Una historia basada en hechos reales ocurridos en el siglo XVI, interpretada por Alejandro Dumas. El drama de Margarita de Valois llevado al cine con mano maestra y amorosa por el director Chereau. El reparto estelar es muy apropiado para cada personaje: La bella Isabel Adjani está exquisita y sublime como la sufrida Margot; Virna Lisi, como la egoísta Catalina de Medicis, de tan buena se hace odiar, al igual que Miguel Bosé; Daniel Auteuil como el Rey Enrique de Navarra se luce y Vincent Pérez, sin ser el mejor actor del mundo, encarna bien al idealista La Möle.

La trama es muy buena, una historia muy dura, cruel, con buenos diálogos; una fotografía y ambientación de primera línea, un elemento sobresaliente es la música. Muy recomendable.

Empiezo a preocuparme, a mi normalmente no me gustan las películas violentas pero hay dos, curiosamente de directores franceses y no gringos (digo curiosamente, porque es normal para los cineastas gringos hacer efectivas y efectistas películas de acción). Ambas de la década pasada y ambas protagonizadas por actores franceses alejados del estereotipo del galán: Una es “Doberman” -con Vincent Cassel- y la otra es esta “Leon, el Perfecto Asesino”.

Vaya película en la que Reno hace pareja con una imberbe Natalie Portman. La película tiene un manejo de acción y violencia que, en mi humilde opinión y neófita experiencia en la materia, resulta muy perfecto. El ritmo nunca decae y cuenta con la dosis de drama y tragedia suficiente. El melodrama lacrimógeno nunca llega a dominarla, pese a lo dramático de la situación de Matilda. El buen Jean Reno se desenvuelve como pez en el agua y llega a convertirse en un Killer entrañable.

Muy disfrutable de principio a fin.

Lo dicho estoy preocupándome ¿yo disfrutando este tipo de cine? Ay Dios y todo por culpa de la terrible realidad mexicana y los jueguitos de guerrea mediática de Fecal en contra del Narco.

A finales de los años 90’s -a México siempre llegan con retraso las películas europeas- por pura casualidad vi “Las noches salvajes”; el impacto que este filme produjo en mi (en plena era de apanicamiento por el creciente contagio del SIDA, en plena era de amores ligt; del resurgimiento de la hipocresía y doble moral como prácticas comunes; ya con la cuenta de varios personajes celebres fallecidos a causa de este mal) fue brutal.

“Las noches salvajes” se sitúa en las antípodas de producciones hollywoodenses sobre el SIDA tipo “Philadelphia”, presentando, por el contrario, una visión realista, descarnada, honesta y carente de cualquier blushit de la vida al margen de "las buenas costumbres". El joven director no recurre a los discursos moralinos, simplemente se limita a mostrar un retrato terrible, a la vez que fascinante, del acontecer de un grupo jóvenes habitantes de un submundo sin futuro, casi sin presente, en donde ellos viven lo que les toca, y como les toca, pero con un desenfreno y vehemencia tales que parecieran querer apurar hasta el último aliento de sus vidas.

Al impacto que el filme me produjo, contribuyó el saber que el guapísimo director y protagonista, había muerto a los 35 años víctima de SIDA y poco tiempo después de haber realizado ésta su ópera prima. La película es buena y muy dura; a 15 años de su producción no ha perdido un ápice de vigencia.

No apta para adeptos de la “vela perpetua”o de lo “políticamente correcto”.

Debe haber infinidad de obras maestras -al decir de los críticos especializados-, muchas mejores, seguro también dicho por estos especialistas. Pero, a mi humilde entender, pocas peliculas inciden -tras su aparente sencillez- en temas tan duros, cuya cotidianeidad pareciera restarles importancia, como este impresionante filme de Truffaut. Menos aún deben ser el número de “operas primas” con una calidad similar y debidas a la creatividad de un joven de 27 años. Sin necesidad de regodearse en la explotación melodramática y lacrimógena, el filme de Truffaut es conmovedor y toca profundamente. En “Los cuatrocientos golpes” Antoine Doinel sintetiza en su joven vida a todas las victimas de un terrible mal, hoy más que nunca vigente: la exclusión y la reclusión ejercidas por el estado y la sociedad con fines “disciplinarios”; se excluye al que piensa diferente, al niño, al rebelde, al “loco”, al que no se ama. Los excluidos son encerrados en las escuelas, en los reformatorios, en las academias militares, en los hospitales, en las prisiones, etc.; con un propósito fundamental: disciplinar, alienar sus conciencias.

La fotografía, la actuación, la narración sin vueltas de tuerca ni sensiblerías, logró con esta aparente sencillez y pureza, una de las mejores, mas universales y lacerantes películas que he visto en mi vida. Creo de alguna u otra forma y en el algún momento de nuestras vidas, todos hemos sido, o nos hemos sentido “Antoine Doinel”.

Pues contra todos mis malos augurios (y a contrapelo de los críticos especializados que la han destrozado comparándola con “El silencio de los corderos”, a la cual en mi opinión, sobrevaloran un poco), “Hannibal Rising” me agradó más de lo que esperaba. La película está bien narrada, ambientada y fotografiada (a Peter Weber se le da el esteticismo) y cuenta con buenas actuaciones, Gong Li, que siempre me ha parecido un poco contenida, se ve bien en su papel de tierna tía -aunque bien que se hubiera llevado a la cama al “sobrinito”-; pero, sobre todo, el francés que da vida a Habbibal -Gaspard Ulliel-, me pareció muy bueno en su desempeño; el chico refleja las dosis necesarias de perversidad, inteligencia, frialdad y seducción, tal como debe ser un maligno que se respete; además, no abusa de la gestualidad a lo Jack Nicholson; eso hay que reconocerlo. Las cosas que le toca ver y padecer al joven Lecter y que son origen de su monstruosidad, son atroces y yo acabé, sin poderlo evitar, una vez más de su lado.

Claro que no es el filme de mi vida, pero si me parece un aceptable entretenimiento, que me mantuvo pegadita a la pantalla de principio a fin. Como yo no soy un critica exquisita y calificada para juzgar un filme, a este divertimento le daría un 7/10. Ah! y comparada con el bodrio ese de “Prueba de Fe” (2/10), Hannibal Rising es una obra de arte.