sobra conocido que una película puede ser altamente estética y presentar una historia conmovedora.


Sin embargo, no he podido evitar puntuarla con un notable debido a la fotografía, que como he dicho antes, es una auténtica gozada.

Una las mejores películas de adolescentes que he visto en mucho tiempo. Supongo que gran parte del mérito se lo llevan las constantes referencias musicales y literarias (me sorprendió mucho encontrar a Thoureau por ahí), y la atractiva representación de la cultura de los años 90. Solo por eso vale la pena verla, la mirada nostálgica es bastante obvia. Además, la banda sonora es buenísima. La canción de Heroes, de Bowie, encaja a la perfección con la escena más emocionante de la película: Emma Watson sacando medio cuerpo fuera del coche mientras abre los brazos en cruz y grita. El momento es capaz de resumir la esencia de toda la película. Pone los pelos de punta.

Por otro lado, el argumento engancha bastante. La historia del protagonista es interesante, pero fue el personaje de Ezra Miller el que logró encandilarme al máximo. A través de la manera en la que vive su homosexualidad en secreto y del conflicto con su pareja nos muestra, de una forma sincera y natural, la inestabilidad inherente a esta edad y la forma, muy violenta en ocasiones, en la que se experimenta el "despertar" (ya tardío) de la sexualidad. La interpretación de Ezra es excelente y desprende un encanto que, sencillamente, seduce al espectador.

El personaje de Emma Watson también está bastante logrado, sobre todo en lo que a los momentos preuniversitarios se refiere. Refleja de forma muy real las dudas y las inevitables esperanzas anteriores al despegue "adulto", y junto con el resto de los personajes femeninos, contribuye a formar un cuadro de personas creativas que son capaces de despertar la inspiración de aquel que las observa. En general, toda la pandilla desprende una vitalidad expresiva envidiable, como podemos ver en la admiración que siente Charlie por ellos.

En fin, altamente recomendable para personas con gustos musicales muy concretos (la aparición de Asleep, de The Smiths, es estelar) y que quieran disfrutar de una historia de adolescentes que, afortunadamente, va más allá.

Vi la película esperando encontrarme algo parecido a Frances Ha o a The Squid and the Whale, dos filmes con los que quedé encantada, y en fin, nada que ver. La historia es tremendamente superficial e incluso me atrevería a decir que estúpida, presenta un humor que nada tiene que ver con las anteriores películas de Baumbach, que estaban obviamente inspiradas en Woody Allen. Mistress America intenta ser una comedia con fondo y no lo consigue, personalmente no me dice nada, y admito que cuando acabó sentí que había perdido una hora y media de mi vida en algo completamente frívolo. Una decepción por el hecho de que sea Greta Gerwig la prota, una actriz a la que adoro y que hace que vea sus películas sin leer la sinopsis. Mala estrategia en este caso.